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ZAPATERO ANTE EL ESPEJO

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Los espejos no hablan pero ante ellos se han escuchado grandes verdades (los toreros temen a las llamadas «cornadas de espejo» porque todas las mañanas al afeitarse le recuerdan una tragedia de la que salieron vivos de milagro). Al presidente del Gobierno le quedan muy pocos días para mirar por última vez de frente a ese espejo y hacerse algunas preguntas; de hecho, las cejas tan características le vendrían bien como secundario del cuento de Alicia, el de Lewis Carroll: mezcla entre gato y hombre.

La última mirada de José Luis Rodríguez Zapatero al espejo de la Moncloa debería estar cargada de autocrítica mientras le quede un gramo de dignidad. Es verdad que al presidente del Gobierno, y posiblemente con él a su partido, les releve del poder la crisis económica y su torpeza a la hora de afrontarla, pero el espejo dejaría ver otras carencias de esta legislatura, economía al margen. Zapatero lo tiene muy complicado para aguantar la mirada al espejo y decir que no ha recortado pensiones, así como tampoco se sostiene la afirmación de que haya hecho políticas económicas desde la izquierda, (ya lo comentó Fernández Toxo al reconocer que el presidente había estado más «cómodo» con Emilio Botín que con los sindicatos y a las ausencias en Rodiezmo me remito).

Otro de los puntos flacos de este Zapatero ante el espejo y con las maletas en las manos es la política de igualdad. Hace poco una dirigente socialista me reconocía que para igualdad la de Mariano Rajoy que tiene a las mujeres del partido colocadas en puntos estratégicos y con poder (se refería a Esperanza Aguirre, a Rita Barberá o a Luisa Fernanda Rudí). En el PSOE, una vez apartada Carme Chacón, no hay una mujer que encabece ninguna lista de responsabilidad y eso que de este asunto se había hecho bandera al comenzar la legislatura. Bibiana Aído fue otro globo sonda que aceptó rebaja de empleo y sueldo (de ministra a secretaria de Estado), con tal de no abandonar el coche oficial.

Toda mudanza conlleva una melancolía pero en el caso de Zapatero se ha ganado a pulso que el espejo se agriete al no poder soportar tanta contradicción en un mismo cuerpo. Su inconsistencia intelectual, su levedad en la gestión, su manera de aburrir al personal empezando por aburrirse a sí mismo, son de tratado de psiquiatría. Todas esas contradicciones del presidente del Gobierno le pesan tanto o más que la hora que se ha atrasado este fin de semana y que le obliga a permanecer sesenta minutos más en la Moncloa cuando él ni está, ni se le espera. José Luis Rodríguez Zapatero hace tiempo que se marchó empujado por sus incongruencias, anda por ahí como ido, aunque no sabemos hacia dónde.