los lugares marcados

No hay estética

Jerez Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Fue Elías Díaz, ese hombre sabio hasta el asombro y el pasmo, quien nos lo recordó hace unos días en la Fundación Caballero Bonald. En una conferencia llena de resortes y de iluminaciones, acerca del reformismo de Francisco Giner de los Ríos (y va la cosa de hombres sabios), aludió a una frase en latín que dijera el poeta José Mª Valverde: Nulla estetica sine etica. Fue en 1965, cuando abandonó su cátedra de Estética, en solidaridad con el profesor José Luis López Aranguren, a quien el régimen franquista, desde su grisura y oscurantismo, había expulsado de la suya de Ética. Nulla estetica sine etica; o sea, sin ética no hay estética. Tras el latinajo, se cuenta que, humorística o sarcásticamente, dijo: «ergo apaga y vámonos». Y se fue. Diez años de autoexilio hasta que el país empezó a despertarse y a alumbrarse, tras la muerte del dictador.

Hoy su frase, como bien recalcaba Elías Díaz, tiene la misma vigencia, porque hay conceptos, valores, que no cambian. Que no deben cambiar, si no queremos perder la dignidad y hasta la decencia. Lo he dicho muchas veces pero no me cansaré de hacerlo: el arte (y la literatura en concreto, que es el arte que más me incumbe) no puede entenderse sin el compromiso ético. No hablo ahora estrictamente de política, no hablo de colores ni de siglas. Hablo de tener claro que el poder (grande o minúsculo, tanto da) que nos da la palabra escrita ha de usarse, en último término, para beneficio de la sociedad. Ha de hacernos crecer: como personas, como ciudadanos, como amantes, como profesionales… La palabra vana, la palabra interesada, la palabra manipulada, por muy hermosa que parezca, por muy buena sintaxis en la que venga engarzada, a mí no me vale. Hay un término que la define a la perfección: palabrería.