Un coche arde en los disturbios de ayer en el municipio de Hackney, al noreste de Londres, frente a decenas de alborotadores. :: REUTERS / LUKE MCGREGOR
altercados en londres

Disturbios Blackberry

«Rompedlo todo». Los mensajes y fotos subidos por los vándalos a sus Blackberrys llegan a cientos de personas en un instante

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Lo que enciende las revoluciones es la falta de libertad, el hambre, la injusticia y la desigualdad, no los teléfonos móviles, que, eso sí, ayudan a que se extienda el fuego. En un mundo en el que las nuevas tecnologías llegan hasta los últimos confines de nuestras vidas, los ciudadanos se citan en las redes sociales, reflexionan, comparten, escuchan música, discuten, se aman y hasta deciden salir a la calle a quemar la ciudad. Sucedió el lunes en Londres, cuando alguien decidió usar el chat telefónico de Blackberry para prender la mecha: «Todo el mundo a Oxford Circus. Machaquemos las tiendas y consigamos cosas gratis». Le llegó al periodista de ‘The Guardian’ Paul Lewis, que descubrió cómo se encendía la hoguera. Ya había sucedido en la primavera árabe: la pólvora de la insurrección había macerado en las redes sociales antes de reventar en escenarios reales como la plaza Tahrir de El Cairo. Facebook y Twitter ya tenían su propio motín. Ahora es el turno de los llamados Disturbios Blackberry, que están llenando las calles de Londres de pillaje, cristales rotos, sangre, escombro y cenizas. Claro que una revolución no tiene nada que ver con estos actos de vandalismo.

Antes de que la sangre llegara al río, todo fueron arengas en los muros de Facebook y Twitter. Numerosos jóvenes de los barrios más populares de Londres querían vengar a toda costa la muerte a manos de la Policía de Mark Duggan, un tipo de 29 años que terminó cadáver en una redada de la operaciónTridente contra la posesión ilegal de armas. Aún es un misterio si viajaba en un taxi y disparó a los agentes o si lo abatieron en el suelo. «Me siguen los federales». Fue su último mensaje en el teléfono móvil, cuentan los medios británicos.

Las llamas de la incertidumbre crecieron al calor de las redes sociales clamando venganza. La Policía escudriñaba los mensajes para prevenir incidentes, pero erró el tiro. El enemigo no estaba en Facebook. Después de ser advertidos de que Scotland Yard perseguiría a cualquiera que incitase al motín en internet, muy pocos se atrevieron a jugársela. Habían encontrado un sistema mucho más seguro y privado para organizar su algarada: el chat de su Blackberry (BBM).

Violencia en privado

Como todo lo que funciona, es relativamente sencillo. El fabricante de teléfonos canadiense Research in Motion (RIM) incluye en el ‘software’ de sus aparatos una aplicación que permite la conversación entre usuarios en tiempo real, un chat entre dispositivos emparejados. No hay salas públicas, sino una conversación personal entre aparatos. Para conectarlos, el sistema pide un PIN del usuario, una serie de números y letras que solo conoce el propietario. En esta red social en la sombra, nada trasciende a los ojos indiscretos de los investigadores, pues los mensajes de los propietarios, a salvo tras un complejísimo sistema de encriptación a prueba de ‘hackers’, se guardan en un servidor inexpugnable que la compañía mantiene en Canadá.

Los amotinados de Londres se aprovecharon de estas ventajas con la ayuda de Twitter. El susodicho chat de Blackberry no es una red abierta, ya que se necesita conocer el PINde la persona para contactar con él. Pero fue Twitter quien solucionó el problema y sirvió de canal para trasladar esta información entre los propietarios de los ‘smartphone’.

«22C9A2(..) #southeast london #blackberry #BBM. #Add». Este es uno de los mensajes de Twitter que prendió el fuego. A primera vista es un jeroglífico sin sentido, pero encierra muchas claves. En él se dice que una persona con el PIN 22C9A2 (la matrícula de su Blackberry) quiere que le añadan a la lista de personas que están detrás de los disturbios en el sudeste de Londres para contactar con ellos y organizarse. Lo escribió el lunes por la tarde. Su siguiente mensaje contaba cómoel barrio de Enfield, al norte de la capital, estaba siendo saqueado. La tecnología y la afición de algunos británicos por las algaradas hicieron el resto.

El BBM Riot (Disturbios Blackberry, como le han bautizado en Inglaterra) no solo se sirvió de las conversaciones privadas en teléfonos para organizarse. También hubo llamadas generales a la desobediencia al estilo de los SMS que piden ‘Pásalo’.

La joven londinense Jade Lee recibía ayer mismo por la tarde un mensaje en su servicio de BBM llamando a crear el caos en Southampton: «Será el centro de la ciudad.Rompedlo todo, llevaos todo. Pasa el mensaje a tus contactos». Mensajes en masa. Jade Lee no tiene nada que ver con los disturbios:«Esto es realmente estúpido. Espero de veras que la gente no provoque una algarada en Southampton por un mensaje del chat de la Blackberry», se quejaba en Twitter. A esas mismas horas, en su ciudad reinaba una calma tensa. La superintendente en jefe Karen Manners declaraba a la BBC que conocían las llamadas lanzadas para saquear la ciudad. La página de la Policía en Facebook pedía a los jóvenes que permaneciesen en casa y denunciaran las actividades sospechosas: «Si publicas mensajes animando a la violencia, puedes esperar una visita de la Policía».

Para que esto ocurra, la empresa Research in Motion tendría que abrir a Scotland Yard sus sacrosantos registros de comunicaciones. De momento, el diputado por Tottenham David Lammy ha hecho un llamamiento para que los canadienses anulen el Blackberry Messenger en la zona. La firma canadiense ha asegurado que colaborará con la Policía «como sea» y está previsto que les pase las conversaciones de los responsables del desastre, que, por cierto, ya les han amenazado. Ayer, un ‘hacker’ llamado TeamPoison modificó la portada del blog oficial de Research in Motion y juró en ella que haría públicos los datos más personales de sus directivos si finalmente colaboran «con la pasma».