cuidado profesional

Fisioterapia de bambalinas

Los musicales que animan la noche de la gran ciudad ocultan un sinfín de preparativos, entre los que se encuentra la puesta a punto de la salud física y mental de los bailarines

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Uno ve el resultado y, aunque intuye lo difícil de levantar un espectáculo cada día, es imposible hacerse una idea clara del esfuerzo y las horas de entrega que hay detrás de una función. Hablamos de los musicales, que nutren la noche madrileña y muchas otras, con números donde la voz y el cuerpo requieren de una puesta a punto perfecta. No siempre es posible. Sobrecargas, tensiones musculares, disfonías y lesiones son la mayor amenaza para bailarines, músicos y cantantes. Es por eso que, de un tiempo a esta parte, la figura del fisioterapeuta ha ido introduciéndose en el mundillo teatral, cada vez más necesitado de sus labores de reparación y relajación. Sin embargo, aún «no se cree mucho en las bondades de la Fisioterapia. Las compañías no están muy concienciadas sobre el asunto», se queja la fisioterapeuta y osteópata Amaia Carnicer. En realidad, su caso es la excepción. Nada más acabar la carrera comenzó a trabajar para Stage, responsables de musicales como ‘Mamma Mia’ y ‘Los Miserables’, y ha centrado su vida laboral en torno a ello, visitando a domicilio teatros y más teatros, camilla en mano.

En ella se han tumbado cientos de artistas y se han tratado otras tantas lesiones, cuyo tipo e importancia varían en función del musical, al igual que su solución. «Suelen producirse por repetición de movimientos, pero no tienen los mismos problemas los bailarines de ‘Chicago’, un trabajo muy físico pero muy contenido, que los de ‘Los Miserables’».

Aspectos como la temperatura del escenario o la vestimenta de los protagonistas tienen también relación directa con los achaques sobre el escenario. Por ejemplo, en ‘Chicago’ los personajes van ataviados con muy poca ropa y eso «les afecta a nivel muscular. Se producen más tensiones, más sobrecarga en la espalda y tendinitis, principalmente», explica Carnicer. Nada que ver con la ‘masacre’ que suponía representar ‘Cats’, el primer musical para el que la especialista trabajó: «Los gatos caían casi cada día», recuerda ahora entre risas. «Es el musical más ‘heavy’ en el que he trabajado a nivel físico, no solo por la cantidad de baile sino porque tenían que pasar dos horas y media al día a cuatro patas. Había muchos problemas por sobrecarga y fracturas». ‘Avenue Q’, en cambio, apenas tiene baile. «El gran problema aquí es que están todo el tiempo manipulando muñecos. Sabemos que el trapecio y el dorsal les va a tirar y se va a sobrecargar, así que hacemos ejercicios específicos para esta zona, evitando que se lesionen». En ‘Los Miserables’, la voz es lo que más sufre: «A nivel vocal se trata de una función muy dura, que requiere de mucha presencia escénica». Así, se realizan trabajos de tipo manual para relajar la musculatura de la garganta y se ayuda con ejercicios respiratorios para mejorar la mecánica de canto. Pero, en realidad, la fisioterapeuta asegura que los cantantes «suelen preocuparse mucho del diafragma y acuden a foniatras en cuanto ven que tienen un problema en la voz pero, por ejemplo, no se ponen a pensar en cómo relajar la mandíbula cuando están cansados y son poco conscientes de que el fisioterapeuta les puede ayudar». En el caso de ‘Los Miserables’, los problemas no solo afectan a los artistas que dan la cara en escena. «Últimamente, las sastras de la función están teniendo muchos problemas porque el vestuario de Los Miserables pesa muchísimo y algunos personajes tienen hasta 11 cambios. Tienen que ir muy rápido y no pueden cuidar tanto las posturas del cuello y los brazos». Por no hablar de los músicos: «Imagínate ahora al director de la orquesta, tres horas con la vista puesta en sus músicos y en el escenario y seis horas cuando hay doble función».

Ahora bien, diagnosticada la lesión ¿qué podemos hacer? Cuando no es muy grave «los artistas siguen trabajando para sacar la función adelante. Tienen un gran sentido del compromiso y mucho aguante», señala. En estos casos, se trabaja a contrarreloj. «Vienen una vez a la semana o cada dos, para revisarse y soltarse. Tratamos las lesiones con trabajo manual, fisioterapia y osteopatía. Durante el proceso de recuperación intentamos cambiar ciertos gestos, pequeños matices, mientras va mejorando. Una vez se recupera, tienen que hacerlo como la obra lo pide, claro».

Por eso, más que un buen masaje lo importante es prevenir. En este punto, «es muy importante averiguar qué te está cargando y qué te provoca que vengas todas las semanas con tu trapecio contracturado y, al mismo tiempo, tratar de ahorrar gasto muscular». Así, se analizan las escenas en las que el artista siente que se tensa y «vemos cómo podemos evitarlo. Quizá con un plan de calentamientos, que es algo que muchos no hacen por falta de tiempo, y desarrollando un programa acorde con el tipo de personaje que se interpreta en la obra».

No solo cuidado físico

Pero al poco de comenzar a trabajar en la industria del musical, Carnicer se dio cuenta de que su labor con los artistas se quedaba corta. «Veía que este colectivo necesitaba una atención más especializada y que no bastaba sólo con el trabajo directo sobre el cuerpo». No en vano, nos cuenta, «hay lesiones que tienen un componente psicológico y emocional». Y da un ejemplo: «A Virginia Carmona y Gerónimo Rauch, el proceso de creación de sus personajes para ‘Los Miserables’ les pesó bastante. Es una obra muy oscura y afecta a los artistas a nivel muy emocional». Cuando la lesión es muy grave, los artistas tienen que parar. En ese momento, tampoco basta con fisioterapia. «Por un lado, sienten una tremenda frustración. Quieren ir al teatro pero no pueden y se agobian. Además, sus lentejas están en juego, con lo que volvemos al componente psicológico». Por el otro, cuando la lesión les aparta de los escenarios, «se requiere –comenta Carnicer– una preparación física porque no pueden parar en seco. Trabajamos con yoga y con pilates porque en cuanto les dan el alta no hay una adaptación progresiva, sino que empiezan a hacer funciones directamente».

Visto ese vacío, Carnicer, junto a dos socias más, Albi Cañada y Alexia Pita, acaba de abrir un centro, Paso a Tres, que nace con la vocación de dar respuesta a todas estas vicisitudes. Algo así como un taller para la puesta a punto de artistas. Así, Albi Cañada se ocupa de la parte más emocional, mientras que Alexia Pita, ofrece la parte de preparación física. «Puede que alguien venga con un dolor de espalda y lógicamente le trataremos la espalda, pero quizá también esté pasando una mala temporada en la que no duerme bien porque está preparando un personaje y está estresado. Quizá le venga bien una clase de yoga para bajar el umbral de la ansiedad que le provoca la contractura o una terapia energética». En el centro se imparten también talleres para mejorar las habilidades artísticas y trabajar el miedo escénico, así como cursos de prevención de lesiones. Eso sí, no solo está dirigido a artistas. Todo el público es bienvenido.