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Mensaje de Esperanza

Un tumor en el pecho obliga a la presidenta madrileña a pasar por el quirófano

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Un tramo de carretera más. Discursos anodinos que cumplen con el guión de cualquier inauguración en precampaña electoral. Ningún titular. Los ordenadores de los periodistas comienzan a cerrarse. El acto público en Torres de la Alameda, localidad madrileña cercana a Alcalá de Henares, toca a su fin. Esperanza Aguirre rompe el protocolo. «Antes de que se vayan quisiera decirles algo…». El paréntesis desorienta a la concurrencia. La severidad se apropia de la mirada de la interlocutora. Los ojos, sin hablar, suelen confesar los misterios del corazón. Y la presidenta de la Comunidad de Madrid quiere hacer trizas un secreto, su secreto.

«Quería decirles que en una revisión ginecológica ordinaria me ha sido encontrado un bulto que hay que quitar, hay que operar». El silencio conquista el lugar sin apenas resistencia. Aguirre intenta hablar con serenidad, pero la gravedad y por momentos la angustia se cuelan en su relato. «Por suerte, los médicos dan buen pronóstico, pero voy a desaparecer de la circulación unos días». Unos días que pueden convertirse en semanas o meses, según discurra la convalecencia.

Aguirre intenta mantener la compostura pese a la gravedad de su testimonio que incluso pilla por sorpresa a muchos de sus más estrechos colaboradores. «Quería advertírselo y decirles algo que digo siempre cuando en sanidad hablamos de esa enfermedad; siempre digo que el cáncer es una enfermedad igual de curable que las demás, pero como cursa sin síntomas, muchas veces cuando uno no hace prevención, lo coge tarde; por suerte el mío está cogido a tiempo».

El mutismo atenaza desde hace rato a los incrédulos protagonistas de la que debía ser una simple puesta en escena. Una de las autoridades que flanquean a la presidenta comienza a mascar su chicle con tanto ahínco que roza la angustia. Aguirre, pese a las circunstancias tan personales, no puede evitar ser pedagógica. Anima a todos los ciudadanos, hombres y mujeres, pero sobre todo a las mujeres, a que se hagan todas las revisiones que les manden sus ginecólogos. Entonces esboza una triste sonrisa. Tal vez recuerda que es presidenta de comunidad autónoma y que un mensaje de este calado puede tener un desmesurado efecto llamada. «La prevención es importante; no quiere esto decir que se vayan a colapsar ahora los mamógrafos, pero que todas las madrileñas hagan lo que les manden sus ginecólogos».

La emoción quiebra ya la voz de la lideresa. En su despedida incide en que el cáncer de mamá le va a quitar de la circulación unos días, «espero que pocos y espero que ustedes me deseen suerte». Una cerrada ovación sesga el sigilo. Llegan los primeros abrazos.

Hoy o mañana

La operación se llevará a cabo en menos de 24 horas y Aguirre, que dedica muchas intervenciones a ensalzar los méritos de la sanidad pública madrileña, ha decidido que tanto el equipo médico y el hospital pertenezcan a la Comunidad de Madrid.

A unos 35 kilómetros de la carretera M-224, los barones autonómicos del PP se enteran de la triste nueva al inicio del comité nacional. Al menos dos miembros de la cúpula del PP conocían desde la semana pasada la enfermedad de Esperanza Aguirre: Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal. Hay palabras que cobran más fuerza cuando se conoce el contexto. El viernes, el líder del PP le dedicó a la presidenta madrileña, en apariencia inopinadamente, la siguiente frase: «Has sido muy generosa, y que sepas que el PP y yo, Mariano Rajoy, estaré a tu lado si fuera necesario, cuando fuera necesario, si no es necesario y cuando no sea necesario».

El PP no perdió ni un segundo en confirmar de manera rotunda que Aguirre y solo Aguirre será la candidata del PP a la Comunidad de Madrid. «Estamos con ella, que la queremos mucho y que esto va a pasar y va a pasar bien, porque se ha cogido a tiempo», destacó la secretaria general del PP.

Cuando las desgracias acechan, lo trascendental eclipsa a lo prescindible. Los rifirrafes políticos entran en esta segunda categoría. Alberto Ruiz Gallardón puso al servicio de su ‘eterna’ enemiga su experiencia con el cáncer –su esposa padeció un tumor– y le recordó que «es una enfermedad que se cura, por muy fuerte que suene su nombre».

Las adhesiones de sus compañeros de partido apenas han sido una muestra del afecto recibido. El rey Juan Carlos le envió un mensaje al teléfono móvil deseándole una pronta recuperación mientras que la reina Sofía le llamó por teléfono para transmitirle personalmente ánimo y apoyo. Un sentimiento que también comparten en las filas socialistas que glosó la ministra de Sanidad, Leire Pajín.