Un vigilante de Global Control vigila la primera fila y habla con una de las fans, justo antes del comienzo del concierto de 'OT'. / FRANCIS JIMÉNEZ
Sociedad

Los 'ángeles' del escenario

¿Qué hay detrás de un concierto?, ¿cómo se controla a miles de fans enloquecidos? La empresa que ha cubierto 'shows' de Madonna y Springsteen cuenta las claves

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Allí estaba. Echada a caer en una valla de seguridad, entre cientos de iguales y con la cara pintada a rotulador con el nombre de su razón. Llevaba casi 24 horas esperando aquel momento, sin apenas dormir y con tan sólo un bocadillo en el estómago. Seguía en pie aunque poco le quedaba ya para perder las fuerzas. El calor estaba a punto de hacer mella en la ilusión pero, «ni loca», se iba a marchar de allí y echar por la borda tanto tiempo de espera. De repente, los gritos se hacían insoportables, y de puntillas, Raquel intentaba ganar algún centímetro para buscar un resquicio por donde verlo. Entre vigilantes, policías, protección civil, promotores, fotógrafos, road managers y técnicos de sonido hacía su aparición la industria discográfica en dos furgones con los cristales tintados. «Despejar por ahí», se escuchaba en el backstage. «Cada uno a su sitio. Tranquilos, todo va a ir bien».

Entre los artistas y los fans se mueve toda una maquinaria sin la que, posiblemente, ni uno ni otro pudieran encontrarse. Madonna, U2 o Bruce Springsteen se encargan de llenar estadios y ofrecen a sus seguidores todo su talento, pero, al margen del terreno musical. ¿quién garantiza la seguridad de ambos cuando se habla de 40.000, 60.000 o más espectadores? ¿Cómo se hace para que todo acabe sin incidentes?

José Antonio Horrillo es uno de esos ángeles de la guarda del siglo XXI. Hace unos años fundó junto a su socio Antonio Bocanegra, Global Control, una empresa gaditana de seguridad de grandes eventos que tiene en su currículum haber cubierto los conciertos de un sinfín de nombres gordos de la industria. «Hacemos casi todos los grandes en Andalucía y algunos a nivel nacional», cuenta dos horas antes de que comience su próximo reto: el primer show de la gira de Operación Triunfo, en la playa Victoria de Cádiz. Hoy, entre otros recursos cuenta con 17 vigilantes y 23 auxiliares de control que están a su cargo. «¿Tenéis todos la tarjeta de identificación? A ver...», supervisa que estén todas en regla. «Necesito dos más para el foso. Vosotros en el lateral y tú ahí, en ese perímetro, que nadie pase», ordena mientras que le llaman por radio. «Sí, claro... pero ten cuidado con esa vía de evacuación», contesta. «Esto es sota, caballo y rey», explica yendo de un lado a otro del escenario. «Se presenta una propuesta a las promotoras, se aprueba en una junta de seguridad si es necesario, y a partir de ahí, es seguir el plan. Nosotros nos hemos encontrado pocas dificultades que yo recuerde, quizá, alguna vez que se ha retrasado el montaje y la gente se impacienta, pero, por regla general, no suele pasar».

Preferencia a los fans

Según Horrillo uno de los momentos clave es la apertura de puertas. Las largas esperas y la intención de coger el mejor sitio son una peligrosa combinación que puede provocar una avalancha como la última ocurrida en Santiago en un concierto de Springsteen. «Se deberían haber hecho las cosas de otra manera», considera al respecto. «Tendrían que haber tenido una mayor previsión y haber controlado el aforo». Para que esto no ocurra, Horrillo sigue siempre con precisión matemática una fórmula. «Hacemos carriles de entrada y, muy poco a poco, vamos dejando entrar de 70 en 70 a la gente. Paras, llenas perímetro y sigues». En cuanto a si existe un trato especial para los fans que guardan cola -incluso desde días antes para estar en primera fila-, en Global Control lo tienen claro: «siempre intentamos darles su sitio». Tanto es así, que el propio gerente suele ir a verlos a la entrada por la mañana. «Les digo que se numeren y así podemos ser más justos en el orden de acceso. Los más peligrosos son los mil primeros, luego el resto vienen más tranquilos». De repente, algo interrumpe la conversación. Un vigilante trae en brazos a una chica que no ha soportado el calor. «¿Qué le ha pasado?», «se ha desmayado», le contestan. «Avisa a protección civil» y explica: «nunca atendemos nosotros, para eso están los sanitarios que son los profesionales. Nuestra labor es avisarles y permitir el paso al socorrido». Para este profesional del espectáculo, «el fenómeno fan es complicado. El mayor logro no es que el artista cante, sino que cante pero que además la gente entre y salga sin problemas».

Al lado de una estrella

Queda una hora para que comience el espectáculo y los vigilantes se encuentran atentos en sus posiciones, pendientes a cualquier movimiento. El siguiente paso es facilitar la entrada al artista: despejar backstage, coordinarse con la policía, y ultimar detalles detrás del escenario para que la estrella se sienta cómoda. Al contrario de lo que siempre se comenta sobre las excentricidades y manías extrañas que tienen las estrellas, José Antonio tiene su propia opinión: «Son todos muy profesionales». Y, como es lógico, hay favoritos. «Bueno, si tengo que elegir a alguno, me quedo con Julio Iglesias. Es un señor como artista y como persona. Llevo muchos años con él». Y continúa: «También, Dani de El Canto del Loco es genial. Nunca pone pegas para nada y es muy accesible para sus fans, al igual que Bisbal».

Y sobre los internacionales, «Bruce Springsteen es muy buena persona con todo su equipo, al igual que Madonna que destaca por lo profesional y exigente que es». Sobre las rarezas de la reina del pop comenta: «Bueno, en cada concierto nos dan un raider técnico -una especie de guión detallado sobre las preferencias del artista- pero, no suelen pedir nada raro. De todas formas, cuando uno es muy famoso a nivel mundial, tiene que tomar ciertas medidas porque, aunque quiera, no puede llevar una vida normal».

Los 'gorilas' de Jagger

Como era de esperar, además de la seguridad que contrata la promotora (Live Nation, Doctor Music...), las megaestrellas traen su propio grupo de guardaespaldas, un equipo de diez hombres como los de Madonna que van con ella de gira. «Los de los Rolling son los más duros», pero, habitualmente, no suele haber problemas. Eso sí. Todo está medido. «Cuando suben a una chica al escenario eso está hablado de antes. A nosotros nos miran y nos dicen: déjala que suba o déjala que lo toque». Uno de los que les da más problemas por su cercanía con el público es David Bisbal. «Se lo tenemos dicho, que no se acerque tanto, pero no nos hace caso. Él siente que se debe a su público y siempre quiere acercarse más».

Otro de los puntos mas controvertidos de un concierto es el backstage, el universo de los enchufados. «Muchas veces los vips son los que nos lo ponen más complicado. Vienen de parte del concejal, del alcalde en cuestión, de la organización, la discográfica... quieren pasar para saludar al artista, y ahí nosotros, si están autorizados, no podemos hacer nada aunque sepamos que el artista no está en ese momento para historias», explica José María Campo, responsable de la delegación de Cádiz que ha viajado por toda España trabajando para Global Control. «Hemos hecho cientos de espectáculos: la llegada de la antorcha olímpica a Madrid, Héroes del Silencio en el estadio Vicente Calderón, U2, festivales...». Y, de todas ellas, entre lo que más le han impresionado, ha sido el montaje que llevan los Rolling. «Si para un concierto medio se llevan de cuatro a cinco trailers, ellos llevan más de cien. ¡Hasta tienen palcos en el escenario!», cuenta.

Además, otra de las cuestiones que le siguen sorprendiendo es la calidez de algunos de los artistas. «Alejandro Sanz es un señor, como Raphael. También Shakira que, a pesar de ser una estrella internacional, es muy llana y siempre está con la gente de su equipo como una más».

A media hora para que empiece el concierto, el puzzle está perfectamente encajado. Los vigilantes asignados en sus puestos, los fans controlados y el backstage en ebullición a la espera del comienzo del show. Raquel sigue apostada en su ilusión, canta, grita, y estira los brazos al infinito. La magia del escenario está a punto de hechizarla. Las luces se apagan y empieza a sonar la música. Comienza el espectáculo. «Esto es impresionante. No deja de alucinarnos».

malmagro@lavozdigital.es