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Santa María de Garoña, un futuro incierto para el tejido industrial en España

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Dentro del usual ajetreo que a diario nos trae la crisis, un considerable número de españoles estamos viviendo, con una cierta sorpresa, que la declaración técnica de seguridad para el funcionamiento de la Central Nuclear de Santa María de Garoña, emitido por el CSN, puede conllevar su cierre por razones externas a la técnica, la seguridad y la economía

Quizás convenga conocer algunos datos objetivos que permitan reflejar la singularidad energética de España en una época donde la lucha contra el posible cambio climático y la competitividad industrial están impulsando, en todo el planeta, el desarrollo de las centrales nucleares y las energías renovables como factores determinantes de las decisiones económicas y de la competitividad industrial necesaria para promover el empleo.

Los próximos años son críticos para que los gobiernos aborden políticas eficaces para desarrollar tecnologías altamente eficientes y poco generadoras de CO2. Mas allá de las exigencias de Kyoto, la energía nuclear tiene el potencial para contribuir a un sistema de generación de energía libre de carbono y económicamente competitiva,

La energía base sobre la que se asienta la actividad de una nación exige determinados requisitos. En España podríamos considerar que la energía base es la nuclear y el carbón, disponible de forma continua, en condiciones económicas aceptables para el mercado y con escasa dependencia exterior en la garantía de suministro. Difícilmente puede serlo la energía eólica, salvo que el viento fluyese de forma constante a la velocidad adecuada, ni la solar que opera sin nubes y de dia.

Las estadísticas disponibles indican que mientras la energía nuclear tiene en España un funcionamiento anual de 7603 horas, la eólica opera 2004 horas, carbón 4190 horas, fuel/gas 1518, hidráulica 1271, además de una pequeña aportación por biomasa y residuos. Esto hace que con un 8% de potencia nuclear instalada se genere el 19% de la energía eléctrica española. Para una producción real equivalente se necesitaría instalar parques eólicos con una potencia nominal más tres veces superior y la incertidumbre de su funcionamiento aleatorio

Cuando consideramos el problema de los residuos debe tenerse en cuenta que una central térmica de carbón, para producir la energía de una central nuclear media (1 Gw), lanza a la atmósfera, y quedan sin control, 5 millones de toneladas de anhídrido carbónico, 40000 toneladas de anhídrido sulfuroso, SO2 9400 de gases nitrosos, NOx . En el caso de una central de petróleo se producirían niveles ligeramente inferiores de gases de invernadero y en el caso de gas natural también CO2 y NOx. En resumen, las centrales térmicas con empleo de combustibles fósiles arrojan gases de invernadero y ácidos que se distribuyen libremente a la atmósfera potenciando el cambio climático y la lluvia ácida que afecta las plantaciones y los bosques.

Referente a la seguridad operacional de las centrales debemos recordar que en la historia de la energía nuclear ha habido dos accidentes de naturaleza similar que implicaron la fusión del núcleo del reactor (Chernobil y la Isla de las Tres Millas). La comparación de los resultados de ambos resaltan que el concepto de seguridad impuesto por los países occidentales es mucho más estricto que el impuesto, en su día, por la antigua URSS.

En el caso Chernobil, reactor sin edificio de contención y coeficiente positivo de temperatura que nunca habría sido autorizado en Occidente, la contaminación se extendió hacia el norte de Europa. En el caso de la Isla de las Tres Millas, con edificio de contención, no se produjo emisión radioactiva al exterior de la central. Procede recordar que todas las centrales en España se basan en los criterios occidentales de la seguridad operativa más estrictos que garantiza el Consejo de Seguridad Nuclear.

Consideremos el caso de los interesadamente magnificados problemas de los residuos de las centrales nucleares La energía nuclear no emite gases de invernadero ni gases ácidos, sus residuos están controlados y debe considerarse, como las renovables, una energía limpia.

El combustible gastado, en el momento en que se descarga del reactor nuclear, se almacena temporalmente en piscinas de enfriamiento en las mismas centrales seguido eventualmente por un almacenamiento en seco. El combustible gastado se trata en un ciclo cerrado, donde la técnica de reproceso permite recuperar los materiales fisionables, uranio y plutonio, que se utilizan nuevamente como combustible nuclear en forma de MOX (mezcla de óxido de uranio y plutonio) y el resto se vitrifica y almacena en asentamientos de larga duración.

Actualmente se ensaya en Japón, Suiza, Estados Unidos y Francia el tratamiento de estos residuos por métodos de Separación y Transmutación (ST) para transformar los radionucleidos de vida larga en otros de vida corta más estables.

La energía nuclear es la mayor fuente de energía que no emite gases de efecto invernadero con un coste inferior a 20 euros/MWh, cuando el precio del mercado de la de gas/fuel es 60 y la eolica 80, lo que situa el precio medio en aproximadamente 60 euros/MWh. Es por tanto, la fuente de producción de electricidad más barata, estable, predecible, competitiva y ayuda a frenar el incremento de los precios de la electricidad que impulsan las otras energías fósiles y renovables.

Las centrales nucleares han permitido reducir la importación de materias primas energéticas y han evitado la emisión anual 40 millones de toneladas de CO2, equivalentes a las emisiones de más de la mitad del parque automovilístico español con un precio más bajo, estable y predecible.

Analicemos lo que se está haciendo en nuestro entorno en materia de política energética y que contrasta con lo que ocurre en España. Hoy existen en el planeta 436 reactores en funcionamiento en 31 países que generan 17% de la electricidad mundial consumida y que evitan cada año el 8% de las emisiones de CO2. En Europa concretamente evitan la emisión de 700 millones de toneladas de CO2, equivalente a las emisiones del parque automovilístico europeo. No es casual el ascenso de la energía nuclear a nivel mundial, con 44 reactores en construcción en 11 países y al menos 200 reactores más programados.

En nuestro entorno inmediato, Francia ha hecho una apuesta nuclear clara y decidida con 58 reactores nucleares en funcionamiento que producen el 78% de la electricidad, está construyendo un nuevo reactor avanzado y ha anunciado otros dos.

En Inglaterra hay 19 reactores en operación que producen el 19% de la electricidad y en enero de 2008 el Parlamento británico dio luz verde a la construcción de nuevas centrales nucleares para garantizar las necesidades energéticas del país y frenar el cambio climático. Suecia,que eliminó en febrero de 2009 la prohibición de construir nuevos reactores nucleares, tiene 10 reactores en funcionamiento, que producen el 46% de su electricidad. Alemania dispone de 18 centrales nucleares e Italia firmó en febrero de 2009 un acuerdo con Francia para la construcción de reactores nucleares en los próximos años.

España carece de recursos propios, importando más del 80% de la energía primaria consumida con una factura energética exterior de unos 50.000 M€ / año. España es el país de la Unión Europea que más se aleja del compromiso de Kioto. Las emisiones de CO2 están un 35% por encima del compromiso allí adquirido y sin las nucleares esta cifra estaría por encima del 50%. Las cantidades asignadas al sector eléctrico son de 54 millones de toneladas de CO2. Los 40 millones de toneladas de CO2/año evitadas por las centrales nucleares representan más del 70% de las emisiones originadas en el sector eléctrico.

Los gobiernos de Estados Unidos, Japón, Francia, Suecia están autorizando a sus centrales nucleares la extensión de su licencia para operar durante 60 años es decir, 20 años más que la vida actual de la Central de Garoña. También lo ha hecho Estados Unidos para 50 reactores en los mismos plazos.

Al igual que los países de nuestro entorno, el desarrollo económico, la competitividad de nuestras empresas, la generación de puestos de trabajo, las necesidades energéticas y los retos medioambientales hacen necesario el relanzamiento del programa nuclear español considerando un mix eléctrico equilibrado para el futuro de España que debería consistir en un 30% renovable, un 30% fósiles y un 30% de nuclear.

Si tenemos en cuenta que España importa el 80% de la energía primaria, que consume una factura de unos 50000 millones de euros de energías fósiles, que las centrales nucleares evitan la emisión anual de 40 millones de toneladas de gases de invernadero, estaremos de acuerdo en precisar que el debate energético está erróneamente planteado y no se trata de debatir energía nuclear o energías renovables.

El debate real es energía nuclear versus energías fósiles para disminuir las importaciones, las aportaciones de gases de invernadero y los gases ácidos y mejorar nuestra dependencia económica de las importaciones de combustibles fósiles. Todo lo anterior muy lejos del cierre y desmontaje de nuestras centrales nucleares y con ello de nuestro tejido industrial construido con tanto esfuerzo y tiempo. ¿Para qué es preceptivo el informe de cientos de técnicos y especialistas cualificados en energía nuclear que trabajan en el Consejo de Seguridad Nuclear si las decisiones están de antemano tomadas?

Un comentario final nos sugiere que si la energía fluye por una gran autopista donde las centrales eléctricas son los coches, nos encontramos que prácticamente la totalidad del tráfico viaja en una dirección con banderolas en que está escrito con mayúsculas “Renovables” y “Nucleares” y con minúsculas “fósiles”, mientras en la direccion contraria coches pintados de verde, con matrícula española, muestran alegremente en su banderolas “Renovables” y “Fósiles” mientras se alejan del entorno industralizado del que formamos parte. La pérdida nuestra competitividad industrial, la subida del precio de la electricidad y del paro serán la multa que la sociedad internacional impone a los que conducen en dirección contraria y, todo ello, sin quedar el consuelo de la reduccion del 50% por pronto pago.