Ciudadanos

«Elegimos ese camping porque no admitían animales y sabemos que el perro no podía estar allí»

Los padres de la menor herida por un can respiran tranquilos ante su buena evolución médica, pero no van a pasar página

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Con su ojo izquierdo tapado por el vendaje, la mejilla arañada y tras haber pasado una intervención quirúrgica, la pequeña Lola juguetea en la cama del hospital. Es vivaracha, de rizos rubios y capaz de encoger la barriga en su versión de la danza del vientre. El ataque que sufrió de un perro no «le ha generado ningún trauma, a su abuela le contó cómo le había mordido y como si nada».

Su padre, Aurelio Moreno, respira tranquilo porque las noticias que le trasladan los cirujanos que operaron a la pequeña son alentadoras. Tuvieron que reconstruirle a la niña, con sólo dos años, el párpado inferior izquierdo, los músculos que lo rodean y trataron de hacer lo mismo con el lagrimal, «pero no han podido. Sin embargo, dicen que al ser tan pequeña, la piel se recuperará mejor y que en principio no deben quedarle secuelas». Tampoco parece que vaya a perder visión en el ojo, «pero no hay certeza porque todavía no le han quitado el vendaje ni las tres capas de puntos que le aplicaron».

Este trabajo quirúrgico fue necesario después de que la menor ingresara de urgencia en el hospital Puerta del Mar de Cádiz el viernes por la noche. Su padre la trasladó «volando» desde el camping Pinar de San José, en Zahora, después de que fuera atacada por un pastor belga. Ahora su padre recuerda con ciertas dosis de sosiego lo ocurrido, pero con el convencimiento de que no van a pasar página. Su idea era denunciar al propietario del perro y de las instalaciones turísticas cuando regresara ayer por la noche a Jerez, donde residen.

«Habíamos alquilado una parcela el 8 de junio para tres meses. Elegimos ese camping porque nos dijeron que en temporada media y alta no se admiten animales». Su elección no se debió, según cuenta, a ninguna fobia causada por las mascotas, «sino porque suele haber menos problemas de higiene».

La semana anterior, recuerda este jerezano, ya habían pedido explicaciones a los responsables del recinto cuando vieron varios perros sueltos: «y nos respondieron que en temporada baja estaban permitidos».

Como ya informaba este medio en su edición de ayer, en la página web del camping se especifica que los animales domésticos sólo pueden acceder desde el 1 de enero al 14 de junio (excepto la Semana Santa) y del 14 de septiembre al 31 de diciembre, cuando se prevé un bajón de visitantes. Es decir, el perro que atacó a Lola, a priori, estaba fuera de ese periodo. «El viernes, el recinto estaba completo porque se habían citado a través de webcampista.com. El dueño del animal ocupó la parcela contigua a la mía».

En todo este relato cronológico, Aurelio Moreno responde una y otra vez que el perro no dio ninguna muestra de fiereza, estaba atado y ni ladraba. «Ya de noche, el hijo de la otra familia quiso enseñarle el perro a la mía. Se agacharon junto a él. El perro giró la cabeza y le mordió la cara a Lola».

Fue un ataque directo. Aurelio creyó en un primer momento que no había ocurrido nada grave: «la cogí en brazos porque estaba llorando, pensé que se había asustado, pero le vi la cara ensangrentada. Le limpié un poco con agua y ya comprendí que no era ninguna tontería. Tenía un trozo de su rostro desprendido».

No quiso esperar ambulancias y se lanzó a la carretera. «Mi suegro me recomendó que nos viniéramos a Cádiz porque es el hospital que tiene más servicios. Sabíamos que necesitaría cirugía». Ahora puede sonreir recordando el viaje relámpago hacia la capital, «si me pillaron los radares, me han quitado los puntos para varios años».

Ha recibido la llamada de la dirección del camping, del propietario del can, que ya le advirtió que tenía que marchar a Málaga pero que estaba a su disposición e incluso del presidente de la Federación de Campistas de Cádiz, pero los padres de Lola lo tienen claro: «Elegimos ese camping porque no admitían animales y sabemos que ese perro no podía estar allí».

stubio@lavozdigital.es