UN CLÁSICO. Un trabajador del Cobrador del Frac atiende al teléfono. / L. V.
Ciudadanos

Una reconversión obligada del sector inmobiliario al de los cobros

Cuatro profesionales vinculados al mercado de la vivienda crearon hace un mes una empresa especialista en resoluciones de deudas

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Hubo un tiempo en el que el sector inmobiliario dio de comer a miles de personas en Cádiz. Ese tiempo pasó. Ahora, los días son más oscuros, pero eso no significa que todos los negocios se encuentren en tinieblas. De hecho, son los que tratan con los restos del anterior modelo los que pueden sacar mejor tajada. A este grupo pertenecen las empresas de gestión de cobros.

Celeris (o cobrogestión.com) es un ejemplo. Sólo lleva mes y medio funcionando y la sorpresa marca su primer balance. Sorpresa por «cómo está la cosa, que está muy mal», explica uno de los cuatro responsables de la agencia, que opera desde San Fernando en toda la provincia gaditana. Los cuatro (abogados o economistas) trabajaron al amparo del mercado inmobiliario durante varios años. «Pero llegó un momento en que no podíamos seguir y pensamos en aprovechar nuestra doble experiencia, tanto laboral como formativa, para montar un despacho de cobro de impagos siempre de forma amistosa e intentando llegar a un acuerdo antes de ir a la vía judicial», añade el portavoz de la compañía. La buena fe de la idea (que se quiere separar de cobradores del frac y similares) la ratifica el representante por el hecho de que no se cobra nada hasta que no esté resuelto el problema.

Durante este poco tiempo de vida, la empresa ya ha conseguido acuerdos con varias entidades financieras, que les derivan casos y clientes (excepto los hipotecarios, que los dirigen directamente las grandes estructuras centrales de cada firma). Aunque el grueso de su clientela lo conforman empresas de todo tipo, en particular, pequeñas y autónomos. «Ellos no pueden gestionar por su cuenta todo el papeleo y nosotros lo hacemos por ellos», explica este emprendedor, que ilustra en un solo caso la crudeza de la situación: Hace unos días les llegó la historia de un escayolista que reclamaba una deuda de 25.000 euros. Ese mismo empresario daba trabajo meses atrás a una veintena de personas pero, por culpa de impagos como éste, ha quedado reducido a un solo autónomo.

«Es tremendo lo que se está viendo por ahí», concluye el portavoz de esta empresa de nueva creación. La solución pasa por refinanciar las deudas, algo a lo que se muestran todavía muy reacios todos los bancos.