TERTULIA. Imagen del Bar La Palma del Hondillo con su clientela; es uno de los establecimientos más antiguos de la calle. / VÍCTOR LÓPEZ
CÁDIZ

Una calle abierta al comercio marítimo

Marqués de Cádiz se caracteriza por los hostales y pensiones, en ellos antaño pernoctaron marineros venidos de las Indias

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Marineros aventureros procedentes de todo el mundo llegaban al muelle de Cádiz para descargar sus barcos allá por principios del siglo XX. Unas tareas que se prolongaban durante varios días para beneficio del comercio de la ciudad. Los cerca de diez hostales de la calle Marqués de Cádiz, una vía con apenas cien metros de largo, eran los lugares elegidos por estos lobos de mar para pernoctar. Hoy aún perduran algunos, como el Hostal Colón y las pensiones España y Marqués, que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. «Las habitaciones han sido reformadas instalando baño y televisión», como bien recuerda Miguel García, el padre de la propietaria del Hostal Colón (Inés García).

Los hierros que existen en las fachadas evocan el paso de carruajes y los carros de vara tirados por mulos con los que se repartían los comestibles en las tiendas. Su fin era «proteger las fachadas del roce constante de las ruedas». Una utilidad que hoy se ha perdido, entre otras cosas, porque la calle ahora es peatonal. «Los turistas preguntan mucho para qué sirven y yo les digo que es para que los borrachos no pierdan la verticalidad al subir la calle», señala con humor.

La sobrina de Miguel, Inés López, regenta la Pensión España, en el número 9 de Marqués de Cádiz. Un inmueble que data de 1857. «Mi padre compró la finca en 1940, según reflejan las escrituras; sin embargo, esto lleva siendo pensión desde principios del siglo XIX porque Ramón Solís en su libro El Cádiz de Las Cortes menciona dos posadas que había en la calle y una de ellas es esta», comenta esta joven. Desde entonces ha cambiado mucho la clientela, aquellos marineros han quedado en el olvido y son ahora «los jóvenes extranjeros» los que ocupan aquellas mismas dependencias. Pensión España cuenta con 20 habitaciones repartidas en tres plantas. «El negocio lo cerramos durante el invierno», aclara.

Otro de los negocios tradicionales de la calle que también ha tenido que ir adaptándose al nuevo siglo es la imprenta Repeto, ubicada en el número 5 de la vía. Un inmueble que antaño fue una cuadra de caballos. «Por aquí hemos pasado tres generaciones. Mi abuelo, mi padre y yo. El negocio fue fundado en el año 1926. Desde entonces muchas cosas han cambiado, pues hoy se hace todo por ordenador, la cartelería, los folletos y libros, prueba de ello es que tenemos máquinas en el taller que apenas se usan», explica Salvador Repeto, el actual propietario que curiosamente comparte el mismo nombre que tuvo su abuelo y padre.

Ignacio Vinaza, tipógrafo de profesión, lleva trabajando en la empresa desde hace 48 años. «Aquí entré con 14 años como aprendiz. En este taller se hicieron los primeros carteles del Trofeo Carranza y de las Fiestas Típicas gaditanas, que en realidad eran carnavales, pero se les cambió de nombre porque estaban prohibidos durante el franquismo», recuerda. Y es que más de uno terminó pasando la noche en los calabozos, según cuenta. «Lo más liberal de España está en Cádiz. En más de una ocasión el Carota estuvo en la prevención de Santa María por criticar el régimen», dice entre risas.

Una emprendedora

En la intersección con la calle Flamenco se encuentra La Panadería La Palma, un establecimiento que fue fundado en 1858 por José Díaz Ojo. Hoy su nieta Carmen Freire Díaz es la heredera del negocio. «Aquí nació mi madre y hemos vivido con mis hermanos», dice con nostalgia señalando las dos plantas superiores del edificio. En los bajos, el escaparate supone la mejor tarjeta de presentación de la panadería. En él se exponen todo tipo de panes, dulces y bocaditos para deleite de los paseantes. Doña Carmen recuerda los juegos de su infancia por la calle Marqués de Cádiz y aquellos panes galleta que se llevaban los marineros para sus travesías porque «aguantaban más tiempo tiernos».

Esta anciana, que nunca se casó para no tener descendencia, tiene previsto resucitar el freidor La Palma que estaba en la esquina con la calle Ruiz de Bustamante. «El local ya lo compré y estoy acondicionandolo para abrir, si Dios me da salud, una freiduría como había antes», afirma. Carmen no tiene apenas tiempo porque regenta otras panaderías en los municipios de Puerto Real y San Fernando. «Siempre estoy de arriba para abajo haciendo números y reuniéndome con los proveedores», apunta.

La Pastelería y confitería El Pópulo, que hace esquina con la conocida calle Pelota, también cuenta con más de un siglo, según revela Raquel Flores, la sobrina del propietario, Manuel Rosas. «Esta quizás sea la calle con más comercios antiguos de Cádiz», dice la joven mientras despacha al público que hace cola en el mostrador. Destacan los muchos turistas que entran al establecimiento para tirarse fotografías y compran caramelos y toffes.

jmvillasante@lavozdigital.es