'Capitán Miranda', un orgullo compartido

Es el orgullo de los marinos uruguayos, pero también un hijo para Cádiz. El que hoy es buque escuela de la Armanda uruguaya fue construido en 1930 en el astillero de Matagorda (Cádiz). Por aquel entonces era un buque planero o hidrográfico y parte de su tripulación estaba compuesta por españoles, según explica el capitán actual, Eduardo Franco.

Poco antes de cumplir el medio siglo, en 1977, la nave presentaba un aspecto muy deteriorado y por eso se pensó mandarlo al desguace. Sin embargo, un grupo de oficiales propuso transformarlo en buque escuela y así, entre 1977-1978 se produjo esa primera rehabilitación en Uruguay. Estuvo navegando varios años más hasta que en 1993 se decidió hacer otra reparación, esta vez en los astilleros de la empresa Bazán, en Cádiz. Allí fue refraccionado, manteniendo su silueta original, los interiores y la maquinaria. Las chapas del casco y el resto de los elementos fueron sustituidos.

Desde entonces y hasta la fecha actual, el buque ha continuado con su tarea de instruir guardias marinas de la Guardia Nacional, con invitados a bordo de enseñanza de nivel terciario. Éstos son egresados (licenciados) de la escuela naval que llegan al barco para practicar los conocimientos teóricos adquiridos en los años de estudio. Son 92 los tripulantes que viajan a bordo, entre ellos cinco mujeres.

El barco viaja a Cádiz todos los años, desde que en 1984 cruzó el Atlántico por primera vez en el otro sentido (la primera vez fue tras su botadura, en 1930, de Cádiz a Montevideo). «El puerto de Cádiz es nuestro puerto natal y es recalada obligatoria», manifestó Franco. Para los marinos uruguayos, Cádiz es una ciudad «emblemática» porque además de ser el lugar donde se construyó el Capitán Miranda, está mirando al mar «y ese es un elemento cotidiano para los marinos, que une Europa con América».

Tanto es así que el buque dejará una de las 'piernas' (trayecto) de la Regata de Funchal para acudir a Cádiz entre el 25 y el 29 de septiembre próximos. Franco asegura que aunque esta cita de Funchal es importante, volver a Cádiz lo es más. Pasear por sus calles y, por supuesto, ejercer el deporte más popular de los gaditanos: el tapeo.