CÁDIZ INDISPENSABLE

Cien cosas por las que mereció la pena pasar por Cádiz (III)

Son más de cien, miles, millones. O ninguna. Según el día. Seguro que cada cual tiene las suyas. Personales e intransferibles. Si alguien las quiere aportar. Aquí tiene su casa. La de todos. La de nadie

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Has escuchado tantas veces una verdad como la otra. Culo del mundo y centro del universo. Paraíso e infierno. Pobre y sabia. Vieja y viva. Muerta y golfa. Según las circunstancias y el estado de ánimo, lugareños y visitantes escogen al azar una palabra, un sentimiento, del cesto negro o del cesto rojo. Espanto. Orgullo. Huída. Melancolía. Qué más da. Se trata de jugar. Hagamos de la casualidad, virtud. Nacimos aquí. O nos enamoramos aquí. O trabajamos, o veraneamos. Estuvimos una vida, un fin de semana o un año. Apenas hay diferencia. Van cien motivos por los que festejar que conociéramos Cádiz, de forma natal o casual, permanente, momentánea o indiferente.

Casi todas las falsas razones son aplicables a cualquier rincón de la tierra, con apenas cambiar los nombres propios, el nombre de la calle.

Pero tocó éste. Son algunas, al voleón. Seguro que cada cual tiene las suyas. Personales e intransferibles como la carne de la identidad. Si alguien las quiere aportar. Aquí tiene su casa. La de todos. La de nadie.

41. Porque tienes un himno para cada momento y ocasión, para cada celebración, encuentro y fiesta. Sobre el amor, la ciudad, su bandera enredadita, los mostradores, el 3x4 que ni existe, la gaditana, los duros, su equipo. Y puedes cantar mal. Está bien visto cantar mal. Si no sabes las letras, puedes aprenderlas fácilmente. O te la

42. Porque las piedras tienen nombre.

43. Por balcones. Y fachadas. Por los esguinces cervicales. Eso sí que es el síndrome de Stendhal.

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44. Porque Vejer está a una media hora de Jerez y de Tarifa. Jerez, a 30 minutos de Sanlúcar. Cádiz, a una hora de Grazalema. En dirección contraria, qué asombro, se tarda lo mismo. Conil a un paso de Rota y Arcos a otro de Medina, desde dónde se ven Cádiz y Jerez. Desde Vejer, se ve Medina. El Puerto está cerca de todas partes. Bolonia y la nieve a una hora de coche. Mejor de moto.

45. Porque si cierras los ojos en Bajo Guía, ves pasar la mitad de la Historia de España.

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46. Porque hay muchas opciones de cruzarse con Jesús Bienvenido por la calle y poder verlo de cerca. Cuenta la leyenda que incluso Miguel Ángel Silvestre, Cayetano Rivera y Hugo Silva se aparecen cada dos por tres en las playas de Zahara, Los Caños o El Palmar. Hasta Imanol Arias, que las abuelas también tienen derecho a fantasear, es fijo de esta parte del mundo.

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47. Por las ortiguillas. Si no sabes lo que son, mejor. Así hay más para los demás.

48. Por tirarse del Puente Canal o por quedarse con ganas por miedo y sensatez.

49. Por haber descubierto el miedo delante de un boquete que, dicen, es un laberinto subterráneo con tres siglos de historia. Lo inauguró María Moco.

50. Porque la ciudad de Cádiz está sujeta por las cúpulas de los edificios de otra que tiene debajo. Porque si se retira el mar aparece una vía que va directa a Roma. Por Hércules, menos el de Alicante, por sus leones, por todos los mitos y las leyendas.

51. Porque los únicos franceses que pudieron entrar y quedarse fueron los de Le Poeme y La Belle de Cadix. Napoleón proteja sus manos pasteleras desde el infierno.

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52. Por los jueves flamencos. Y por los miércoles. Por cualquier día de cante. Seas aficionado o no. Mejor en el barrio de Santiago, o en Santa María. O en cualquier peña, espontáneo, inesperado, de noche.

53. Porque media España te tiene por analfabeto, vago, subdesarrollado, parásito y tercermundista. Esto último ayuda mucho a sentir empatía y complicidad con tres cuartas partes del mundo.

54. Porque recibimos a los turistas figiendo que no sabemos que, muchos, piensan eso. Interpretamos bien. Casi mejor que ellos.

55. Por las mejores playas el universo mundo para ser paseadas entre octubre y abril.

56. Por los chicharrones de Chiclana. Cortados o no, especiales o comunes. Incluso por la mojama. Impagable lo de ver la cara de los que lo prueban por primera vez.

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57. Por el túnel del tiempo de la Casa Pinillos. Por su hermano mayor, el Museo Provincial.

58. Por la euforia que supone encontrar aparcamiento.

59. Por tapear una noche cualquiera en El Malagueño o en La Vinería del Negro, en El Pópulo, entre septiembre y mayo. Sin visitas.

60. Por el Pay-Pay, con su leyenda lumpen y su presente coherente.

61. Porque puedes calcular los años como te dé la gana. La fundación de Cádiz tiene 2.700 años, o 3.000 según te coja. Para qué decir de la Atlántida. A discreción. El ficus del Mora tiene 1.000, 2.000 ó 3.000 según las cervezas que lleves.

62. Porque llevas de nacimiento la etiqueta de homosexual, lo que debiera predisponer a la homofilia más que a la homofobia.

63. Porque aprendes a rimar cualquier palabra con cualquier barbaridad.

64. Por la barra de El Faro con Diego y David al frente. Ayer, hoy, siempre. Todavía.

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65. Por tener siempre cerca a personas que te impiden ser pedante o redicho. Prueba a decir entre un grupo de lugareños o visitantes habituales algo como «las calles de este barrio me parecen límpidas y fulgorosas». Antes de que hayan pasado cinco segundos, alguien contestará: «límpida y fulgorosa tienes tú toda la cara esa de anacardo manido».

66. Porque puedes llevar el ritmo de los buenos pasodobles del Noly con las tripas, sin moverte ni emitir sonido alguno.

67. Porque cuando ya no puedes más puedes hacer una parada silenciosa en algún tabanco puro de Jerez, en la Taberna La Manzanilla.

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68. Porque, para lista, tu prima. Si es prima hermana, ya se sabe lo que dice el manual.

69. Porque has visto llover en horizontal.

70. Por el placer de intentar colarte en algún teatro, estadio, espectáculo en el que, en realidad, te importa un pimiento estar.

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