Imagen de archivo captada por una cámara de seguridad con tres ladrones encapuchados
Imagen de archivo captada por una cámara de seguridad con tres ladrones encapuchados - la voz
provincia

«Nada de furtivos, son ladrones»

Empresarios acuícolas, «cansados» de los continuos robos que sufren en sus cultivos

m. almagro
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Están «hartos», «cansados», pero no tiran la toalla. Estar en el negocio y sobrevivir en un mercado muy competitivo les ha costado lo suyo. Millones de inversión y cientos de horas echadas en el tajo. Para dejarlo ahora, justo cuando otra vez empiezan a ver la luz.

Son los empresarios dedicados al cultivo de pescado en esteros, marismas y salinas, que a la lucha por sacar sus inversiones adelante se ven obligados a tener que batallar contra los ladrones. Así lo cuenta Salvador Algarín, asesor técnico de los cultivos piscifícolas de Barbate y de Trebujena, dos sociedades que han sufrido estos asaltos. «Uno de los problemas más importantes que tiene la acuicultura en tierra son los robos. Se dan desde hace mucho tiempo, es una lacra que está poniendo en peligro la actividad y no somos capaces de acabar con ello», lamenta.

«Ya tenemos que competir con los que producen en jaulas en el mar, para ahora también pelear con esto... Es gente que ha hecho del robo su profesión. No son furtivos- esa es una palabra demasiado romántica- son ladrones, igual que el que se lleva ocho kilómetros del tendido del AVE».

Como detalla Algarín los robos han sido una «constante desde que empezamos con la acuicultura en esta zona». «¡No puede ser que trabajemos para ellos, que nuestros productos se lo lleven otros, con el trabajo que nos cuesta sacarlo adelante!», denuncia. Según afirma, actualmente, el área más atacada por estos amigos de lo ajeno son las instalaciones situadas en la Bahía de Cádiz, una zona que comienza a despertar tras una época en la que las ganancias de estos negocios han ido bastante peor.

Redes de distribución

Y los causantes de estos daños no son para nada unos inexpertos. «Se trata de organizaciones bien estructuradas. Saben perfectamente lo que hacen, dónde tienen que entrar, qué tienen que coger y cuándo». Suelen actuar en grupo. Uno solo no podría con todo el botín que pueden llegar a coger de entre 100 a 400 kilos de pescado. Normalmente dorada y lubina, que es lo que se produce en estas instalaciones. Además, está bastante pensado. Lo mejor para no acabar en la cárcel es actuar en grupo ya que robar cantidades más pequeñas está considerado falta y no delito.

El coordinador técnico de la Asociación de Empresas de Acuicultura Marina de Andalucía (Asema), Alfonso Macías, confirma desde el colectivo lo que está ocurriendo. «Las últimas oleadas importantes de robos fueron en los años 2011 y 2012. Tras un tiempo más o menos tranquilo hemos detectado de nuevo un aumento de casos entre nuestra empresas asociadas», explica.

Para el coordinador técnico de Asema el problema «es mucho más grave de lo que pensamos». Las grandes cantidades que se sustraen apuntan a que tras estos ladrones existen redes y puntos de recepción y distribución. «Los robos se producen por encargo», aseguran. «Saben lo que cogen».

De pescar fardos a lubinas

Y así se mueven. «Entran en las instalaciones amparados por la oscuridad de la noche en coches o en pequeñas embarcaciones, conocen el terreno, van equipados con trajes de neopreno». Incluso, en anteriores casos, han llegado a envenenar a los perros de vigilancia, y en las investigaciones se ha demostrado que han usado plásticos para borrar sus propias huellas.

Salvador Algarín recuerda uno de los mayores robos que sufrieron en su empresa en Trebujena. Fue en 2011. Los trabajadores avisaron, y agentes de la Guardia Civil lograron pillar in fraganti a uno de los ladrones al que, al contrario que a sus dos compinches, no le dio tiempo a huir. Al detenido, de 30 años y de San Fernando, se le incautaron unos 300 kilos de pescado. Los que lograron huir se llevaron más. El detenido, tras ser puesto a disposición judicial, quedó finalmente en libertad con cargos. En esta operación fueron imputadas hasta siete personas. Entre ellas, cuatro hermanos también de San Fernando.

Fue entonces cuando se dio la voz de alarma al tener conocimiento que algunos de los detenidos tenían antecedentes por narcotráfico y que, por tanto, no era la primera vez que delinquían. La lubina, a unos 12 euros el kilo (depende siempre de la fecha), era más «rentable» que el que te pillen con kilos de hachís o cocaína con penas de cárcel bastante más duras.

«Hacemos lo humanamente posible», cuenta el empresario. Y es que para evitar los hurtos han tenido que convertir sus instalaciones en verdaderos fortines donde además de vigilantes las 24 horas, han instalado vallas especiales e incluso radares que detectan el movimiento.

Pero además, como advierten desde el sector, no hay que olvidar que el producto robado es un alimento. Un importante matiz que agrava, como destaca Macías, la situación. Su distribución incontrolada e ilícita genera un «verdadero problema de seguridad para los consumidores». No pasa por los controles sanitarios reglamentarios por lo que además incurren en «un delito contra la salud pública».

Ver los comentarios