La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz - J. M. SERRANO

Crisis de Gobierno en la Junta de Andalucía: Susana Díaz desciende a su cruda realidad

La presidenta no supera su derrota en las primarias. El Parlamento le pesa tanto como la gestión diaria y teme perder la calle y... el partido

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Todo lo que ha hecho después de aquel 21 de mayo tiene la cadencia lenta y torpe de la danza de los púgiles después de besar la lona. Susana Díaz se había conjurado esa misma noche para volver al combate político de inmediato pero no puede olvidar el golpe, por inesperado y certero -directo al mentón-, que le supuso perder las primarias socialistas cuando tenía todas las apuestas a favor. El ansia por recuperar la estabilidad y recomponer la guardia le ha hecho cometer en pocos días errores antes desconocidos, como generar una crisis de gobierno cuando se lo exigía públicamente toda la oposición, y hasta soltar golpes a la nada y para nada, como el que intentó agarrar para su causa, con los guantes de la improvisación, a Diego Valderas como comisionado de la Memoria para demostrar que su zurda conserva la fuerza.

Pero el adversario ya no se ve tan nítido, incluso se multiplica y no habrá respiro porque el gong no sonará antes de que terminen los congresos de verano en los que está obligada a no desfallecer para demostrar con contundencia quién manda en el Partido Socialista en Andalucía y parar la cuenta atrás del KO.

Atrás quedaron los días en los que proyectaba con su equipo la toma de Madrid, cuando el objetivo era liderar el PSOE y proyectarse como aspirante a la presidencia del Gobierno de España. Un tiempo que le reprocha la oposición, sobre todo cuando la propia presidenta insiste en que ahora quiere «volcarse en Andalucía». Tanto que se le advierte mucha prisa por recomponerse. El mejor ejemplo es todo lo que rodea la elección del nuevo gobierno.

Oportunidad

Cabe tratar como un error de cálculo de la presidenta que cambie su gobierno el día después de bendecir la acción de su equipo de consejeros en el debate parlamentario sobre la situación política. Sobre todo porque la renovación del Ejecutivo ha consistido principalmente en señalar a los consejeros que más contestación han tenido por la opinión pública, cesarlos e insistir en el mensaje de que quiere recuperar la calle, que se entiende da ahora por perdida. Entre los reproches que se le hacen a la presidenta es que intente tapar con estos ceses su verdadera crisis personal. Uno de los motivos que explicaría la rápida sucesión de acontecimientos es la urgencia por hacer olvidar su débil discurso del miércoles en el Parlamento. La remodelación del Gobierno debiera haber centrado ese debate.

También extraña que Díaz haya propiciado una crisis de gobierno precisamente cuando los grupos de la oposición se la demandaban ante la atonía de la gestión de la Junta de Andalucía. La presidenta ha confirmado el fin de ciclo de buena parte del grupo político que ha dirigido en los dos últimos años. El cambio se proyecta como una fórmula para encubrir que en el fondo no hay una hoja de ruta marcada al Gobierno andaluz por su presidenta. Un ejemplo está en el anuncio de la gratuidad de las matrículas de los universitarios, una medida no tratada previamente con los rectores, a los que no ha aclarado cómo se les compensará y que llevan seis meses a la espera de que se apruebe un nuevo modelo de financiación de unas universidades a las que la Junta debe unos 275 millones. El efectista compromiso de gratuidad de las matrículas universitarias resume el rumbo de las políticas de la Junta, al antojo de unos vientos, que han quemado a algunos de sus consejeros por mor de esa estrategia de promesas sin sustento presupuestario.

Enmienda a su política

El cese de consejeros refleja una enmienda en toda regla a las líneas políticas que venía defendiendo Díaz. La presidenta se ha mostrado siempre orgullosa de su gestión en Salud y Educación, pero ha cesado a ambos consejeros, acosados por las protestas de los colectivos profesionales y ciudadanos. Son los ceses más crueles. Díaz ha dejado caer a Aquilino Alonso en Salud tras meses y meses de resistencia frente a las mareas blancas que pedían su cabeza y que al final han conseguido desmantelar la cúpula de la Consejería. En Educación, Adelaida de la Calle, que dejó la Universidad malagueña, ha ido tapando grietas y respondiendo a los requerimientos «ideológicos» del Gobierno socialista frente a cuestiones como la concertada y la diferenciada -con numerosos y recientes varapalos judiciales-, pero ha terminado quemada en un sillón cuyos inquilinos desde hace una década -tras los ocho años de Cándida Martínez- no aguantan mandatos de más de dos años.

Díaz necesita ahora amarrar los grandes caladeros de votos y no puede permitirse que las consejerías con mayor número de funcionarios estén en pie de guerra. Pero el borrón y cuenta nueva traslada otra cuestión a la calle: ¿tiene recursos la Junta para poder prometer lo que promete? Todas las críticas de la oposición se centran en su falta de rumbo y en su excesiva dedicación al partido. Un mensaje que cala mientras Díaz intenta tapar huecos.

Distinto es el cese de Emilio de Llera, cuyo papel estaba amortizado una vez que el caso ERE está listo para juicio y la juez Núñez desinfla el caso formación. A partir de ahora De Llera podía convertirse más en un problema que en una solución. También Sánchez Maldonado cumplió su etapa en Empleo tras la comisión de investigación del caso formación. La corrupción ha dejado de ser una urgencia. El caso de María del Carmen Ortiz en Agricultura se debe a su escasa visibilidad. Díaz no quiere protagonismos que le den sombra, pero tanta discreción...

El partido

Una crisis de gobierno que se comunica a las once de la noche tuvo que complicarse. Nadie ha desmentido las informaciones que apuntan a que Mario Jiménez rechazó un puesto en el Gobierno y puede que no fuera el único. Se interpreta como una muestra de agradecimiento por su labor en la crisis socialista -siempre las primarias de fondo-, pero Jiménez también dijo no, como Valderas, otro error de cálculo. Un gobierno para dos años con una presidenta vulnerable tras el golpe de las primarias no parece el más plácido destino político.

Ahora queda atar en corto al partido para los congresos y ahí se prepara otro reparto de poder para blindar a la presidenta de amenazas amigas. Los congresillos se solventaron con una entente forzada por los acontecimientos pero el combate sigue abierto: Susana Díaz contra todos. Ciudadanos tiene el agua fría y amoniaco en el rincón, pero... La estrella invencible del socialismo andaluz ha tocado lona y la incógnita es cuánto le durará la pájara.

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