El último palazo en el Peñón del Colorao
El último palazo en el Peñón del Colorao - Leo Rama
EXCAVACIÓN

La búsqueda de Lorca concluye sin éxito

Los investigadores barajan la hipótesis de que los restos fueran exhumados, como sugieren las alteraciones del terreno

Granada Actualizado: Guardar
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«Ya no me encontraron / ¿Y no me encontraron? / No. No me encontraron»

Lo escribió él, profético, en su poema 'Fábula y rueda de los tres amigos'. Efectivamente, no le han encontrado. Los restos de Federico García Lorca no han aparecido. Ni los del maestro republicano Dióscoro Galindo ni los de los toreros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, con quienes pudo ser enterrado el poeta. El equipo de investigadores se ha quedado sin dinero –privado– para continuar la excavación a falta de inspeccionar un 20% del terreno. Pero han constatado la existencia de la rampa y los pozos donde se produjo el fusilamiento, según señaló en su día el capitán falangista José María Nestares, jefe del frente en Víznar.

«Vamos a parar, es hora de evaluar y sacar conclusiones», comentaba ayer el historiador e investigador, Miguel Caballero. La hipótesis que ahora baraja el equipo es que los restos fueran exhumados: «Pensamos que se los llevaron de aquí». Es lo que sugieren las evidencias geológicas. «No hay vestigios de fosa salvo en una zona que requiere más estudio", especifica el arqueólogo Javier Navarro, director de la excavación: «Interpretamos que ha habido acción humana, pero son conjeturas».

Algo es seguro, afirma Caballero: «Los pozos estaban en esa zona sin ningún género de dudas». Aparentemente los pozos fueron cegados con tierra, después los vaciaron y finalmente los rellenaron de nuevo. Los investigadores tendrán que analizar los restos cerámicos encontrados en el relleno para comprobar si son anteriores o posteriores a la Guerra Civil

La zona en la que han estado realizando los trabajos se conoce como el Peñón del Colorao, ubicado en el margen de la antigua carretera que va de Víznar a Alfacar. Es el mismo lugar que aparece en la declaración de fallecimiento de Lorca. Esta zona, utilizada como campamento militar por el bando nacional, fue sepultada con miles de metros cúbicos de tierra en 1989 para hacer un campo de fútbol que no se llegó a edificar. «Una actuación que es una verdadera afrenta a la memoria de lo que allí sucedió», escribió entones Isabel, hermana de García Lorca, en una carta al presidente autonómico Manuel Chaves para frenar la obra. Aquella fue la primera vez en la que la familia del poeta, siempre en contra de cualquier intento de búsqueda, indicó que allí estaba Federico.

Los testimonios se confirman

Los investigadores comenzaron los trabajos de excavación el 19 de septiembre. En el mes transcurrido han podido confirmar la existencia de la rampa que daba acceso al campamento militar, así como de los pozos de los que hablaban las fuentes a las que da credibilidad Miguel Caballero. Teorías sobre la muerte de Lorca hay muchas. Todo granadino tiene una. Caballero se apoya en el testimonio del capitán Nestares, que señaló ese punto como el lugar del fusilamiento. José María Nestares era uno de los hombres fuerte de Falange y jefe de la Guardia de Asalto de Granada en 1936; luego pasó a dirigir el frente en Víznar.

Nestares rompió la orden de ejecución de Lorca cuando se enteró de que iba a ser llevado en un camión y ejecutado por un grupo de guardias de asalto. Nada pudo hacer para salvarlo. Por tal razón mandó con el pelotón de ejecución a José Martínez Bueso. Quería que Bueso, su ayudante, fuese testigo del fusilamiento y dio cuenta a Nestares del lugar, que fue personalmente a la mañana siguiente. Así se lo contó Nestares a otro falangista, el periodista Eduardo Molina Fajardo, director del periódico Patria, que publicó 'Los últimos días de Federico García Lorca'.

Fernando Nestares, hijo del capitán, ratificó la versión de su padre cuando localizó en los años a 60 a tres de los miembros de la Escuadra Alfaguara de fusilamiento. Éstos le señalaron el Peñón del Colorao como el lugar de una ejecución que se produjo por rencillas de familias pudientes, según la teoría elaborada por Miguel Caballero. El asesinato de Federico habría sido ordenado por el Gobierno Civil a instancias de los Roldán y los Alba para vengarse de los Lorca por problemas económicos, de negocios. No lo mataron «ni por rojo ni por maricón», sostiene Caballero, aunque las convicciones republicanas del autor tampoco ayudaron.

Ésta ha sido la segunda y última búsqueda de la fosa de Lorca que ha encabezado Miguel Caballero. Él se retira ya. Son muchos años de desgaste, dice, de peleas por la financiación: «Es un estrés que no compensa, son las administraciones las que tienen el deber de buscar». A pesar de todo, Caballero asegura estar contento. Ha podido verificar la existencia de los pozos, su principal objetivo, asegura. ¿Y ahora? «No tengo una hipótesis de trabajo honrada para seguir... Pero hemos hecho lo que teníamos que hacer». Descartar, labor inherente al método científico. ¿Y ahora? El misterio continúa.

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