SOCIEDAD

Empleo, el pilar de la inclusión para las personas con discapacidad intelectual

El servicio de apoyo laboral de Aprosub es un puente hacia el trabajo para un centenar de cordobeses

Usuarios de Aprosub junto a su preparador laboral ROLDÁN SERRANO

R. C. M.

Inclusión . Hermosa palabra cargada de ambigüedad. Igual que el término discapacidad . Pero, ¿qué es exactamente? Y, sobre todo, ¿son las personas las que tienen una discapacidad o es la sociedad la que no está preparada para integrar a personas con distintas capacidades? Ésta es la pregunta que se hacen a menudo las personas con problemas de accesibilidad cognitiva . Un colectivo tradicionalmente estigmatizado en el mundo formativo y laboral que trabaja día a día para hacerse un hueco en la sociedad y en el mercado de trabajo. Y es que, a pesar sus barreras intelectuales , estas personas son perfectamente capaces de desarrollar muchas de las tareas que se exigen en diversos puestos de trabajo.

En la mayoría de las ocasiones, las empresas presentan muchos prejuicios a la hora de contratar a empleados con alguna discapacidad. Un miedo que en la Asociación en favor de las personas con discapacidad intelectual de Córdoba, Aprosub , se encargan de desterrar gracias a su servicio de empleo con apoyo, que tiene como objetivo la inserción laboral de personas con discapacidad intelectual . Se trata de una metodología a partir de la cual la figura del preparador laboral conoce al usuario del servicio identificando sus capacidades, habilidades y preferencias laborales y contacta con empresas con puestos de trabajo cuyas funciones se adapten al candidato. Pero su misión no queda ahí, ya que el preparador acompaña y entrena al aspirante hasta que éste adquiere la autonomía suficiente para desarrollar su trabajo en la empresa, al mismo tiempo que asesora a esta última en materia de contratación.

Álvaro Castellanos es preparador laboral en Aprosub. Su labor es fundamental para el futuro de los usuarios del programa de apoyo al empleo, a los que forma y acompaña en sus primeros días de trabajo. «Nos encargamos de la inserción laboral preferentemente en empresas ordinarias con compañeros que no presentan dificultades de este tipo para lograr una mayor normalización, aunque también trabajamos con centros especiales de empleo », explica el preparador. Su función no es fácil y las barreras muy altas. «Somos nosotros los que tenemos que ir llamando a las puertas para que nos ofrezcan una oportunidad, ya que, por lo general, las empresas tienen muchos prejuicios y se lo piensan mucho, incluso, a veces se echan para atrás con el proceso iniciado».

Los protagonistas de la inserción laboral

A escasas horas de firmar una ampliación de su contrato por un año más, Rocío Martín muestra su mejor y hermosa sonrisa. Está ante el trabajo de su vida y está entusiasmada. Con 28 años, vive en la pedanía de Albendín, afronta su segundo año en el servicio de limpieza del Centro de Salud de Castro del Río. «Soy buena trabajadora, tengo un trabajo precioso y me encantaría quedarme allí para siempre», resume. Francisco Diéguez es el más joven de sus cinco compañeros, tiene 19 años y hace prácticas en un bar del Brillante. Por ahora, su labor se restringe a limpiar, recoger vasos y adecentar los espacios del bar, pero no le importaría seguir formándose para dedicarse profesionalmente a las labores de «camarero o cocinero». La experiencia, unida a su afición por la música, le llevan a pensar en un futuro en un pub. Una bicicleta, cinco rutas y una sonrisa permanente repartiendo publicidad por las calles de la ciudad resumen la reciente experiencia laboral de David Serrano en la empresa DCabo Consultores. Una grata vivencia que sueña con repetir muy pronto, aunque su gran sueño sería llegar a ser un gran actor. Por eso quiere entrar en la escuela de Arte Dramático y formarse. María de Cabo también tiene clara su meta: fundar y dirigir su propio restaurante. Tiene tablas, las que le ha dado un contrato de más de un año en Casa Pepe de la Judería, donde preparaba las mesas, cortaba el pan y hacía de camarera. Beatriz López tiene la sensación de que le ha tocado la lotería a sus 42 años: en apenas unos días iniciará una nueva aventura laboral en una residencia de la tercera edad. Una experiencia laboral que le permitirá hacer lo que más le gusta: «estar en contacto con la gente y ganar dinero» para perseguir sus metas. Una de ellas es viajar. Como todo el mundo.

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