Un tinto de largo recorrido de la Ribera del Duero

Este vino Finca Peruco, de Goyo García, aporta sensaciones de finura, de sabiduría en la vendimia y equilibrio en la boca, de saber hacer

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Sería como ese «rezo por un beso que jamás olvidé», en una versión cantada por el inmenso Adriano Celentano. Sería este vino Finca Peruco, de Goyo García. Sería ese beso. Jamás se olvida un vino bendecido por la madre naturaleza, tierras de arena y canto rodado, viñas hasta los 900 metros... Sería ese beso aunque aún no hubiese existido, aunque estos viñedos existen. Un vino bendecido por la madurez. ¿Y qué es la madurez? Esa misma plenitud de la vida humana, cuando se alcanza la sensatez. Cuando el tiempo del fruto es el deseado. Cuando no ha llegado el paso a la vejez. Un sorbo de una copa de este vino sería un beso desde el cariño, cuando el amor se vislumbra, o apenas aún alumbra pero sabes que sorbo tras sorbo está al caer.

Al caer está Finca Peruco y el amor por él. Y una copa de este vino, notas de esa fruta que decía en su punto justo de madurez aunque hubo poco de cordura en esa añada 2011 que fue. Sensaciones de finura, de sabiduría en la vendimia y equilibrio en la boca, de saber hacer. Vino de largo recorrido, como esa vida que desde el primer beso volviera a nacer. Sería un placer.

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