Diez de las calas y playas más hermosas de la Costa Brava

Cala del Senyor Ramon

Esta es una de las playas favoritas de los catalanes amantes de la Costa Brava. Aquí se llega desde la carretera que va de Salionç a Rosamar, aunque hay que estar atentos, pues la señalización está estratégicamente mal, para que se conserve su privacidad. Eso sí, la fama que ha adquirido en los últimos años, a pesar de que sea difícil de encontrar, la ha puesto en el mapa de propios y extraños. La playa es semi nudista y no hay duchas ni chiringuito , así que conserva aún algo de la paz de antaño, especialmente si se visita entre semana. Se puede dejar el auto a 15 minutos, en la carretera, o cerca de la playa, en un parking, por seis euros. En la zona del parking hay un bar para comprar algo de comer o ir al servicio.

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El Golfet

Esta pequeña cala, en las inmediaciones de Calella de Palafrugell , pedregosa y de aguas heladas es una imprescindible si se quieren buscar rincones no demasiado masificados en la Costa Brava. Aún en verano, hay espacio en donde poner la toalla, a diferencia de las playas de Calella, a unos minutos de ahí. La razón es que para bajar a esta cala hay que caminar unos 15 minutos desde la carretera. No hay servicios y se recomienda llevar zapatos para el agua, para evitar las piedras. Perfecta para hacer esnórquel. Si se tiene la suerte de visitarla pasado agosto, es un paraíso.

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S’Agaró

Lo particular que tiene la playa de S’Agaró no es su belleza, que también, sino su gastronomía, aquí hay dos chefs que hacen que la visita merezca la pena. La playa, en sí misma, es una de ciudad, con unas casetas de baño de las de antes, súper «instagrameables» , y unos atardeceres de locura. La mejor excusa para bañarse en este rincón es, sin duda, la cocina de Paco Pérez en el recién inaugurado GL Alábriga. Es el chef con más estrellas Michelin de Cataluña, dos en el restaurante Miramar , en Llança, dos en la Enoteca , en el hotel Arts de Barcelona, y una más en el Cinco de Berlín . Su cocina continúa la línea de la vanguardia, a pesar de que muchos cocineros la han abandonado, y menos mal, porque Pérez tiene mucho para seguir sorprendiendo. Otra gran excusa para visitar S’Agaró es la cocina de Romain Fornell , el chef francés radicado en Barcelona, con una estrella Michelin en el Caelis, ahora ubicado en el hotel Ohla de la Via Laietana. Su homenaje a la cocina tradicional francesa en el Candlelight es para derramar varias lágrimas de emoción. El servicio de sala del hotel acompaña la delicada y exquisita cocina de Fornell. Un 10.

Cala Futadera

Para acceder a esta cala, al sur de Salionç, hay que bajar 200 escalones desde la carretera. Lo difícil no es bajar, sino subir. Es importante tener en cuenta eso, para no hacer el viaje de balde. Además, al llegar a la playa, se debe caminar sobre el agua con piedras, por lo que un calzado adecuado para hacerlo le hará la vida más fácil al viajero. La mejor hora para visitarla es por la mañana pues, a partir de media tarde, el sol se oculta tras la montaña y la playa queda en la sombra. Mucha gente accede a ella desde un barco, pues sus aguas cristalinas son perfectas para hacer esnórquel. No hay servicios ni chiringuito . En verano se abarrota, de embarcaciones y personas.

Aigua Xelida

En esta cala, cercana a Tamariu, tampoco hay socorristas, ni bar, ni duchas y también se bajan escaleras, pero el premio vale la pena. Casi todo el año es un lugar perfecto para desconectar, excepto en julio y agosto, pues es tan pequeña que aunque vaya poca gente, se llena pronto. Muy buena para bucear y explorar el agua, por sus aguas cristalinas. Por estar oculta entre la montaña, sus aguas no son tan frías como su nombre lo indica. Lo mejor es llegar temprano para encontrar sitio en el parking y en las piedras, no hay mucha arena. No hay que dejarse la cámara fotográfica en casa, aquí se pueden hacer instantáneas magníficas.

Platja del Castell de Palamós

En esta playa cuenta con parking, alquiler de tumbonas y sombrillas, servicios y un par de chiringuitos. Es una playa muy pequeña que no cubre demasiado el agua, así que es muy socorrida por los padres con niños pequeños. Se pueden alquilar kayaks y visitar los restos iberos que hay a un costado de la playa. Para los que se aburren de tumbarse al sol, hay otras calas, como la Cala Petita, en las inmediaciones que se pueden visitar caminando por el Camí de Ronda, que cruza por aquí.

Platja de la Rubina

Esta es una de las mejores playas para ir con perros de España, por su tamaño. No tiene servicios, pero cerca de ahí hay otra playa con servicios, chiringuitos y duchas. El parking está a un costado de la playa y, aún en verano, es posible encontrar sitio. Aquí los peludos pueden correr a sus anchas y bañarse, siempre que no haya Tramontana. Cuando el viento sopla fuerte, es casi imposible de nadar, pues el agua está muy revuelta, las olas son muy fuertes, la marea es peligrosa y la arena se cuela por todos lados. En caso de Tramontana, lo mejor es dar un paseo por la orilla del Rec de las Salinas, en Empuriabrava, ya sea andando o en bicicleta, aquí también son bienvenidos los perros.

Cala Boadella

Esta playa, vecina a Lloret de Mar, es, junto con la de Santa Cristina, una excelente opción para visitar, incluso en verano, pues la dificultad que hay para acceder a ellas, aunque no es demasiado complicada, desde el parking, hace que algunas personas prefieran no ir. No significa que esté vacía, no hay playa vacía en verano en la Costa Brava, ni siquiera las que se puede llegar solo en barco. Eso sí, dentro de las que tienen servicios (aquí hay socorrista, un bar, servicios y duchas), estas dos son una buena elección, pues siempre hay lugar para la toalla y el agua está siempre cristalina. Es una buena playa para ir con niños, por sus aguas tranquilas. En la Boadella hay una sección nudista.

Platja Illa Roja

Por ser semi nudista aún conserva un poco de menos masificación que la playa larga de Pals, de la que es vecina. Es una playa un poco más larga que muchas de las pequeñas calas de la Costa Brava. La arena es gruesa, así que puede quemar si se va descalzo, y según desde dónde venga el viento, puede haber oleaje fuerte y aguas revueltas, aunque por ser de arena gruesa, no se forman las ventiscas de arena que se pueden crear en otras playas largas, como la de la Rubina. El acceso es muy fácil desde la playa del Racó. Además del parking, que se llena pronto en verano, no tiene ningún servicio.

Cala Estreta

Esta playa merece una excursión de un día, pues no es de fácil acceso. Aún así, la recompensa vale la pena, pues incluso en verano, no suele estar tan abarrotada como otras calas de la Costa Brava. Recuerda a las calas vírgenes de Menorca, por las que aún no se percibe demasiado la huella humana. Aquí se llega a través del Camí de Ronda, de Palamós hacia Palafrugell, y se puede acceder también en bicicleta. Es nudista y está rodeada también por varias calas que pueden visitarse a lo largo del día.