Dormir como un reo

En «Sook Station» los huéspedes pueden pernoctar en una cárcel tailandesa, pero de lujo, por 18 o 30 euros la noche

Una de las huéspedes de «Sook Station», tras los barrotes de su celda
Angie Calero

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Imaginen que viaja a Tailandia y, a las afueras de Bangkok, recala en un edificio de arquitectura moderna donde por 18 o 30 euros puede pasar la noche con un pijama de rayas (gorro incluido) durmiendo en la celda de una prisión, donde al realizar su ingreso le fotografían en un muro con marcas de altura sosteniendo un cartel con su nombre, fecha de entrada y número de habitación. Quizá les resulte una broma pesada, pero no. Parece que el empresario Sittichai Chaivoraprug ha decidido olvidar las quejas escritas por presidiarios desde letrinas de todo el mundo (especialmente a los de su país) y relativizar aquello que escribió uno de los presos más famosos de la España de los 80, lo de que «el infierno está en la tierra: es la cárcel» .

A Chaivoraprug se le ocurrió levantar «Sook Station», un establecimiento con nueve habitaciones dispuestas con literas, sin armarios ni televisión , mientras veía la película «The Shawshank Redemption» (Cadena perpetua) protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. «Hay clientes que tienen miedo de pasar la noche “entre rejas”. No es habitual, pero un grupo salió corriendo tras ver la habitación» , ha comentado el propietario a la agencia Efe. Y añade: «A algunos clientes les gusta que, tras mostrarles la habitación, simulen el ruido que un guardia hace al golpear los barrotes, pero para otros es una broma que les parece pesada».

Para los huéspedes más osados dispone de un par de juegos de esposas de metal. Otros, ya sea porque quieren someterse a una terapia de choque contra su pánico a la oscuridad –o combatir la ansiedad que les generan los espacios completamente cerrados–, pueden solicitar las celdas de aislamiento con ventanas tapiadas. «No es que (las habitaciones de confinamiento solitario) sean las más populares, pero hay gente que las solicita», dice. Pese a todo, cuenta Chaivoraprug que le sorprende que la gente quiera volver: «Pensé que esto sería una cosa de una sola noche, pero vuelven porque dicen que “duermen bien”» . En parte, es lógico, los colchones son confortables, está todo limpio, en el patio (situado en la azotea) se ofrecen visionados de películas de temática carcelaria y, además, estos «reclusos de lujo» jamás se quejan de la comida porque por lo visto está muy buena. Así cualquiera volvería a la cárcel, donde por cierto, Chaivoraprug nunca ha estado, ni siquiera de visita para coger ideas.

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