Con su salud minada por las fiebres y la disentería, Livingstone se vio obligado a regresar a Inglaterra sin poder completar la exploración del curso inferior del Zambeze. A tal fin, esta vez patrocinado por la Real Sociedad Geográfica de Londres, retornó a África en 1858 al frente de una expedición que incorporaba, transportada en piezas desde Gran Bretaña, una novedad: el Ma-Robert, un pequeño vapor bautizado a lo africano con tal nombre en honor de la señora Livingstone, madre de Robert, el primogénito del explorador.
El grupo empezó a remontar el río en Quelimane y el Ma-Robert no tardó en mostrar síntomas de impotencia para superar la corriente: las calderas se ahogaban y tosían con tanta insistencia que recibió el apodo de El Asmático. A duras penas consiguió rebasar la aldea de Tete, pero unos kilómetros más arriba, al entrar en el hondón de Cahora Bassa, 48 kilómetros de cauce salpicados de rocas, impetuosos rápidos y bullentes remolinos, perdió la batalla. De esta manera, la optimista visión de Livingstone de un Zambeze apto para el tránsito de misioneros cristianos y de mercancías europeas saltó hecha pedazos.
El actual embalse de Cahora Bassa, en Mozambique, al sepultar un área de 2.700 km² bajo un manto acuático de 30 metros de profundidad media, ha hecho desaparecer los primitivos rápidos. La construcción del dique se inició en 1969 y la represa comenzó a llenarse cinco años después. Al día de hoy, con una longitud y anchura máximas de 290 y 38 kilómetros respectivamente, se encuentra entre los cuatro lagos artificiales más grandes del continente.







