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Mira en el video un gameplay del juego - J.M.S.
ANÁLISIS

«Cars 3: Hacia la victoria»: Rayo McQueen se pone el traje de Mario Kart

Este videojuego inspirado en la nueva entrega cinematográfica de Pixar demuestra que las adaptaciones no suelen estar a la altura aunque deja momentos (y carreras) muy divertidos

MADRID Actualizado: Guardar
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Los videojuegos de películas no suelen gozar del atrevimiento y del aplauso generalizado que pueden tener sus primos cinematográficos, cuyo planteamiento pasivo intenta que el espectador se maraville de la historia y valore el guión. Pocas adaptaciones se encuentran al nivel esperado en el campo del ocio electrónico. Y eso se aprecia en el resultado final. «Cars 3: Hacia la victoria» viene precedida por el interés que suscita la nueva entrega de la saga protagonizada por un bólido con nombre y apellido, Rayo McQueen, que tanta emoción genera entre los más pequeños.

El videojuego se centra en la competición y en un enfoque muy arcade. Las carreras no solo se limitan a ser el más veloz puesto que interceden otros aspectos como los saltos, los derrapes.

Los rivales, aquí, están concebidos más como enemigos que como elementos a los que derrotar por velocidad. Para ello, el jugador puede golpearles lateralmente durante las pruebas, saltar sobre ellos o realizar varios trucos especiales. En determinadas zonas situadas estratégicamente se encuentran potenciadores que sirven para activar el turbo. Es temporal pero permite obtener unos valiosos metros.

Con la simpatía que bulle del universo cinematográfico (cabe recordar que el juego no recrela las secuencias de la película), la representación gráfica del videojuego no está, sin embargo, a la altura, puesto que detalles técnicos, recreación artística, texturas de las imágenes o la iluminación dista mucho de la potencia que pueden exprimir las consolas de sobremesa actuales, PlayStation 4 o Xbox One. Aún con esas, la iteración de patrones clásicos de las carreras y la diversión que ofrece por momentos suple todo lo demás, logrando con todo satisfacer al público al que va dirigido principalmente esta propuesta, los niños.

Su inocencia es, precisamente, la gracia, puesto que nada más ver a la veintena de personajes de Cars -entre ellos, los de la tercera entrega- se les puede iluminar la cara. Las mecánicas del juego son más bien limitadas y el juego se reduce a competir una y otra vez en varias pruebas. En total, otras veinte pistas están disponibles -se van desbloqueando-, entre las que se encuentran hasta trece entornos inspirados en las películas. El control y manejo de los vehículos no es demasiado complicado. Es muy accesible y fácil.

Los modos de juego, unas seis variedades, son igualmente divertidos y pueden hacer las delicias de los más pequeños. En el modo carrera, por ejemplo, los jugadores deben asaltar el circuito para competir contra Rayo y sus amigos, mientras que en el modo combate -uno de los más divertidos- los jugadores deben recoger (y usar los citados potenciadores) que pondrán al límite sus coches en carreras contra otros amigos o familiares por el título de campeón. Las carreras en este caso son bastante frenéticas e impredecibles, aún disputándose contra la inteligencia artificial.

También se puede subir el nivel de la competición en el modo reto eliminatorio, que permite a los jugadores hacer uso de los distintos potenciadores para eliminar de la prueba a tantos coches como puedan en una especie de guiño a uno de los juegos más emblemáticos de la historia, Mario Kart, salvando las distancias, y que cuenta con hasta 14 armas diferentes.

Hay otro modo, el llamado reto a vuelta rápida, en donde los jugadores deben competir contra su mejor tiempo mientras tratan de superar el récord del circuito. Para obtener la máxima diversión y potenciar su creatividad, los jugadores podrán visitar un lugar, el Parque de Acrobacias, para correr, realizar acrobacias y superar retos. Dado su enfoque familiar, el juego, además de ofrecer la posibilidad de competir en solitario o entrando en su apartado online, también se puede disfrutar en pantalla partida. A ver qué padre logra vencer a su hijo.

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