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«Escape Dead Island»: cuando flojea la sangre

El juego de acción y supervivencia en tercera persona intenta desvelar los orígenes del brote con un estilo gráfico en formato «cartoon» cuya principal flaqueza reside en un sistema de combate, aunque directo, poco profundo

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Con un estilo gráfico original diseñado en forma de «cartoon» y un sistema de combate directo pero con escasa profundidad y a un ritmo lento, la propuesta resulta algo pobre y estamos ante un título que no vale hacer aspavientos. No se le puede pedir peras al olmo en «Escape Dead Island». En consecuencia, es un juego entretenido aunque sin tirar cohetes.

El juego de acción y supervivencia en tercera persona, disponible para la consolas de anterior generación (PlayStation 3 y Xbox 360), se desarrolla en el ficticio archipiélago de Banoi en donde se producen diversos acontecimientos y situaciones en donde habrá que o bien intentar pasar desapercibido o, por el contrario y mucho más agradecido para el jugador más exigente, saborear el placer de la sangre mientras se eliminan a los distintos enemigos (zombies).

El guión es prescindible. El título permite conocer los entresijos de los orígenes del brote zombie que ha inundado a Dead Island. El jugador controla a Cliff Calo, fornido superviviente que acude al enclave junto a un equipo de personas para documentar una serie de inexplicables acontecimientos. La suerte se pierde desde el primer minuto, momento en que observan absortos cómo su barco perece en el mar. Atrapados, deben sobresalir del atolladero, ya sea ocultándose y superando obstáculos o correr hacia el peligro.

La aventura es muy lineal, con lo cual la libertad de movimientos brilla por su ausencia. Solo existe un único punto por el que continuar y allí hay que dirigirse, lo que no quita que tengamos que trazar a veces una estrategia para intentar salir bien parado del asunto. La dinámica es sencilla: el objetivo es buscar y utilizar herramientas específicas para conseguir acceder a nuevas áreas de la isla.

La temática es lo más llamativo del asunto. Los zombies viven una situación de «overbooking». Inundan cada año títulos y más títulos, y se ha exprimido al máximo. Pero las últimas propuestas se han ido hacia otros derroteros. Mayor realismo, un arsenal imponente y una historia envolvente, algo que se queda a las puertas de este juego. El resultado es reiterativo. Da la sensación de que el jugador está constantemente haciendo lo mismo. Una y otra vez, lo que desluce la intensidad de la que se podría haber tomado prestada.

Cambiar la perspectiva subjetiva de «Dead Island» por la acción en tercera persona pierde encanto. Se queda en un intento de flirteo por el misterio para continuar con un empacho de sangre a borbotones en formato de dos dimensiones, por lo que la emoción se queda a precio de saldo. La inteligencia artificial de los enemigos brilla por su ausencia. Los recursos, como no podía ser de otra manera, son escasos, al igual que otros títulos del género cuyo desafío es, por tanto, sobrevivir.

Las mecánicas y físicas también es un tema que hay que pasar por alto, dado que tampoco destacan. El juego no permite lanzar a los rivales, ni arrollarlos, ni tirarlos por las escaleras, aspectos que entrañarían un mayor aliciente.

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