Transformación digital: una amenaza a la empresa tradicional
Transformación digital: una amenaza a la empresa tradicional - AFP

Transformación digital: una amenaza a la empresa tradicional

La visión futurista de los procesos industriales, sin embargo, pone en riesgo perfiles más tradicionales que representa el 92% del tejido empresarial español

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Arrancar, optimizar y ejecutar. Estas son tres de las fases para acometer proyectos relacionados con la llamada transformación digital, el paraguas sobre el que se resguarda la idea de reinvención empresarial y su paso hacia un entorno donde la tecnología esté presente en todas sus vertientes. Pero esa visión futurista de los procesos industriales, sin embargo, amenaza con llevarse por delante a las empresas de perfiles más tradicionales y de las pymes.

Negocio y tecnología son dos términos que cada vez están más cerca, pero la presión por adecuarse a los nuevos tiempos donde internet y la movilidad son dos términos de la misma ecuación acelera los pasos hacia una incertidumbre mayor. Por dónde empezar, qué tipo de procesos informatizados poner en marcha, por qué servicios apostar.

Esta situación ha provocado que los pequeños comercios que manejan pequeños presupuestos hayan empezado a tocar a la puerta de la muerte.

«Se ve en todos los sectores», asegura a este diario Alejandro Giménez, director de alianzas de la tecnológica Dell Emc. Y pone varios ejemplos para constatar ese profundo cambio generacional: el taxi, donde la llegada de servicios como Uber, BlaBlaCar, Cabify o Car2Go ha trastocado este sector tan tradicional y organizado desde hace décadas. Pero también se aprecia en otros ámbitos como en los alojamientos hoteleros. ¿Quién no conoce AirBnB? Y en la banca o las telecomunicaciones, en donde cada vez más han visto reducir su hegemonía por la aparición de propuestas innovadoras procedentes de jóvenes empresas y «startups».

Bajo este escenario, sin duda, cabe reflexionar si la supervivencia de las empresas más tradicionales pasa por reciclarse, digitalizarse o reconvertirse. Según un reciente informe de Dell, el 78% de las organizaciones se sienten amenazadas por la actividad de las «startups». «Somos conscientes que los tiempos son más estrechos. La competitividad se ha incrementado mucho y el tiempo de reacción es cada vez más pequeño. BlackBerry pasó de tener más de 50% del mercado al solo el 2% en un par de años. Significa que la tecnología va muy ligada al producto y, cuando no eres capaz de tomar el tren del futuro, tu negocio está obsoleto», sostiene.

Y, por tanto, ¿existe hoy en día algún sector que esté a salvo de esa presión digital? «No lo conozco», manifiesta, tajante, Giménez, quien opina que incluso en otros sectores tan arraigados en la sociedad como agricultura hay sistemas informatizados que vigilan los cultivos. «Está presente en todas partes y otras compañías lo han visto antes. Las empresas de telecomunicaciones que siempre han sido punteras también han visto las orejas al lobo. Hay que estar vigilante de todo lo que sucede alrededor porque tu negocio va a evolucionar y no te vas a enterar», añade. Actualmente -indica- la transformación digital como se puede entender como un fin último está «en los albores» y eso significa que hay mucha actividad. «Todas las empresas son conscientes que hay una revolución digital y todas se están posicionando, pero esta ola es tan grande que vamos a ver cosas y modelos de hacerlas muy distintas», prevé.

«Vamos a ser capaces de hacer muchas cosas combinando tecnologías. Todo está cambiando muy rápidamente, pero creo que aún no ha llegado la gran ola que viene»

Gran parte de ese darwinismo empresarial debe sentar las bases para las ciudades inteligentes, las «smart cities» que podrán, en un futuro, analizar los datos de los ciudadanos o de los flujos de transporte para ser más sostenibles y eficientes. «Vamos a ser capaces de hacer muchas cosas combinando tecnologías. Todo está cambiando muy rápidamente, pero creo que aún no ha llegado la gran ola que viene. En los gobiernos hay una oportunidad de oro para tener gran cantidad de información y nuevas maneras de cruzar esa información».

Pero, ¿esa reclamada innovación viene actualmente del mundo de la empresa o, por el contrario, las marcas se han encargado de trasvasar soluciones y adoptar hábitos presentes en la sociedad? «Creo que se están haciendo las cosas en los dos lados. Cuando yo empecé eran los ‘tecnológicos’ los que proponíamos los cambios y, ahora, son las empresas las que tiran de nosotros, y lo hacen porque el consumidor ha cambiado. El consumidor de antes no sabía qué era una aplicación. En estos momentos, es el usuario el que se descarga una aplicación», valora.

Dado que nos dirigimos hacia la sociedad del gigabyte, la transformación digital tendrá un impacto de más de 120.000 millones de euros sobre el valor añadido bruto de los sectores económicos más relevantes en España, como telecomunicaciones e Internet, turismo, servicios financieros, transporte, infraestructuras, farmacia, salud, energía e industria, en el año 2025, según recoge el «Primer Estudio sobre la Digitalización de la Actividad Económica en España 4.0», elaborado por la consultora Roland Berger y patrocinado por Siemens. El estudio recoge un escenario desesperanzador: solo el 33% de las empresas españolas cuenta con una estrategia digital y, de éstas, solo el 60% lo ha comunicado de forma clara a sus empleados, al tiempo que solo un 28% tiene un líder que dirige digitalmente la compañía.

Abandonar los procesos del siglo XX

Los pequeños empresarios, los autónomos, aquellos que sufren más las crisis y el empuje de la globalización, son conscientes de la situación que amenaza con llevarse por delante los procesos industriales heredados del siglo XX. La situación, sin embargo, es cruenta, dado que las pymes representan el 99,2% del tejido productivo español. En términos de creación de empleo, estas luchan por hacerse un hueco en un contexto en el que el comercio electrónico ha crecido desde el 2014 un 27%, según un estudio de Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI), dependiente del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital

«Es el momento de romper estructuras y superar tópicos que obstaculizan lo que seguro puede llevarnos a tener otro sitio en una economía cada vez más competitiva. Los status-quo ya son indefendibles en cualquier sector o administración pública que pretenda mantenerlos, todos tenemos que adaptarnos. A los autónomos nos han hecho cambiar, ahora debe cambiar el resto y modernizarse», aseguraba en estas páginas el propio Lorenzo Amor, presidente de la Asocicación de Trabajadores Autónomos, organisimo que ha dado cobijo a una nueva federación, eAPyme, cuyo principal objetivo es «facilitar y agilizar los procesos de transformación digital de las pymes y los autónomos españoles». Servicios en la «nube», bases de «fintech», apoyo de aplicaciones de todo tipo o reuniones «online» son términos que empiezan a parlotear en el seno de la empresa tradicional. El camino se conoce, pero ¿hacia dónde nos dirigimos?

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