Volkswagen ocultó el resultado de los experimentos con humanos y monos por ser «devastadores»

Las mediciones mostraron que los efectos de los vehículos de fabricación más reciente eran aún «más nocivos» que los de fabricación antigua

ROSALÍA SÁNCHEZ

Tras destapar la prensa alemana los polémicos experimentos encargados por Volkswagen y realizados con monos, incluso con humanos, los responsables de la EUGT explicaron que los resultados de los estudios no se habían hecho públicos por considerarse que « su relevancia era limitada ». Pero estaban mintiendo. La EUGT, Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el Transporte, es una organización financiada por Volkswagen, BMW y Daimler para dotar a estas empresas de argumentos científicos a favor de sus estrategias comerciales.

En este caso, sus estudios debían respaldar la desdramatización de les efectos cancerígenos del dióxido de nitrógeno , para restar importancia ante los tribunales al fraude de los motores diésel trucados. Para ello sometieron a un grupo de monos en EE.UU. y a un segundo grupo de 25 personas, en este caso en un laboratorio en la ciudad alemana de Aquisgrán, a varias horas de inhalaciones de los gases tóxicos emitidos por el tubo de escape de coches Volkswagen. Las mediciones posteriores mostraron que los efectos de los vehículos de fabricación más reciente eran aún «más nocivos» que los de fabricación antigua, exactamente lo contrario de lo que deseaban escuchar los directivos de los grandes consorcios automovilísticos alemanes. Ese fue el verdadero motivo de que los estudios fuesen silenciados, según informes internos a los que ha logrado acceder el diario Bild.

Los resultados de estos experimentos «no debían publicarse nunca» porque eran « demasiado devastadores », afirma el periódico, basándose en documentos internos enviados por el laboratorio. «Enviamos el informe final hace varios meses y los responsables de Volkswagen lo han devuelto porque no corresponde a sus expectativas», escribió en agosto de 2016 Jacob McDonald , a cuyo laboratorio había recurrido la EUGT en 2015.

El informe del laboratorio estadounidense de 58 páginas muestra que los gases de escape de la combustión de los motores diésel eran introducidos a través de unos tubos en la jaula donde se encontraban los animales.

Posteriormente, se les introducía un endoscopio especial por la nariz o la boca hasta los bronquios y se les hacían análisis de sangre. Los animales fueron expuestos a los gases de combustión de un Volkswagen Beetle de 2013 y de una camioneta Ford de 1997 con el objetivo de demostrar que los del primero eran más limpios, pero los resultados no fueron los esperados. En lugar de probar la inocuidad de los nuevos motores diésel, mostraron que los animales que inhalaron emanaciones de un coche más moderno, «presentan más señales inflamatorias que los que respiraron las emisiones del antiguo», según la información de Bild. Jacob McDonald propuso entonces en un correo electrónico no evocar en el informe final los resultados obtenidos por los motores recientes e insistir en la ausencia de peligro de « la antigua tecnología ». El informe fue enviado en junio de 2017 a la EUGT, que nunca lo publicó. El entonces responsable del consejo asesor de investigación de la EUGT, Helmut Greim, ha declarado ahora que los fabricantes automovilísticos «naturalmente conocían los experimentos» y «no pusieron ninguna objeción».

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