Inma Quesada, la madre del «youtuber», y Francisco Pacheco, el informático
Inma Quesada, la madre del «youtuber», y Francisco Pacheco, el informático - ISABEL PERMUY

El vídeo de 101.100 euros: Google anula la deuda de un «youtuber» de 12 años

El menos alicantinto contrató publicidad creyendo que eran sus ingresos por visitas y casi arruina a sus padres, aunque la compañía ha decidido cancelar la «cuenta»

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Cuando a Inma Quesada le anunció su hijo de 12 años –entusiasmado– que se iba a comprar un móvil con lo que había ganado en Youtube haciendo un vídeo, ella no le dio importancia. Ya se sabe, los chavales a esa edad... Pero poco después insistía en que fuera al banco para mirar en la cuenta, porque iban a «ganar mucho dinero».

Aquellos avisos por correo electrónico de que le habían «aplicado» 50 euros, y luego cantidades mayores hasta los mil, alimentaron esa euforia juvenil. Y tenía sus planes bien definidos:en aquel vídeo tan caro, había anunciado a los internautas que los ingresos por las visitas los iba a emplear en comprarse instrumentos musicales y «mejorar la web». Toca la trompeta en la sociedad musical «Los Salerosos» de Torrevieja (Alicante).

Pero esas cantidades en realidad se correspondían a cargos y cuando el banco detectó uno de 22.000 euros avisaron a la madre. «No me lo creía, mi hijo se quedó blanco y repetía que no sabía dónde se había metido en internet», relata Inma, que se deshace en agradecimientos a Francisco Pacheco, el informático desinteresado que la ha guiado para salir del entuerto, al abogado (también altruista) Fernando Fraile y «a todo el mundo que se ha interesado, los medios de comunicación». Quiere incluso «pensar en algo para dar las gracias» por esa reacción social, que ha presionado a Google para anular una deuda que la sumió en oscuros presagios. «Soy ama de casa y mi marido vendedor ambulante, ya me veía en la cárcel», recuerda.

Exactamente a 101.100 euros ascendía el acumulado en concepto de publicidad para un vídeo de calidad ínfima, por falta de luz, con la espontaneidad ingenua e infantil de dos chavales, que con una dirección de mail y una cuenta bancaria copiada de un sobre se habían embarcado en un negocio irreal.

«Google debería modificar estos sistemas, porque si en vez de una travesura 2.0 –que ha llegado a los medios de comunicación por la cantidad de dinero, ya que si fueran 1.000 euros no habría pasado del ámbito local– un adulto como yo contrata publicidad para terceros así de fácil, le hace un agujero contable a una empresa», explica Pacheco. «La raíz del problema es que los niños imitan a sus ídolos y al abrir su canal en Youtube les aparecía que todo era gratis y entraron en AdWords en lugar de AdSense, pero eso es una jerga muy técnica». Para el abogado, el «susto mayúsculo» de esta familia con tres hijos y recursos limitados era comprensible porque «los costes judiciales de una deuda de cien mil euros serían astronómicos».

Y el protagonista de la historia, por ahora, se ha quedado sin pantallas: «Ni ordenador ni tablet va a tocar, el móvil porque lo necesita en la sociedad musical», dice Inma, que no usa Internet más que «para sellar en el paro».

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