Víctor Ochen: «La ONU tiene presupuesto pero no sabe cómo conseguir la paz»

El activista africano pro derechos humanos inaugura el XIX Congreso Católicos y Vida Pública

Victor Ochen en la inauguración del Congreso Católicos y Vida Pública Isabel Permuy
Laura Daniele

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La violencia marcó la infancia de Víctor Ochen. Durante cinco años este joven de espíritu inquieto y mirada afable vivió recluido en un campo de refugiados para huir de la guerrilla y del propio Ejército de Uganda. Pese a que gran parte de su vida estuvo acechada por las balas, Víctor prometió a su madre que nunca aprendería a usar las armas y que siempre optaría por trabajar en favor de la paz, por complicado que fuera el contexto que le tocara vivir. En 2005, Ochen fundó Ayinet ( African Youth Initiative Network ), una ONG dedicada a promover la paz.

Hace dos años la revista Forbes lo eligió como uno de los 10 hombres más influyentes de África y los misioneros combonianos le otorgaron el Premio Mundo Negro a la Fraternidad . Ayer este activista pro derechos humanos inauguró el XIX Congreso Católicos y Vida Pública. «Vengo a compartir mi experiencia. No quiero darles una conferencia magistral sino ayudarles a pensar cómo construir la paz en un mundo amenazado por un proceso de deshumanización», afirmó Ochen.

En firme sintonía con el Papa Francisco, este abogado de 36 años explicó que los jóvenes eligen en muchas ocasiones el camino de la violencia extremista por la falta de recursos. «Hace cuatro meses mantuve un encuentro en la jungla en la frontera con República Democrática del Congo (RDC) con jóvenes guerrilleros que me contaron que se dedicaban al terrorismo porque no habían podido ir a la escuela. Para ellos, sus armas eran su comida y su refugio. Me preguntaron por qué no había optado yo también por ese camino y les respondí que ya había sufrido lo suficiente y no quería convertirme en otra fuente de dolor». Según relató, Ochen no conocía a estos jóvenes y aceptó mantener un encuetro con ellos a riesgo de perder su propia vida. Un mes después de aquella reunión, Ochen supo que 83 líderes y 300 rebeldes habían abandonado la violencia y se habían trasladado como refugiados a Uganda. «Me sentí muy feliz y comprendí que debemos convertirnos en protagonistas de la paz».

Su ONG persigue la implicación de los jóvenes y de sus comunidades para responder a las consecuencias de los conflictos. Para lograrlo ofrece programas de asistencia psicológica, tratamientos médicos a los discapacitados por la violencia y desarrolla programas de liderazgo centrados en la paz y la tolerancia. Pese a que cuentan con pocos recursos, Ochen reconoce que su fortaleza está en la cercanía con la gente. Por eso critica la ineficacia de organismos internacionales como Naciones Unidas. «Tienen mucho presupuesto, pero se centran en formular estrategias sin entender la cultura y la dinámica local. El dinero está ahí pero no saben cómo conseguir la paz».

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