Teresa Arsuaga: «Necesitamos juristas capaces de hacer un cambio responsable»

Con una visión humanista, esta doctora en Derecho busca una alternativa a la concepción técnica y mercantilista dominante en la profesión

La doctora en Derecho Teresa Arsuaga, durante su entrevista con ABC IGNACIO GIL

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Las ideas planteadas por James Boyd White y Richard Weisberg en el movimiento americano Derecho y Literatura son las que han llevado a Teresa Arsuaga , doctora en Derecho, a tratar de acercar este concepto al mundo jurídico español. A través de su libro «El Abogado Humanista» (Thomson Reuters) pretende ampliar esa visión crítica que deben tener los juristas, pero basada en una actitud responsable que busque hacer algo constructivo para la sociedad.

¿Qué es un abogado humanista?

Lo que planteo es un ideal que se basa en un tema de actitudes, de una disposición, de una determinada conciencia, de una capacidad crítica y de juicio y de ciertas habilidades hermenéuticas y lingüísticas. Lleva consigo un proceso de formación bastante individual que puede durar toda la vida.

¿Qué características debería tener?

Si tuviera que destacar tres elementos generales que emergen de esta figura humanista, en primer lugar diría que es una persona que tiene una actitud crítica ante el sistema que hereda. Tiene una conciencia de que el Derecho es una forma de ver la realidad que puede cambiar y se pregunta por el sentido de las cosas. La segunda fase sería que, aunque sabe que las cosas pueden ser de otra manera, trata de encontrar el valor de la tradición, lo que lleva a una actitud creativa pero responsable. Y el tercer paso es que, comprendiendo estas dos cosas, es capaz de hacer una transformación que mejore la cultura, la capacidad de ver el mundo, de vernos a nosotros mismos y a los demás. Un cambio que mejore la dignidad y experiencia humana.

¿Y qué papel juega la Literatura que menciona en el libro?

Frente a esa visión más técnica del día a día que debemos tener, también se debe recibir otra que ponga al Derecho en un contexto de comprensión más amplio. Hablo de la Literatura como todas aquellas actividades intelectuales y lingüísticas que buscan dar un significado a la experiencia común de los seres humanos. Y a través de la Literatura es como se pueden aprender esas tres cuestiones que resumirían los centros de interés del abogado humanista, a través del método de las Humanidades, viendo y comparando lo que han hecho otros que están inmersos en una actividad semejante.

Hace hincapié en que el abogado humanista debe tener empatía...

Porque la concepción más técnica del Derecho no fomenta la capacidad de los prácticos para la comprensión, para la experiencia, para la empatía y la imaginación. Y son estas cuestiones también definitorias del abogado humanista. La imaginación es la raíz de la justicia, y si no podemos imaginar a los otros, no habrá justicia para ellos.

¿Esta imaginación está relacionada también con la formación en género que se pide a los jueces?

Efectivamente. Porque el abogado humanista es el que sabe que el Derecho está integrado en el devenir de la cultura. La cultura y la visión de las cosas cambian. Aparte del conocimiento del Derecho y de la doctrina, es necesario tener juristas que sean capaces de hacer un cambio adecuado y responsable ante las circunstancias.

Se refiere también a la Poesía. ¿Qué papel juega?

Tenemos que tener en cuenta que ese peso que se da en el Derecho a lo técnico, al lenguaje científico, supone una imagen muy reducida de los seres humanos. Quizás sea más deseable, tanto en el Derecho, que lo que busca es hacer justicia, como en el mundo público en general, esa mirada literaria hacia la realidad conocedora de la complejidad y de la amplitud de la naturaleza y experiencias humanas. Además el jurista, a pesar de vivir en un mundo de una creciente impersonalidad tecnológica, continúa enfrentándose a situaciones que exigen de él un conocimiento o un sentido de la lucha de valores y de las experiencias humanas.

¿Puede ser el libro un manual para las facultades?

Exactamente. Este libro nace de un movimiento que se llama Derecho y Literatura, que precisamente surge en las universidades norteamericanas a principios de los años 70. Desde entonces, todas las universidades han incorporado esta disciplina. En España el vínculo entre el derecho y la literatura no es totalmente desconocido, pues hay muchos estudios que han analizado la presencia de lo jurídico en los textos clásicos, pero este planteamiento va más allá. En Estados Unidos es rara la universidad en la que no hay un seminario sobre Derecho y Literatura, y en España una de mis intenciones es darlo a conocer.

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