Nativos norteamericanos, acampados frente a la Casa Blanca y a los pies del monumento a Washington
Nativos norteamericanos, acampados frente a la Casa Blanca y a los pies del monumento a Washington - M. Trillo

Los siux, en pie de guerra contra Trump a las puertas de la Casa Blanca

Cientos de nativos norteamericanos instalan un campamento en el corazón de Washington y se manifiestan contra la construcción del oleoducto Dakota Access que, según denuncian, amenaza su territorio

Washington Actualizado: Guardar
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“Están destruyendo nuestra tierra y nuestro modo de vida”, denuncia Wicahpi Ksapa, de la tribu siux de los lakota. Junto con un numeroso grupo de nativos norteamericanos, ha acampado en los últimos días a los pies del espectacular obelisco dedicado al primer presidente de los Estados Unidos en el Mall de Washington DC. Justo enfrente, la Casa Blanca. Llegado desde la reserva de Lower Brulé, en Dakota del Sur, Wicahpi Ksapa se encuentra en la capital estadounidense para participar en una serie de protestas contra la decisión de Donald Trump de reactivar la construcción de un gran oleoducto que pasa junto a las tierras de los siux y que, según denuncian, amenaza sus recursos naturales y va a contaminar sus aguas.

Joann Spotted Bear
Joann Spotted Bear - M. Trillo

Estos días han instalado sus tipis en el corazón mismo de la capital estadounidense y han llevado hasta allí sus atuendos tradicionales, sus cánticos y sus hogueras. Este viernes recorrieron las calles del centro en una manifestación en la que participaron centenares de personas y que pasó por el hotel inaugurado allí hace unos meses por Donald Trump, acabando ante la entrada de la Casa Blanca. “No se trata de nosotros, sino de las próximas generaciones y de las siguientes”, afirma Wicahpi Ksapa, que utiliza también el nombre anglosajón de Lewis Grass Rope. A su juicio, los nativos han estado “callados demasiado tiempo”, pero ahora es hora de hacer frente a las “atrocidades” de la administración Trump y de las grandes corporaciones.

Los siux, a los que se han unido nativos de otras regiones norteamericanas y activistas medioambientales, pretenden frenar el proyecto del oleoducto conocido como Dakota Access. Con un trazado de más de 1.800 kilómetros y 3.800 millones de dólares de presupuesto, prevé llevar petróleo de Dakota del Norte a Illinois, atravesando territorio de cuatro estados. La obra está ya prácticamente terminada. El punto más candente es la reserva de Standing Rock, a caballo entre las dos Dakotas, cuyos habitantes aseguran que el oleoducto va a envenenar sus aguas.

Cientos de nativos y activistas protestan contra el oleoducto en Washington
Cientos de nativos y activistas protestan contra el oleoducto en Washington

Con el anterior presidente, Barack Obama, ya en funciones, los detractores del proyecto habían logrado que se desviara el recorrido de la tubería, lo que celebraron como una gran victoria, pero a los pocos días de tomar posesión del cargo, Trump firmó una orden para retomar tanto este como otro gigantesco oleoducto, conocido como Keystone, en este caso para llevar petróleo desde Canadá al golfo de México. Se trataba de un significativo gesto para recalcar el giro en la política ambiental de la Casa Blanca, que la nueva administración quiere que no sea un obstáculo para la prosperidad económica de los estadounidenses.

El pasado martes, los opositores al proyecto recibieron un nuevo revés con la decisión de un juez federal de no paralizar el proyecto, dando así vía libre a que pueda empezar a fluir el petróleo por el oleoducto la semana que viene mismo.

Allison Renville, de la tribu siux Sisseton Wahpeton, asegura que la decisión de ejecutar la obra ha desatado la movilización de los nativos para defender sus recursos naturales que les ha llevado hasta Washington. “Nosotros somos los habitantes originales de esta tierra”, recuerda.

Wicahpi Ksapa, en Washington
Wicahpi Ksapa, en Washington - M. Trillo

Entre las activistas nativas que han llegado hasta las puertas de la Casa Blanca figura Joann Spotted Bear, procedente de Wounded Knee, un lugar de Dakota del Sur tristemente célebre por la masacre en 1890 de al menos 150 siux de la tribu lakota a manos del Séptimo de Caballería. “Estoy aquí para ayudar a mi pueblo a vivir”, afirma.

Otros han llegado desde aún más lejos. Es el caso de Raymond L. Kingfisher, un cheyenne de Montana que vive actualmente en Seattle, en el estado de Washington, en el extremo noroeste del país. “Esto afecta a todos los nativos que forman parte del tratado. Hay muchas tribus diferentes en el tratado de 1851”, sostiene en alusión al documento del fuerte Laramy, firmado ese año por el Gobierno de EE.UU. con una serie de pueblos de las Grandes Llanuras por el que se sellaba la paz y se establecían sus territorios. “Nuestros derechos han sido violados y estamos aquí para dar a conocer lo que está pasando”, explica Kingfisher.

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