Imagen de cerebro que muestra la ubicación del tálamo (verde) y corteza motora primaria (azul)
Imagen de cerebro que muestra la ubicación del tálamo (verde) y corteza motora primaria (azul) - Dra. Davinia Fernández-Espejo

Una siciliana en coma durante cuatro años se despierta y empieza a cantar canciones de Julio Iglesias

Los médicos consideran que es un caso rarísimo, pero no milagroso. Reabre el debate sobre el confín entre la vida y la muerte

Roma Actualizado: Guardar
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Rosalba Giusti, palermitana de 68 años, peluquera , con seis hijos, vivió en estado vegetativo, en coma profundo, más de cuatro años en el centro neurológico Pulejo en Messina (Sicilia). Tras sufrir una hemorragia cerebral devastadora no volvió a pronunciar una palabra, ni a hacer un solo movimiento ni dar una señal de vida. Cuando ingresó en el 2012 en el hospital de Palermo, el médico que realizó un esfuerzo desesperado para recuperarla, se negó a declararla en estado de muerte cerebral, pues el electroencefalograma no era completamente plano.

Rosalba Giusti –Giustina, para sus familiares- se quedó desde entonces ligada a la vida por un hilo. Ahora, ese cuerpo inmóvil durante más de cuatro años, se reanimó y comenzó a hablar llamando a la enfermera: «Ana, Ana».

Ésta no daba crédito y se quedó maravillada al comprobar que la voz era de Giustina y que la llamaba por su propio nombre.

«No olvidaré jamás la cara del enfermero que, detrás de las puertas del departamento de reanimación, nos pedía la autorización para la donación de los órganos», han manifestado los hijos de Giustina durante estos años de viajes continuos desde Palermo al hospital de Messina para coger la mano de la madre, acariciarle la cara y mirarla completamente inmóvil. Ahora les parece un milagro que su madre pueda recordar y cantar, con voz todavía algo incierta, las palabras de sus canciones preferidas: Las de Massimo Ranieri, Claudio Baglioni y Julio Iglesias. «Rose rose per te…» le cantan sus hijos. Y ella responde con la frase sucesiva: «… ho comprato stasera».

«Nunca vi nada igual»

Un caso así se da cada cinco años una vez en el mundo, afirman los especialistas al tener conocimiento de la noticia. Se reabre así el debate sobre el confín de la vida y la muerte. La neuróloga Patrizia Pollicino, que ha seguido de cerca el paciente, se muestra asombrada: «En 25 años de carrera no me había sucedido nunca ver un paciente durante tanto tiempo en estado vegetativo que después recupera el conocimiento.

La señora no solo ha reabierto los ojos, sino que da respuestas coherentes y complejas». Igualmente sorprendidos y admirados se encuentran los enfermeros, que graban su voz para terminar de creerse que Giustina ha vuelto a la vida, mientras los médicos del hospital explican el caso a colegas de toda Italia.

Un síndrome conocido

Hoy Giustina razona, habla, reconoce, recuerda y canta, aunque no puede moverse y debe nutrirse artificialmente. Han permanecido íntegras lo que se llaman «porciones corticales superiores». Por ello ha podido recuperar la memoria y la palabra. Todos se preguntan ahora: ¿Cuándo Giustina comenzó, aunque inmóvil, a despertarse? ¿Desde cuánto tiempo escuchaba lo que sucedía en su habitación sin lograr emitir un suspiro? Lo demuestra el hecho de que conocía el nombre de la enfermera, Ana, quien se ocupaba de ella directamente.

Los médicos explican que esto se llama síndrome «Locked in»: El paciente percibe lo que está en su entorno, pero no da señales externas; es como si Giustina hubiera estado prisionera de su propio cuerpo, es decir, muda, inmóvil, aparentemente muerta. Pero en realidad estaba completamente viva y en condiciones de registrar en su mente lo que le rodeaba.

«Un caso rarísimo, pero no milagroso»

Un caso que puede encender las esperanzas de muchos, pero que es rarísimo: «Rarísimo sí, pero no milagroso. Son eventos previsibles en los estados vegetativos y por este motivo se han establecido unidades médicas que se llaman SUAP –especiales unidades de acogida permanente-, con estructuras dedicadas para las terapias de los estados vegetativos», afirma Placido Bramanti, director científico del centro neurológico Bonino Pulejo de Messina.

Los hijos de Gustina casi ni se creen que tienen a su madre al lado. Les parece que hubiera vuelto del otro mundo.

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