Sant Llorenç recupera el pulso dos meses después de la trágica riada

La localidad mallorquina fue la más afectada por las inundaciones que tuvieron lugar el 9 de octubre en el noreste de la isla

En la imagen de la izqda. una de las calles de Sant Llorenc un día después de la riada. A la drcha. la misma calle este sábado EFE/ Lloan Llado

Josep Maria Aguiló

Una de las imágenes más trágicas que ha dejado este año que está a punto de acabar es la del municipio mallorquín de Sant Llorenç des Cardassar completamente devastado por el agua, tras el desbordamiento de su torrente en la tarde del pasado 9 de octubre . Otras zonas del noreste de la isla se vieron también seriamente afectadas por las lluvias torrenciales caídas aquel día sobre Mallorca, pero ninguna como Sant Llorenç. El dramático balance final fue de 13 víctimas mortales, decenas de familias sin hogar, numerosos vehículos destrozados y cuantiosas pérdidas materiales.

Transcurridos apenas dos meses y medio desde entonces, Sant Llorenç intenta recuperar poco a poco el pulso y también la normalidad, en las vísperas ya de estas próximas fiestas navideñas. Cuando uno recorre ahora las mismas calles que visitó en aquellos días de desolación, se da cuenta del gran trabajo hecho por los vecinos del municipio, los efectivos de los distintos servicios de emergencias que participaron en las tareas de rescate y los cientos de voluntarios que ayudaron en todo lo que pudieron, incluido el tenista mallorquín Rafa Nadal . Pocos rastros llamativos quedan hoy de aquel panorama inicial de destrucción, quizás sólo determinados desperfectos que se pueden observar aún en determinadas fachadas.

Cuando se habla estos días con los vecinos de la localidad, la primera palabra que sale siempre de sus labios es «gracias». Esa gratitud la hacen extensiva a las principales instituciones de la Comunidad y, de manera especial, a los Reyes. Don Felipe y Doña Letizia visitaron la zona y hablaron con los afectados el 12 de octubre. Unos días después, el 17 de octubre, acudieron también a la misa funeral, que se celebró en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores del municipio de Manacor.

«Otros no tuvieron tanta suerte»

Una de las personas que habló personalmente con los Reyes fue María Gelabert, natural de Sant Llorenç y de 66 años de edad. María reconoce que su vivienda apenas se vio afectada por la inundación. «Por desgracia, otras personas no tuvieron tanta suerte», recuerda. Sobre el estado de ánimo actual de muchos de los habitantes del pueblo, María indica que «la gente está un poco triste» , aunque quizás no lo exteriorice abiertamente. Además, explica que ahora, cuando empieza a llover, «hay personas que sienten miedo, en especial las que habitan cerca del torrente».

EFE/Lloan Llado

Otra vecina de la localidad, Margalida, vive en las afueras de Sant Llorenç. Esa circunstancia ayudó a que el interior de su casa no sufriera apenas desperfectos. «Lo nuestro no ha sido nada si lo comparamos con lo que sufrieron muchos vecinos en el pueblo», reconoce. Asimismo, como María, indica que se encuentra bien, aunque «el recuerdo y el trauma de lo que pasó, aún está ahí, claro».

Por su parte, otro vecino, Bernat Brunet, muestra también su agradecimiento hacia el trabajo de los voluntarios, la mayoría de ellos muy jóvenes. «Nunca les podremos agradecer lo que hicieron», recalca, para añadir: «Ponía la piel de gallina ver su entrega a la hora de ayudarnos». Bernat señala también que ahora hay una cierta inquietud, que hasta la reciente inundación no existía. «Antes estábamos tranquilos», explica. «Dicen los expertos que estas cosas sólo pasan una vez cada 100 años, pero yo tengo 65 y ya he vivido tres inundaciones en Sant Llorenç». Bernat recuerda, por último, que el pasado 9 de octubre pasó cerca del torrente en torno a las cuatro de la tarde. «En aquel momento sólo había dos palmos de agua, nada hacía prever lo que pasaría unas pocas horas después», concluye.

«Falta de previsión»

Precisamente, las dos cuestiones que han generado mayor controversia a nivel político han sido si se podría haber previsto de alguna manera lo que iba a suceder aquel trágico día y también si la respuesta del Gobierno balear fue rápida y eficaz una vez que se tuvo constancia de lo que había ocurrido . Cabe recordar que en esta legislatura preside la Comunidad la socialista Francina Armengol, en un Ejecutivo del que también forma parte MÉS por Mallorca. Armengol cuenta además con el apoyo parlamentario externo de MÉS por Menorca y de Podemos. En la oposición se encuentran el PP, Cs y Proposta per les Illes. Desde el mismo 9 de octubre, los partidos de la oposición mostraron una actitud de gran responsabilidad política ante la magnitud de la tragedia vivida y se ofrecieron a colaborar con el Govern en todo lo que fuera necesario.

Las discrepancias políticas se hicieron patentes unos días después, a la hora de valorar si el Govern actuó o no con celeridad tras las inundaciones y si puso en marcha todos los medios materiales y humanos de que disponía . El Gobierno balear siempre ha defendido que actuó «desde el primer momento», mientras que la oposición lo ha puesto en duda y ha criticado además la «falta de previsión» del Ejecutivo regional. Otra cuestión que también ha sido objeto de debate es si el 9 de octubre la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) activó o no algo tarde las alertas naranja y roja. La alerta naranja se activó, por ejemplo, poco antes de las siete de la tarde, cuando el torrente de Sant Llorenç estaba ya a punto de desbordarse por completo.

Por otra parte, el PP y Cs han reiterado en estas últimas semanas que sería necesario que Baleares contase en breve con un destacamento permanente de la Unidad Militar de Emergencias (UME). A preguntas de ambas formaciones, la consejera de Hacienda y Administraciones Públicas, Catalina Cladera, señaló recientemente que «se está trabajando de forma intensa» para que Ibiza cuente con un destacamento de la UME de manera estable.

Más allá del debate político, que continuará en los próximos meses, Sant Llorenç intenta superar ahora el dolor de su reciente pasado, para poder mirar con esperanza y fe su presente y, sobre todo, su futuro.

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