Rusia envía al Ártico la primera nuclear flotante de una serie de cinco

El Gobierno de Putin dice que ayudará a la explotación de petróleo y gas

Greenpeace
Araceli Acosta

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La primera central nuclear flotante del mundo es rusa y ya navega lentamente por el Báltico camino al Ártico. Se llama «Akademik Lomonosov», pero los grupos ecologistas no han tardado en bautizarla como «Chernóbil flotante» o «Titanic nuclear» por los riesgos que entraña una plataforma de estas características en uno de los lugares que hasta hace no mucho era de los más prístinos del planeta. Pero ahora que el calentamiento global ha hecho al Ártico más accesible que nunca se ha desatado un nuevo frenesí por las rutas comerciales en la «cima» del mundo y por las riquezas que las naciones esperan encontrar bajo el hielo.

Nada menos que el 25 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y gas se calcula se esconden bajo esas aguas heladas, en una zona de partida más tranquila que Oriente Medio, lo que permitiría escapar a los vaivenes de los precios provocados por los conflictos en esa zona. Además, en esas aguas no hay piratas, lo que supondría una ruta comercial mucho más segura.

Y es que la pretensión de Rusia es que esta plataforma sea la primera de una flota de centrales nucleares flotantes que planea enviar al Ártico no sólo para abastecer a ciudades costeras de su territorio sino también para facilitar la explotación a gran escala de los depósitos de petróleo, gas y carbón en su parte de este frágil océano. En este sentido, la elección del nombre no parece casual. Mikhail V. Lomonosov fue un científico ruso del siglo XVIII, en cuyo honor también se bautizó la cordillera submarina Lomonosov, que se eleva 3.700 metros desde el fondo del océano glacial ártico, una de las reivindicaciones rusas en la región, y que acogería la cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos, según expertos norteamericanos.

La plataforma atómica ha sido construida por la corporación estatal de energía atómica (Rosatom) y ha salido de los astilleros de San Petersburgo después de más de diez años de trabajo , pues su construcción comenzó en 2007. «Akademik Lomonosov» es una instalación de energía autónoma, fabricada como buque no autopropulsado, y tiene 140 metros de largo, 30 de ancho y 10 de alto. Con un calado de 5,56 metros, tiene un casco que pesa 21.500 toneladas y cuenta con una tripulación de 70 personas.

Está equipado con dos reactores nucleares de 35MW cada uno, y estará anclado permanentemente en el mar. Ahora mismo está siendo remolcado hasta su ubicación final, frente a las costas de la ciudad de Pevek, en el este del país. Y en este recorrido no está solo: el barco «Beluga» de la organización conservacionista Greenpeace va escoltando de forma pacífica a este «Titanic nuclear», como ellos le han bautizado, en su singladura por el Báltico, para pedir una regulación más estricta.

Escala para abastecerse

La travesía durará un año y en su recorrido el buque atómico tiene previsto hacer una escala en Murmansk para abastecerse del combustible nuclear y luego seguir rumbo hacia el Ártico, donde proveerá de energía a zonas remotas del oriente y el norte de Siberia, una región donde los termómetros pueden alcanzar sin dificultad los 50 grados bajo cero.

Según la corporación estatal de energía atómica, propietaria de «Akademik Lomonosov», estos reactores tienen capacidad para satisfacer las demandas energéticas de 100.000 personas , además de instalaciones industriales y plataformas petrolíferas. También se puede convertir en una planta de desalinización con capacidad para producir 240.000 metros cúbicos de agua dulce por día.

Lo cierto es que las pretensiones del gobierno de Vladimir Putin son construir al menos cinco de estos reactores atómicos flotantes en los próximos años, y ubicarlos en las penínsulas de Kola, Taymiyr, Yamal, Kamchatka y en la región de Yakutia.

Amenazas

Los grupos conservacionistas ya han dado la voz de alarma ante lo que consideran una amenaza más que obvia para unas de las regiones más desprotegidas del planeta, ya de por sí amenazada por el cambio climático. «Una catástrofe nuclear en aguas árticas podría destruir el medio de vida de miles de personas y tendría efectos devastadores sobre la fauna del Ártico», advierte Raquel Montón, responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace en España. «Los rompehielos y submarinos nucleares construidos en Rusia tienen una historia plagada de accidentes que debería preocuparnos», insiste Montón.

Mientras, la empresa Rosatom asegura en un comunicado que «la unidad flotante cumple con todos los requerimientos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y no constituye ninguna amenaza para el medio ambiente». No obstante, Dinamarca, Noruega y Suecia ya han expresado su preocupación ya que la plataforma atómica pasará muy cerca de sus costas.

Según las estimaciones de la Asociación Nuclear Mundial, existen unas 140 embarcaciones propulsadas con energía nuclear –en su mayoría submarinos, auqnue también rompehielos y portaviones- que están surcando los océanos del planeta, con el consiguiente riesgo de un accidente nuclear. «Hace 32 años fue en Chernóbil, y hace 7 en Fukushima. El riesgo continúa en todas partes mientras exista la energía nuclear, pero no podemos permitirnos un desastre que nos deje un Ártico radiactivo », concluye Montón.

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