Varias novias en una ceremonia de bodas en Cisjordania
Varias novias en una ceremonia de bodas en Cisjordania - AFP

Prohibido divorciarse durante el ramadán en los territorios palestinos

Los jueces religiosos, competentes en esa materia, creen que las duras condiciones del ayuno pueden llevar a «decisiones precipitadas»

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Los tribunales religiosos palestinos han prohibido la concesión del divorcio durante el mes de ayuno del ramadán, que comenzó hace dos días. Un comunicado del jefe de la máxima instancia judicial de Cisjordania, Mahmud al Habache, explica que «debido a la experiencia de los años precedentes» los jueces consideran prudente no firmar ninguna demanda de divorcio durante el ramadán. Las duras condiciones del ayuno -no está permitido comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales mientras haya luz solar- causan, según Al Habache, «decisiones rápidas y poco meditadas» en los matrimonios, por lo que las demandas de ruptura del vínculo no serán contempladas hasta que finalice el ramadán. En los territorios palestinos, como en la mayoría del mundo musulmán, los matrimonios y divorcios son competencia de los tribunales religiosos, y sus decisiones tienen validez civil.

El islam y el cristianismo comparten muchos valores relativos a la familia, pero en materia de matrimonio sus posiciones se encuentran casi en las antípodas. La Iglesia acepta la separación y la declaración de nulidad de un matrimonio -después de un proceso, que el Papa Francisco ha simplificado-, pero no permite el divorcio. El islam, en cambio, lo acepta, aunque un hadiz de Mahoma afirma que el divorcio «es la más odiosa de las cosas lícitas». La petición de divorcio entre musulmanes la cursa casi siempre el hombre, y tradicionalmente sin necesidad de acudir al tribunal religioso: basta una declaración de repudio ante testigos. La situación de inferioridad de la mujer se extiende también a la tutela de los hijos, que son propiedad del padre.

Como señala el experto y jesuíta egipcio Samir Khalil Samir, para el cristianismo la decisión de la mujer de dedicarse al hogar y a los hijos y de obedecer a su marido «es una opción socio-cultural libre y válida», tomada «de común acuerdo por los esposos». Para el islam, en cambio, el sometimiento de la esposa al marido «es una ley divina, un precepto religioso», que no depende de la voluntad de la mujer ni puede modificarse con el tiempo.

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