Posidonia: el pulmón verde del Mediterráneo se muere

Formentera prepara un plan para salvar sus fondos marinos y proteger la isla del turismo depredador

Pradera de posidonia oceánica en Formentera MANU SAN FÉLIX
Érika Montañés

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«La posidonia se muere. Que alguien salve a la posidonia». Ese fue el grito de guerra de un festival organizado en la isla de Formentera el mes pasado para poner en valor este pulmón del Mediterráneo, que se halla en un grave proceso de regresión en los últimos años. A un ritmo de entre un 4 y un 7%, avalaron los expertos y científicos llamados a participar en el festival, y que en 2016 arrojó una cifra alarmante: la destrucción en la pradera de posidonia oceánica de Formentera, el organismo vivo más longevo del planeta con 100.000 años de antigüedad, ya llega al 44%. La razón es multicausal: «Existen impactos directos, como las anclas de los barcos, el fondeo de barcos incontrolado que acecha sobre la planta; y se da un problema que las administraciones tienen que atajar que es el de la depuración de las aguas residuales en las islas pitiusas. Tienen un sistema de depuración muy precario»

Quien habla es Guillem Roca, investigador del Imedea (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de las Islas Baleares (UIB). Junto a su compañera Raquel Vaquer-Suyer son los encargados de relatar algunas bondades de este organismo al que llaman «el pulmón del Mediterráneo». La posidonia contribuye al color cristalino de las aguas en esta isla, así como en todo el arco mediterráneo. Ayuda a consolidar la arena de las playas, y frena la energía de las olas, oxigena las aguas y es vital para la reproducción de los peces. Por ende, mejora la protección del planeta, dicen los dos científicos. «Pero algo se está haciendo mal, cuando el agua es cada vez más turbia. La posidonia hace cada vez peor la fotosíntesis, crece a ritmo de un centímetro cada año, pero en su parte superficial, en la parte más profunda no está llegando bien la luz y es por la calidad del agua cada vez más deteriorada», apuntaron ambos técnicos en el festival «Save the Posidonia 2017».

El certamen se ha organizado con el fin de apadrinar posidonia a través de diferentes aportaciones y recaudaciones, que han llegado a sumar 92.000 euro s y que irán destinadas a subvencionar proyectos de cuidado de este organismo, que es « el auténtico PIB de Formentera », declara el presidente de los hosteleros de la isla, Vicent Tur.

Y es que la isla sobrevive con un eterno debate sobre su sostenibilidad y la presión del turismo . Pere Muñoz , director de Turismo de la Agencia de las Islas Baleares, habla claro: es partidario de abolir el turismo de un día, y las visitas fugaces de unas 4.500 personas que disfrutan de algunas de las playas más bonitas y cuidadas de Europa, como Ses Illetes, pero no se comprometen a su preservación. «Existen unas 12.000 plazas hoteleras», concreta Tur. Hay que limitarlas y abolir ese turismo de un día, abogan a la par Muñoz, y Daisee Aguilera , la edil responsable de Medio Ambiente en el Cabildo insular de Formentera. «Tenemos que ser realistas. Nuestro plan es que no haya una saturación de turistas, pero al mismo tiempo que los restaurantes, el tejido empresarial de Formentera o el sector náutico estén satisfechos. Por ello proponemos un plan de regulación de fondeos que conviertan el parque flotante de yates en que se ha convertido el paisaje de Formentera en una estampa menos invasiva» , detalla Aguilera.

Pero seguirían quedando los fondeos. Una sola ancla es capaz de arrastar metros y metros de posidonia, enredada en el barco que no es consciente del daño irreversible que está provocando en el hábitat de esta isla paradisíaca. Así lo narra en primera persona en el marco del festival el buceador profesional Raúl José Álvarez García, de la empresa Krakendive , que trabaja en la costa de Tossa de Mar. Y asienten a sus palabras tanto el biólogo marino y fotógrafo profesional de National Geographic Manu San Félix , quien tilda de «regular» el estado de la posidonia de las islas pitiusas. «En este trabajo me he sentido muchas veces frustrado -advierte en relación con lo que encuentra al bucear ahí abajo-. Utilizo la imagen para estudiar y hacer Biología. En 1994 empecé mi lucha personal contra el mal estado del fondo marino y ahí sigo». Prueba de ello será el gigantesco documental preparado para su estreno en la primavera de 2018, de título «2030: Hemos cambiado», y que, como el autor describe, es una película «para inspirar». Todavía se puede cambiar con un horizonte próximo el estado de la posidonia; de hecho, la cinta comienza en una Formentera del año 2030 que ha recuperado por completo la pradera que alberga.

El festival «Save the Podisonia Project» fue organizada por la vicepresidencia del Gobierno Balera y la Agencia Turismo de Islas Baleares

En el festival, San Félix buceó en aguas pitiusas con el hijo de Jacques Cousteau, Pierre-Yves Cousteau . Cousteau también quiso exponer blanco sobre negro el estado de la posidonia actual. Y lo hizo con un vídeo filmado por su padre en 1946 y lo contrastó con lo que había bajo el agua en 1977. «No quedaba nada», lamentó Cousteau, que, además, se hizo eco de una frase de Víctor Hugo para la sensibilización: «Produce una inmesa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha». La regresión de la pradera de posidonia habla y clama al cielo. Mientras, Formentera busca definir el modelo de turismo que necesita y que sea compatible con su joya oceánica más preciada.

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