Los pasos que ha dado Portugal para ser el único de Europa que mejora sus indicadores educativos

Claves del sistema que ha dado alas a la educación del país vecino de forma progresiva desde el año 2000

Un grupo de estudiantes bajan las escaleras del Parlamento portugués en Lisboa AFP
Francisco Chacón

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Sin altibajos por el camino, Portugal es el único país europeo que mejora su nivel educativo de forma progresiva desde que arrancó el siglo XXI. Una conclusión transversal a causa de la labor sucesiva de los diferentes gobiernos conservadores o socialistas, en parte porque la tasa de analfabetismo era la más alta de la UE y urgía un plan de actuación a largo plazo .

No faltan quienes hablan de un «milagro educativo portugués», algo así como si el ejemplo modélico de Finlandia hubiera cundido en el país del fado. En cualquier caso, la evolución habla por sí misma en los últimos años, de acuerdo con las mediciones reflejadas en el Informe PISA, impulsado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Por ejemplo, el abandono escolar en edad universitaria ha pasado del 34% en 2008 al 14% en 2016. Una curva espectacular que el Ministerio de Educación en absoluto quiere dejar estancada. Al contrario: el objetivo se centra en caer al 10% en 2020.

Otro motivo de orgullo es que la cifra de diplomados en la enseñanza superior se incrementó del 30% en 2013 al 34,6% hace dos años. Una circunstancia completada con los índices de ocupación de quienes acaban de lograr el título: del 67,8% al 73,8% en el mismo periodo reciente.

Los mayores avances se focalizan en el área de Matemáticas, cuyo barómetro de buenos resultados académicos se sitúa ya por encima de la media europea, esto es, un 24%. De hecho, Portugal ocupaba el puesto número 49 en la enseñanza de esta asignatura en 2010, mientras que un lustro después había escalado al 13º lugar.

Eso sí, todavía queda mucho por hacer para que los jóvenes se enganchen a la lectura, cuya media está por debajo de la europea: 17%, el mismo porcentaje que en Ciencias.

Los planes de fomento del libro se erigen, por tanto, en una de las prioridades, así como combatir las desigualdades de género porque las chicas aún se hallan por debajo de los chicos en asistencia y títulos.

En líneas generales, la Educación pública lusa tiende a olvidarse del encargo de deberes para casa (una de las tradicionales pesadillas de los estudiantes) y no permite repetir curso en las franjas inferiores con tal de que no se extienda la desmotivación antes de la secundaria.

Por otra parte, se reveló como todo un éxito la eficaz reválida externa a los alumnos y la adecuación de los profesores a unas cotas de objetivos predeterminadas. Unas medidas decretadas por el Ejecutivo conservador que comandaba Pedro Passos Coelho antes de que lo derribase una moción de censura del actual primer ministro, António Costa, en diciembre de 2015.

El entonces titular de Educación, Nuno Crato, se ganó la enemistad de los sindicatos y del Bloco de Esquerda (partido próximo a Unidos Podemos) por incrementar de forma considerable las horas lectivas de Matemáticas y, sobre todo, por disparar el grado de exigencia tanto a los alumnos como a los profesores.

Estos últimos deben presentar sus objetivos al comenzar su labor cada mes de septiembre, de manera que se vea la luz al final del curso.

«Tenemos un sistema que nos llena de orgullo», ha declarado el secretario de Estado de Educación, Joao Costa , justo cuando se cumplen 44 años de escuela democrática en Portugal, es decir, después de la nueva era inaugurada por la Revolución de los Claveles.

Sin embargo, no le pasa desapercibido al político socialista que la radiografía de la OCDE hace hincapié en una pronunciado ‘cráter’ en la enseñanza secundaria. Y es que la mitad de los alumnos no consigue concluir este escalón dentro de su periodo natural de duración: tres años. O sea, los repetidores campan a sus anchas y se define así «un permanente desafío significativo».

Concretamente, la tasa de no conclusión de la enseñanza secundaria asciende al 31% para edades comprendidas entre los 25 y los 34 años. Para colmo, persiste un porcentaje del 30% de la población adulta que se quedó en la primaria.

Por esta razón, el programa «Cualifica» se ha puesto en marcha del Algarve a Oporto, con el fin de estimular la escolarización de los adultos y dar la vuelta a la tendencia.

Este periódico recabó la opinión del experto portugués en Psicología de la Educación Jorge de Sousa , quien prefiere no lanzar las campanas al vuelo: «Eso de que somos la nueva Finlandia educativa no se ajusta a la realidad en absoluto, entre otras razones porque el telón de fondo es muy diferente, como también lo son las medidas aplicadas».

No obstante, reconoce: «Lo que resulta indudable es que Portugal ya no puede considerarse aquel país del furgón de cola educativo. Afortunadamente, unos y otros gobiernos (tanto conservadores como socialistas) se han puesto las pilas y el sistema ha ganado en eficacia y en pragmatismo, que hacía mucha falta».

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