José Francisco Serrano Oceja

La «papalización» del catolicismo

Hoy, hablar del catolicismo significa hablar del papa, de su magisterio, actuaciones y decisiones

José Francisco Serrano Oceja

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Hace tiempo el director de la revista «América» le pidió a uno de los historiadores más prestigiosos de la Iglesia, el jesuita profesor de la Universidad de Georgetown, John W. O´Malley, que indicara cuál era el hecho más relevante en los últimos mil años de la Iglesia. La contestación fue clara: el aumento de la autoridad y prestigio del papa desde el siglo XI hasta nuestros días, lo que este jesuita denominó la «papalización» del catolicismo.

Recordé este neologismo cuando asistía esta semana a la presentación a la gallega del libro del profesor de la Universidad Gregoriana, Roberto Regoli, «El Pontificado de Benedicto XVI. Más allá de la crisis de la Iglesia» (Encuentro). En los comienzos del segundo milenio, lo que un creyente sabía del papado era poco y pocos eran los que pensaban que tenía algo que ver con la manera en que vivían su fe. Por cierto, también les ocurría a los obispos, excepto en el caso de conflicto como instancia superior clarificadora. La enseñanza del catecismo, durante la Edad Media, no le dedicó mucho espacio al papado. Son escasas las páginas que Tomas de Aquino le dedica en la Suma Teológica. Hoy, hablar del catolicismo significa hablar del papa, de su magisterio, actuaciones y decisiones. Máxime si consideramos que hemos tenido en el presente papas extraordinarios.

La Iglesia Católica del presente no tiene dos papas, como dan a entender algunos que se oponen al papa Francisco. Tiene uno solo. Hablar de Benedicto XVI no significa vivir en la nostalgia, ni hacer de menos al actual, sino percibir la continuidad, el cambio y la evolución de un referente para el catolicismo. Benedicto fue el Papa del «gobierno magisterial», un papa gozne que inició una serie de reformas que ahora continúan. Tendrá que pasar el tiempo para que nos demos cuenta del valor del pontificado de Benedicto XVI y de sus efectos en la barca, que es la Iglesia y que navega en medio de las tempestades del mundo. Como ocurrió con el reformador Gregorio VII, muerto en el exilio, y clave en las reformas de la Iglesia.

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