El Papa quiere que la cumbre antipederastia sea «una reunión de pastores, no un congreso de estudio»
Los obispos deben volver a sus países decididos a que «ningún caso sea encubierto o empantanado»
El Papa Francisco desea que la cumbre de presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para la prevención de abuso sexual de menores «sea una reunión de pastores , no un congreso de estudio», según ha afirmado el miércoles su portavoz interino Alessandro Gisotti. Significa que debe ser a la vez espiritual, humana, práctica y operativa.
El encuentro del 21 al 24 de febrero, en que participan unas 160 personas, incluirá la escucha de varias víctimas y de profesionales expertos en los diversos aspectos del problema, así como «una liturgia penitencial y una celebración eucarística final».
Según Gisotti, «para el Santo Padre, es fundamental que al regreso a sus países y sus diócesis, los obispos sean conscientes de las reglas que deben aplicar y den los pasos necesarios para prevenir los abusos, proteger a las víctimas y no permitir que ningún caso sea encubierto o empantanado».
El portavoz ha añadido que «el Papa Francisco sabe que un problema global solo se puede afrontar con una respuesta global».
El Santo Padre ha recibido hace unos días al comité organizador de la cumbre, formado por el cardenal de Chicago, Blase Cupich; el de Bombay, Oswald Gracias; el «arzobispo antipederastas» Charles Scicluna, nuevo «número tres» de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y el jesuita Hans Zollner , presidente del Centro de Protección de Menores de la Universidad Gregoriana y miembro de la Pontificia Comisión de Protección de Menores.
El Papa tomará parte en todas las reuniones y actividades. Las sesiones plenarias, serán moderadas por el antiguo portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, que habla perfectamente media docena de idiomas.
Cuando fue nombrado miembro del comité organizador de la cumbre, el profesor Hans Zollner, uno de los mayores expertos mundiales en prevención, afirmó que «los debates deben ser lo más libres y fructíferos posible» , en la línea marcada por el Papa, pues «ni los abusos ni su encubrimiento pueden ser ya tolerados , y un tratamiento distinto para los obispos que los han cometido o encubierto sería una forma de clericalismo que ya no es aceptable».
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