El Papa: «Mejor ser ateo que ir a la iglesia odiando a todo el mundo»

Francisco invitó a rezar a Dios tal y como un hijo habla con un padre, no de forma automática como «un papagayo»

El papa Francisco recibe a miembros del Circo de Cuba durante la audiencia general de los miércoles EFE / Vídeo: ATLAS

Ángeles Conde

En la primera audiencia general del año el Papa Francisco ha señalado dos males que impiden llegar verdaderamente a Dios: la hipocresía y una oración de «papagayo».

En un Aula Pablo VI llena de peregrinos, -predominantemente italianos-, el Santo Padre retomó este miércoles su ciclo de catequesis sobre el Padrenuestro después de las que ofreció sobre el sentido de la Navidad en las semanas precedentes. Francisco explicó que el Padrenuestro y las Bienaventuranzas son dos enseñanzas que forman parte de una misma revolución, «la revolución del Evangelio», porque hacen protagonistas a los descartados de entonces y de ahora, es decir, a los pobres, a los enfermos y a los humildes. Cristo trajo esta novedad a los sencillos, no se la entregó a los paganos, -que solo adulan-, ni a los hipócritas.

Precisamente sobre los hipócritas de hoy en día quiso detenerse el Papa para calificar de «escándalo» los vicios de muchos cristianos de misa diaria: «Cuántas veces hemos sido testigos del escándalo de aquellas personas que van a la Iglesia, -y se pasan el día allí o van todos los días-, y después viven odiando a los demás o hablando mal de la gente. Esto es un escándalo. Es mejor no ir a la Iglesia. Vive así, como un ateo. Pero si vas a la Iglesia vive como un hijo , como un hermano, y da un auténtico testimonio, no un contratestimonio». Estos son los hipócritas que solo rezan «para ser admirados por los demás», pero su oración es un «rezo pagano, sin Dios», advirtió con franqueza el Santo Padre.

Ni ellos serán capaces de dialogar con Dios ni tampoco los que rezan como «papagayos», insistió el Papa, porque no hay que orar para ser vistos ya que «el único testigo de la oración cristiana es la propia conciencia», recordó. Por eso, insistió en que la oración es un diálogo continuo con Dios al que sus hijos han de dirigirse como a un Padre.

Al finalizar la audiencia, y para aligerar un poco el ambiente tras estas contundentes palabras, el Papa recibió a un grupo circense de Cuba. Amenizaron durante unos minutos la mañana en el Aula Pablo VI con sus acrobacias. Este circo no trajo animales, como en alguna otra ocasión ha sucedido, pero sí que invitaron al Pontífice a participar en el espectáculo haciéndole girar un balón apoyado en su dedo índice.

Francisco improvisó unas palabras para ellos agradeciéndoles haber llevado hasta el Vaticano la belleza de su espectáculo, una belleza que conduce a la bondad y que es capaz incluso de acercar a las personas hasta Dios.

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