El Papa intenta llevar «la alegría del Evangelio» a un Chile dividido y un Perú corrupto

Un viaje de 30.000 kilómetros con etapas en la Araucanía y Amazonia

Una persona camina frente a la Catedral de Lima, donde ya se anuncia la próxima llegada del Papa REUTERS
Juan Vicente Boo

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Con sus 81 años y un problema de ciática, el Papa Francisco emprende este lunes un viaje de 30.000 kilómetros para levantar la moral de los católicos en un Chile dividido y un Perú marcado por la corrupción. Intenta refrescar «la alegría del Evangelio» en dos países que llevan treinta años sin recibir la visita de un Papa.

Desde aquellos viajes de san Juan Pablo II a mediados de los años ochenta, Chile ha dado un cambio radical. De la dictadura de Pinochet –dos de cuyas víctimas recibirá Francisco- a la democracia alterna de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera , elegido presidente pero que todavía no ha tomado posesión.

AFP

Francisco llega a un Chile mucho más rico pero mucho menos católico , debido en parte al clericalismo y la mediocridad de obispos y responsables policiales demasiado lentos en cortar los abusos sexuales de algunos sacerdotes -como el emblemático Fernando Karadima, suspendido del ministerio- que han minado con sus delitos la fe de los chilenos.

El exceso de crispación interna -con muchos oportunistas intentando hacer «parasitismo publicitario» a costa del Papa- puede convertir el paso de Francisco por Chile en una oportunidad perdida, a diferencia del efecto reconciliador que han tenido sus visitas a países como Sri Lanka, la República Centroafricana o Colombia.

El exceso de crispación interna en Chile puede convertir el paso de Francisco en una oportunidad perdida

En Perú, donde Francisco llega el jueves, el ambiente es menos enrarecido, pero el país sufre confusión. Su presidente, Pedro Pablo Kuczynski, está en mínimos de popularidad por haber recibido sobornos de la constructora Odebrecht y haber indultado al expresidente Alberto Fujimori. En este viaje, el Papa hablará claramente contra la corrupción, veneno de varios países latinoamericanos hasta el punto de amenazar su democracia.

Aunque tiene problemas sociales y económicos mayores que Chile, Perú no se obsesiona tanto con ellos, y se dispone a celebrar la llegada del Papa como una fiesta. Por supuesto, no faltan intoxicadores -como la esposa de Abimael Guzmán y «número dos» de Sendero Luminoso, Elena Yparraguirre , quien pide que Francisco vaya a verla a la cárcel en que cumple cadena perpetua-, pero son mucho menos que en Chile.

El Papa visitará tres ciudades en cada país, con un protagonismo de las respectivas capitales, pero también una marcada preferencia por los territorios indígenas, los más pobres y desfavorecidos.

En Chile volará hacia el sur hasta Temuco, epicentro de la Araucanía mapuche y de su rebrote de violencia, mientras que en Perú viajará hacia el este hasta Puerto Maldonado, en la selva amazónica, donde dará el pistoletazo de salido del Sínodo de Obispos sobre la Amazonia que tendrá lugar en 2019. En ambos lugares, el Papa se dirigirá sobre todo a los indígenas, que serán también los principales invitados a su almuerzo.

Algunos chilenos temen que el encuentro del Papa con los mapuches en Temuco «bendiga» los actos de violencia de los extremistas que ha quemado ranchos, fábricas e incluso unas cuarenta iglesias católicas y evangélicas en las últimas dos décadas, justo cuando el gobierno empieza a devolverles sus tierras e incorporarlos a la sociedad desarrollada.

Pero Francisco va, lógicamente, a todo lo contrario: a pedir diálogo pacífico que ayude a las dos partes a dejar atrás un abuso agudizado desde la independencia de Chile, cuando el gobierno invadió el territorio mapuche, donde los españoles habían desistido de entrar.

El programa del viaje incluye visitas a una cárcel de mujeres en Santiago de Chile y a un orfanato en Puerto Maldonado , así como encuentros con los jóvenes y misas multitudinarias. En Chile esperan recibir a unos doscientos mil argentinos deseosos de ver a un Papa al que la exacerbación política pone muy difícil visitar su propio país.

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