Papa Francisco: las clínicas católicas deben expresar la gratuidad «en respuesta al beneficio a toda costa»

Aplaude el «don de sí mismo» de los voluntarios y la ternura con los enfermos

El Papa junto a un grupo de niños enfermos en el aula Pablo VI AFP
Juan Vicente Boo

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En un mundo que necesita ser «humanizado» por actos de bondad, el Papa Francisco ha recordado el martes que «la dimensión de la gratuidad debería animar especialmente las estructuras sanitarias católicas» tanto en los países pobres como en los ricos, pues «están llamadas a expresar el sentido del don, de la gratuidad y de la solidaridad, en respuesta a la lógica del beneficio a toda costa».

En su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo del próximo 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, que este año se celebra en Calcuta, el Santo Padre insiste en que «las instituciones de salud católicas no deberían caer en la trampa de anteponer los intereses de empresa, sino más bien en proteger el cuidado de la persona en lugar del propio beneficio».

Según Francisco , «la salud es relacional, depende de la interacción con los demás y necesita confianza, amistad y solidaridad» , tanto del personal de las clínicas como de los voluntarios.

El Papa hace notar que «el cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se sienta querida».

Su mensaje, inspirado en Madre Teresa de Calcuta, recuerda que la santa albanesa «nos ayuda a comprender que el único criterio de acción debe ser el amor gratuito a todos, sin distinción de lengua, cultura, etnia o religión».

En una reflexión sobre la actitud ante los enfermos, Francisco afirma que «la gratuidad humana es la levadura de la acción de los voluntarios, que son tan importantes en el sector socio-sanitario y que viven de manera elocuente la espiritualidad del Buen Samaritano».

Donarse a sí mismo

El Papa da las gracias a todas las asociaciones y voluntarios que ayudan al transporte de enfermos o a la asistencia, promueven las donaciones de sangre y de órganos, la tutela de los derechos de los enfermos, la sensibilización social y el apoyo espiritual. Pero subraya que lo más importante y lo más cristianos no es donar algo sino donarse a sí mismo: es decir, ayudar con las propias manos, el propio tiempo y la propia sonrisa.

Según Francisco, «la acción de donar no se identifica con la de regalar, porque se define solo como un darse a sí mismo; no se puede reducir a una simple transferencia de una propiedad o de un objeto». En efecto, «se diferencia de la acción de regalar precisamente porque contiene el don de sí y supone el deseo de establecer un vínculo».

Es el caso de tantos voluntarios habituales o de estudiantes que acuden ocasionalmente a hospitales y asilos a cantar, a divertir o sencillamente a servir cenas a los ancianos, especialmente durante las fiestas.

El «don de sí mismo» caracteriza muchas de las actividades prácticas inspiradas por Francisco para los pobres y personas sin techo de Roma. Tanto las duchas como el corte de pelo o la atención en el ambulatorio recién abierto en la plaza de San Pedro corren a cargo sobre todo de voluntarios.

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