El Papa advierte que «el insulto y el odio al hermano son también formas de homicidio»

Subraya que «para ofender a un niño basta una frase; para herir a una mujer, un gesto de frialdad»

El Papa Francisco preside la audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro en el Vaticano, este 17 de octubre EFE
Juan Vicente Boo

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Completando su catequesis sobre el quinto mandamiento, el Papa Francisco ha precisado el miércoles que «ante el tribunal de Dios, la ira contra un hermano es una forma de homicidio. Por eso el apóstol Juan escribe en una carta que "quien odia a su propio hermano es un homicida". Y Jesús añade que incluso el insulto y el desprecio pueden matar».

Ante decenas de miles de peregrinos que participaban en la audiencia general en la plaza de San Pedro, el Papa ha advertido que «para ofender la inocencia de un niño basta una frase inoportuna. Para herir a una mujer puede bastar un gesto de frialdad. Para romper el corazón de un joven es suficiente negarle la confianza. Para eliminar a un hombre basta con ignorarlo. La indiferencia mata».

Al margen del texto escrito, Francisco ha lamentado que «nosotros estamos acostumbrados a insultar. Insultamos casi como quien respira. Y eso es una manera de matar a dignidad de una persona. ¡Qué bonito sería que la enseñanza de Jesús entrase en nuestra mente y en nuestro corazón y cada uno dijese: "No insultaré nunca a nadie". Sería un hermoso propósito».

El Papa ha reconocido que ningún código humano equipara actos tan distintos como el homicidio y el insulto, asignándoles el mismo juicio moral, pero se debe a que la ley del amor pide mas que cualquier otra, y es mas sensible al mal.

Francisco ha recordado que «Jesús invitaba a interrumpir la presentación de ofrendas y sacrificios en el templo si se recuerda haber ofendido a un hermano. También nosotros, en la misa, tenemos que vivir esta actitud de reconciliación”. Por eso ha lamentado que “muchas veces, mientras esperamos al sacerdote se habla mal de otros. ¡Esto no se puede hacer! La gravedad del insulto, del desprecio y del odio es tal que Jesús los equipara al homicidio».

El miércoles de la semana anterior, en su primera catequesis sobre el quinto mandamiento, el Papa había abordado la tragedia del aborto preguntándose si es justo «matar a una persona para resolver un problema».

De modo inequívoco añadió: «¿Es justo alquilar un asesino a sueldo para resolver un problema ? No se puede y no es justo matar a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar a un asesino para revolver un problema».

Y ante la indiferencia social, se preguntaba: «¿Cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano, un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su inicio?».

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