Odio a la Iglesia Católica

Cuando se produce un terremoto público provocado por los movimientos radicales, por ejemplo de izquierda, feministas, anarquistas, la Iglesia siempre padece las réplicas. Durante los días pasados se han incrementado las pintadas de odio en templos católicos y evangélicos españoles, a las que hay que sumar una profanación en la parroquia san Rafael Arnáiz de Madrid. Esa huella de intolerancia se sintetiza en algunos de los lemas: «Yo no salí de tu costilla. Tú saliste de mi coño», «Puto clero», «Aborto libre», «Pederastas». El incremento del odio y del vandalismo contra la Iglesia no se produce solo en España . En el mes de febrero se han registrado en Francia 50 ataques contra templos católicos, según el Observatorio Europeo de Intolerancia y Discriminación contra los cristianos. Uno de los más graves ha ocurrido en la histórica Basílica de Saint Denis. El citado Observatorio tiene documentados 500 brutales ataques contra los templos cristianos en Europa durante 2018.

No es lo mismo una pintada en la Iglesia, una obra de teatro con título blasfemo o la profanación del sagrario. Pero ahí están esas manifestaciones, de raíz ideológica, de extrema violencia, externa e interna, contra lo católico. La libertad de expresión ampara a quienes discrepan de lo sagrado, aun cuando pueda resultar chocante, molesto o hiriente. A la libertad de expresión se responde con libertad de expresión. Pero cuando esa expresión es gratuita o se efectúa con la intención de dañar, de burlar o de ridiculizar, nos coloca en la pendiente de la intolerancia contra las religiones con conductas delictivas.

El párroco de san Rafael Arnáiz, Francisco de Borja Pérez , escribió en su muro de Facebook el siguiente testimonio después de la profanación: «Algunos feligreses buscaron por entre las basuras, a ver si habían arrojado allí a nuestro Señor. Anoche celebramos con el vicario episcopal una Misa de desagravio. Agradecemos todas las oraciones por quienes han perpetrado el pecado más horrendo que puede perpetrarse. Más aún, agradecemos las oraciones para desagraviar a nuestro Señor. Es horrible que siempre acabemos haciendo daño al único que solo merece amor. Señor, perdónanos y enséñanos a perdonar».