Mujeres al mando

Nuria Fernández: «La sociedad no tiene gran cultura musical porque la mujer estuvo vetada durante siglos»

Esta directora de coro es una de esas personalidades arrolladoras que se ocultan tras cada partitura

Nuria Fernández ABC
Érika Montañés

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Si tiene que elegir, Nuria Fernández escoge la nota musical «la» . ¿Por qué? «Es el sonido de referencia que nos da el diapasón a los directores de coro para indicar el sonido con el que han de empezar a cantar». Todo en la vida de esta profesora y eminencia al frente de la batuta es música. Su conversación se mueve a un compás fluido, al vaivén de unos brazos que no saben quedarse quietos.

Docente de Enseñanzas Superiores desde hace más de veinte años, son muchos los directores de coro que se han formado a sus órdenes. En la actualidad ejerce en el Conservatorio Superior de Castilla-La Mancha. Trabaja a destajo en cada partitura, con cada alumno, y se autoreprocha no haberse esforzado más para visibilizar su labor. «En algunos momentos, tal vez por pudor mal entendido, he sido excesivamente discreta», asume. Es difícil imaginarla con otra actitud, que puede ser, no obstante, una de sus mayores virtudes.

Nuria Fernández dirige el coro del Conservatorio de Castilla-La Mancha BC

¿Cuántas mujeres hay en la dirección de coros?

Según mi tesis doctoral, la proporción es bastante paritaria. Estaríamos hablando de, aproximadamente un 60% de hombres y un 40% de mujeres.

¿Es un oficio de corte machista?

Prefiero centrarme en los datos: el coro de RTVE, el de la Comunidad de Madrid y el Coro del Teatro de la Zarzuela nunca han tenido una mujer como directora titular. Otras agrupaciones no profesionales pero que desempeñan una labor musical de excelencia, como El Orfeón Donostiarra o el Orfeó Catalá, tampoco han tenido nunca una directora titular en 120 años de trayectoria. El Coro Nacional de España tuvo tres mujeres: Lola Rodríguez Aragón, fundadora del coro y a la sazón directora de la Escuela de Canto, Carmen Helena Téllez y Mirella Barrera.

¿A cuántas personas dirige usted?

Depende de los proyectos. En la actualidad, trabajo con tres agrupaciones de manera estable: el Coro de la Universidad Carlos III de Madrid, que cuenta con una plantilla integrada por 40 cantantes aproximadamente. Además, dirijo el Aula Coral de la Universidad desde donde realizamos diferentes iniciativas tanto artísticas como formativas y en algunos proyectos podemos llegar a ser más de 100 cantantes. Dirijo también un coro de voces iguales femeninas, VokalArs, integrado por 25 cantantes y una agrupación profesional, Ensemble Mirtos, formado por una plantilla estable de ocho cantantes profesionales que, dependiendo de la programación se puede ampliar hasta dieciséis o veinte integrantes. En diversas ocasiones he colaborado con diferentes proyectos en los que he llegado a trabajar con cerca de quinientos cantores. Depende del tipo de espectáculo, de la programación, estilo, género, etc.

«Hay casos como Cuba, con una mujer directora del Coro Nacional; pero son una gran excepción»

¿Alguna vez se ha «arrepentido» de ser mujer?

Nunca. Incluso si esta circunstancia en algún momento de mi vida ha supuesto un inconveniente es un pensamiento que nunca se me ha pasado por la cabeza. Quizá si hubiera tenido la mala suerte de nacer en otra época o en otro continente no dudo que, posiblemente, lo habría pensado. Creo que es una gran responsabilidad no olvidar que hoy en día hay muchos países, una multitudinaria parte de la población mundial, en donde las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda o tercera clase sin apenas derechos.

Usted que imparte cursos internacionales, ¿observa diferencias en el trato a una directora entre países?

Desgraciadamente, no tantas. Hay casos excepcionales como Cuba, donde la directora del Coro Nacional es una mujer, la maestra Digna Guerra, pero en la mayoría de países predominan los hombres en puestos de relevancia. Sí hay directoras relevantes como Grete Pedersen en Noruega, directora de Det Norske Solistkor, Laurence Equilbey, directora del Coro Accentus en Francia o la directora eslovena Karmina Šilec, que dirige el grupo vocal Carmina Slovenica con unas propuestas transgresoras, por citar ejemplos. Al final, todo es cuestión de educación.

En VokalArs, las mujeres tienen perfiles diferentes, ¿qué le enseñan?

Los niveles de compromiso son muy elevados. Hay perfiles variados, pero todas tienen una sólida trayectoria coral. Muchas compañeras se dedican a la música, principalmente, en el ámbito de la docencia. Tenemos banqueras e ingenieras, cocineras y médicos.

Leo esta frase de un consejero delegado: la mujer cuando llega arriba tiene ambición y el hombre ego.

No sé cómo será en otros ámbitos profesionales pero, en la música, los grandes profesionales que realizan una gran labor tienen la ambición de generar belleza a través de sus interpretaciones y creaciones y esto, yo creo, no es algo criticable porque esa búsqueda de la belleza es, realmente, una necesidad vital y espiritual.

En cuanto al ego, este es otro tema. He de decir que, en mi ámbito profesional, me he encontrado con más hombres con un gran ego, generalmente bastante mediocres, que sienten una necesidad casi compulsiva de hablar sobre sí mismos y sus «cuasi» inexistentes virtudes que, habitualmente, vienen glosadas con la crítica negativa a otros profesionales de su entorno.

«Me he encontrado con hombres con un gran ego y bastante mediocres, que sienten una necesidad casi compulsiva de hablar sobre sí mismos»

En cuanto a las personas que «llegan arriba» es cierto que he visto llegar arriba, que no triunfar, a personas que no se lo merecían pero, o estaban bien «conectados» o han dedicado mucho tiempo a las relaciones sociales, y en estos casos, es cierto que proliferan más los hombres que las mujeres (al menos esta es mi experiencia).

¿La música es femenina?

Sólo gramaticalmente…(ríe). La música es arte, es creación y, por tanto, está por encima de estas circunstancias. Sin embargo, es cierto que, durante siglos, la mujer ha estado totalmente vetada en el entorno musical, especialmente en los países en los que la religión principal ha sido la católica. Mientras que, en los países protestantes, todos los fieles cantaban durante las celebraciones religiosas en los países católicos imperaba la norma de «mulieres in ecclesia taceant» (mujeres en la iglesia callan), es decir, que no podían cantar. Esta cuestión religiosa también ha definido un perfil cultural y social con respecto de la música muy diferente entre países católicos y protestantes. No es casualidad que los países protestantes, en los que se necesitaba saber música para participar en los ritos religiosos, tengan hoy en día una cultura musical mucho más asentada en la sociedad que los países del ámbito católico en los que la música era una parte secundaria de las celebraciones religiosas y, si tenía relevancia, en cualquier caso no era interpretada por los fieles.

En cuanto al papel de las mujeres en la historia de la música hay que destacar que, hasta muy recientemente , las compositoras han estado silenciadas a lo largo de la historia. Hay algunos ejemplos emblemáticos como Hildegard von Bingen en los siglos XI-XII, Barbara Strozzi en el barroco o Clara Schumann o Alma Mahler en épocas posteriores que, en este caso, se vieron eclipsadas por sus maridos. Desde el punto de vista interpretativo, tan sólo cantantes y pianistas, principalmente, han tenido presencia en los escenarios a partir del siglo XIX. Para que las directoras empezaran a tener cierta visibilidad ha tenido que pasar casi un siglo desde entonces y, desafortunadamente, aún queda mucho camino por recorrer.

¿Falta esta asignatura en los colegios?

España está sufriendo en los últimos años una auténtica devastación en lo que a educación artística se refiere a todos los niveles. En el caso de la música, apenas tiene ya presencia en la educación Primaria y, menos aún, en la Secundaria. Tampoco en los entornos universitarios en los que tienen que formarse los futuros docentes de nuestro país. Toda esta «revolución educativa», según parece, se está produciendo con el fin de subir los resultados académicos del alumnado y, en algunos casos, por el horriblemente planteado sistema bilingüe en algunas comunidades autónomas, tanto del inglés, en unos casos, como de las lenguas oficiales del Estado Español en otros. Sin embargo, ya está demostrado científicamente que la formación artística y humanística son verdaderos potenciadores de la capacidad cognitiva además de servir de estímulo para el aprendizaje de contenidos transversales como la concentración, el trabajo en equipo, la creatividad y el desarrollo emocional. Contenidos que, por otra parte, ya está demostrado también científicamente, son indispensables para el éxito en cualquier ámbito profesional. Todo este destrozo en nuestro sistema educativo se está produciendo ante la pasividad de gran parte de la sociedad y, una vez más, cuando tengamos que sufrir las consecuencias de esta situación, no habrá responsabilidades políticas de ningún tipo.

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