Movimiento criónico: ¿Morir (y congelarse) para resucitar?

Es el denominado movimiento de criopreservación, que tiene su origen en Robert C.W. Ettinger, un escritor de ciencia ficción y profesor de Física norteamericano

ABC

José Manuel López Tricas

Esta extraña y cara moda parece resurgir entre quienes no tienen problemas para llegar a fin de mes. Es el denominado movimiento criónico (movimiento de criopreservación), que tiene su origen en Robert C.W. Ettinger, un escritor de ciencia ficción y profesor de física norteamericano.

Robert C.W. Ettinger falleció, y lo congelaron, en el año 2011. Dejó el mundo de los vivos (al menos de los vivos calientes) a la edad de 92 años, víctima de una insuficiencia respiratoria, algo muy humano Su idea de congelar a personas que acaban de fallecer en la esperanza de devolverles a la vida cuando la ciencia haya avanzado hasta un punto en que ello sea viable, en un futuro más o menos lejano, oscila entre la fantasía y el ridículo . Su propuesta, rechazada por la mayoría de los científicos, ha servido de inspiración a trabajos de Woody Allen, y ha persuadido a varios cientos de personas previo desembolsos económicos sustanciosos. Los cuerpos se hallan en tanques de nitrógeno líquido en el Cryonics Institute, situado en el subsuelo de Detroit, Estados Unidos. La mayoría han pagado por adelantado alrededor de 30.000 dólares para que sus cuerpos fueran congelados tras su óbito.

Robert C.W. Ettinger dejó escrito que tras su muerte su cuerpo se colocase en una cápsula criónica a 371º centígrados bajo cero, cerca del denominado cero absoluto, la temperatura más baja teóricamente alcanzable (los 0º Farenheit equivalente a 373,3º grados centígrados bajo cero). El cuerpo de Robert C.W. Ettinger se convirtió en el año 2011 en el uncentésimo sexto cadáver congelado de su Instituto Criogénico. No podía ser de otra manera.

Robert C.W.Ettinger popularizó la idea de congelarse tras la muerte en el libro «The Prospect of Immortality» («La perspectiva de la inmortalidad») que publicó en el ya lejano 1963. Este libro constituyó el germen del llamado «movimiento criogénico» . La idea generó interés, pero el elevado coste limitó el número de los congelados (106 en el Cryonic Institute de Detroit, en el año 2011; alrededor de 2.000 en la actualidad en Estados Unidos; y un número indeterminado en otros países).

Las ideas de Ettinger fueron parodiadas en la película Sleepers de Woody Allen del año 1973. En una escena, el héroe emerge de su criostasis, dándose cuenta que todos sus amigos han muerto. Constatado el hecho afirma: «…pero si todos comían arroz orgánico…».

Durante su etapa docente, Robert C.W. Ettinger escribió un segundo libelo, publicado en el año 1972 con el título «Man into Superman» («El hombre en el superhombre»), un relato de ciencia ficción. Tras jubilarse de su actividad docente, Ettinger creó el Instituto criogénico, epíteto que deriva del término griego kryós (frío). La criogenización es una rama de la física que estudia el comportamiento de los materiales a muy bajas temperaturas.

La madre de Ettinger, Rhea, fallecida en 1977, a los 78 años, se convirtió en la primera cliente de su Instituto Criogénico (Cryonic Institute).

Los cuerpos de sus dos esposas, Elaine y Mae, se hallan también congelados en su Cryonic Institute, una gran nave industrial de Clinton Town, unas veinte millas al noreste de la ciudad de Detroit. No todos los congelados son humanos. También existen mascotas, sobre todo perros y gatos.

Robert C.W. Ettinger declaró que su interés por la inmortalidad se retrotrae a su pubertad, cuando leyó en una revista de ciencia ficción (Amazing Stories) la historia de un profesor que se lanzó a sí mismo al espacio exterior. En la infinita y gélida soledad interestelar permaneció cuarenta millones de años (terrestres) hasta alienígenas lo encontraron y descongelaron.

Su verdadero interés por la posibilidad de reanimación tras la muerte tiene probablemente un origen más prosaico; y se halle en sus prolongadas estancias hospitalarias tras la Segunda Guerra Mundial, durante la recuperación de las graves heridas sufridas en la batalla de Las Ardenas, casi en las postrimerías del conflicto.

Logró salvar sus piernas gracias a injertos óseos, una técnica experimental en aquella época. Su amarga experiencia le indujo a pensar que se podría llegar a controlar y revertir la muerte. Durante esa época comenzó a escribir cuentos de ciencia ficción, siempre relacionados con la posibilidad de revivir tras la muerte. Algunos de estos relatos se publicaron durante la década de 1950.

Durante su último mes de vida, Robert Ettinger preparó junto a su hijo todos los detalles para su congelación.

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José Manuel López Tricas, farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria. Farmacia Las Fuentes de Zaragoza

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