ENTREVISTA

Kathryn Mannix: «He tenido pacientes que pedían la eutanasia y después se arrepentían»

Esta pionera británica de los cuidados paliativos ha visto a tantas personas en su último aliento que aprendió a perderle el miedo a la muerte. Ahora enseña a enfrentarse a ella «con sabiduría»

Mannix ha presentado su libro «Cuando el final se acerca» en Madrid IGNACIO GIL

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Resulta fácil imaginarse a la doctora Kathryn Mannix sentada al borde de la cama de uno de sus pacientes, cogiéndole la mano mientras le detalla cómo afrontarán juntos el final de su enfermedad. Su voz cálida y serena tiene el poder de calmar sin ayuda química, incluso después de una jornada maratoniana de entrevistas. Quizá por ello, aquella médico jovencita y rara a la que le interesaban más las personas sin cura que los últimos avances contra el cáncer, se convirtió en una de las pioneras de los cuidados paliativos en el Reino Unido. Durante más de treinta años, Mannix se ha dedicado a aliviar el sufrimiento de enfermos terminales . Su experiencia la ha volcado en un libro que se ha situado entre los más vendidos en su país. «Cuando el final se acerca» (Siruela) se edita ahora en España para enseñarnos que la muerte puede ser un proceso tan natural como el nacimiento. «No entiendo cómo la sociedad ha perdido la capacidad de hablar de ello», relata a ABC.

¿A qué tenemos más? ¿al sufrimiento? ¿al miedo a lo desconocido? ¿a perder la dignidad en el trance?

Depende de cada persona. A los profesionales en cuidados paliativos siempre les pedimos que pregunten a sus pacientes qué es lo que más les preocupa y hay respuestas de todo tipo. Algunos no tienen miedo a morir, pero sí a quedar con alguna discapacidad; otros a desaparecer físicamente o temen por el dolor de su familia. En mi libro recojo la historia de una joven madre a la que le angustiaba quién estaría cerca de su hija cuando alcanzara su pubertad. Ya sabe, quién le explicaría cómo sería su primera experiencia menstrual. Las circunstancias de cada uno son muy diferentes. Algunos tienen miedo al más allá y a otros, precisamente, les tranquiliza saber que haya algo al final de esta vida. También hay quien teme el sufrimiento físico, pero esto es lo más fácil de manejar. Lo que no tiene ningún paliativo es el sufrimiento existencial.

¿Es más fácil afrontar la muerte cuando el paciente es religioso, sea cual sea su creencia?

Las personas manejan mejor la incertidumbre cuando tienen algo que les llena. Bien sea una religión, la familia, el contacto con la naturaleza... El que peor lo pasa es el que está en una zona de grises, el que cree que hay un dios pero no está seguro, el que cree que puede haber una vida futura pero no está completamente seguro...

«El que peor lo pasa es el que cree que hay un dios pero no está seguro o el que cree que puede haber una vida futura y no está completamente seguro»

Y usted, ¿tiene miedo a la muerte?

No, no tengo miedo a morir. Cuantos más muertes veía, menos miedo le tenía. Y que quede claro que amo la vida.

Podemos ser valientes y plantarle cara, pero es más duro cuando se trata de un ser querido, una pareja, un hijo...

Eso es cierto. Yo temo mucho más al proceso del duelo del que se queda que a la propia muerte. Recuerdo un caso en mi hospital que escandalizó a las enfermeras porque el marido le decía a su mujer, que estaba a punto de morir, que su muerte sería más dura para él que para ella porque tendría que lidiar con sus hijos y explicarles su muerte . Entiendo esa postura, creo que el duelo es muy difícil de gestionar y, por eso, creo que ayuda muchísimo tener planeado este proceso y hablar en familia de cómo se va a producir la muerte.

Dice que deberíamos vivir la muerte como un proceso tan natural como el nacimiento, pero la muerte siempre es fea. No hay nada bueno en ella.

No estoy de acuerdo con usted. Dar a luz es un proceso muy doloroso y a pesar de ello la mayoría de las mujeres tienen más de un hijo. Morir, aunque la gente piense lo contrario, no lo es. En mi carrera he presenciado unas 10.000 muertes y solo en una decena de esas, el final ha sido agónico. Es cierto que morir es triste y representa una pérdida pero yo lo veo como la culminación natural de una vida. Ha ce unas semanas enterré a mi suegra y su fallecimiento lo hemos vivido como un premio a una vida de esfuerzo. Claro, a su edad, era un proceso natural.

«Morir no es doloroso. He presenciado unas 10.000 muertes y solo en una decena el final ha sido agónico»

Sin duda. Es cierto que en los hospitales se tienen medios que en las casas no hay, pero es importante tenerlo hablado y planeado con antelación. Hay quien prefiere morir en su casa o en su residencia, como decidió mi suegra. Ella no quería ir a un hospital que le pudieran prolongar su agonía y mecanizar el proceso. Todo esto depende del momento vital de cada uno. Si enfermara yo iría al hospital porque tengo cincuenta y tantos años y aún aspiro a conocer a mis nietos. Creo que me queda vida por vivir. Con más de 80 años, como tenía mi suegra, entiendo que no quisiera prolongar más algo que era inevitable.

Algunos médicos optan por eufemismos. A pacientes sin opciones les dicen que están «seriamente enfermos» en lugar de decirles que «se están muriendo» o que «debe prepararse para lo que pueda suceder». ¿Es una buena práctica?

No, esos médicos no están cumpliendo con su deber. A veces al doctor le falta humildad para reconocer que el paciente sabe más de sí mismo que el médico. La pregunta correcta que habría que hacerse siempre es si tú estuvieras tan enfermo que corrieras el riesgo de morir, ¿preferirías que te lo dijera? Esa es la manera correcta de abordar el tema.

Kathryn Mannix en Madrid IGNACIO GIL

«¿Cómo se puede proteger a una persona mayor que te pide la eutanasia porque ve a su hija muy cansada y no quiere ser una carga?»

Después de treinta años trabajando con enfermos terminales sigo sin tener la respuesta correcta. Le puedo asegurar que en este tiempo he visto en muy, muy raras ocasiones muertes agónicas o lamentables. Sí he tenido a pacientes con miedo a convertirse en un vegetal y pensar que sería mejor para su familia morir lo antes posible. Y a otros que pedían la eutanasia y después se arrepentían. Alrededor del mundo tenemos una docena de legislaciones que permiten el suicidio médico asistido y todas se han redactado con fórmulas para proteger a la población. Pero lo que de verdad veo es que la eutanasia se plantea en el peor momento anímico, cuando se está más vulnerable y es difícil tomar una decisión de ese tipo. Legalmente se puede impedir que una familia le diga a su madre «Mamá deberías morir ya» , pero no sé cómo se puede proteger a personas mayores cuando la piden porque te dicen que ven a su hija muy cansada y piensan que es el mejor momento de morir para no ser una carga. Esto, de alguna manera, es una forma de coacción. Entiendo que haya personas que consideren la eutanasia como algo bueno y correcto para decidir sobre el final de nuestros días. Y también comprendo a los que dicen que la vida humana debería ser protegida hasta el último momento. Ambos bandos están enfrentados. Yo hoy no soy lo suficiente sabia para tener una opinión. Es un dilema y no sé cómo solucionarlo. Las historias que recojo en mi libro están pensadas para mostrar que la eutanasia no es ni buena ni mala. Es la petición de una persona que está cansada de vivir o alguien muy mayor que no tiene otra salida y sufre.

Pero antes de debatir su legalización, ¿no debería mos contar con una buena red de cuidados paliativos?

Absolutamente de acuerdo. Antes de plantearlo, se debería tener la seguridad de que todo el mundo tiene acceso a los mejores cuidados posibles en su vida como paciente y no solo en las etapas finales. Si pensamos en los enfermos de cáncer, algunos llegan a cuidados paliativos baqueteados por tratamientos de quimioterapia y cirugías muy duras. Los expertos en cuidados paliativos formamos a los oncólogos y al personal que trata con enfermos graves para que en todo momento puedan proporcinar el mejor manejo de los síntomas.

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