Juezas, criminólogas o médicos: las profesiones cambian de género

Las mujeres son ya mayoritarias en carreras que eran copadas por los hombres y, tras años de incorporación al mercado laboral, el vuelco en los trabajos es una realidad

La juez Natalia Velilla ERNESTO AGUDO
Isabel Miranda

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Hace ya más de un siglo que las mujeres no tienen que disfrazarse de hombre para estudiar en la universidad, como hizo Concepción Arenal, ni lograr una autorización especial del Consejo de Ministros para poder acudir a las aulas. Desde el 8 de marzo de 1910, una Real Orden autorizaba a las mujeres a matricularse en cualquier universidad de España y su incorporación a los estudios superiores fue progresiva e imparable: si en 1940 eran el 12,6% de los estudiantes, en 1970 ascendían al 31%. En el año 2000 llegó al 53% y la cifra sigue creciendo, aunque ya no de forma exponencial: el curso pasado se matricularon en las universidades españolas 715.201 mujeres frente a 592.260 hombres. Las estudiantes son ya casi el 55% del total de alumnos . Y cada vez se decantan por carreras que, hasta hace unos años, eran terreno indiscutible de los hombres.

Las mujeres están lejos de ser solo profesoras o enfermeras, también se han adentrado en profesiones que eran consideradas masculinas. Estudian derecho y son abogadas, fiscales o juezas; estudian medicina, biología, periodismo o criminología. En todas estas carreras, ellas ya son más que ellos en las aulas .

La traducción de esta realidad ha llevado a una progresiva conquista del terreno labora l. Tanto, que en profesiones como la judicatura, ya hay más magistradas que magistrados, mientras que en las redacciones el número de periodistas según sexo es paritario. En otras profesiones como la medicina, l a feminización es solo cuestión de tiempo cuando siete de cada diez estudiantes son mujeres.

Junto a la incorporación de la mujer, también se han introducido nuevos matices y puntos de vista . Es el caso de la aproximación y selección de las materias informativas en el periodismo, según explica la directora de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González. Aunque aún se podría aportar más de haber una mayor presencia en los puestos directivos. «Hay unos usos y costumbres paralelos al mundo laboral que los hombres abordan de forma diferente [comidas, reuniones]. Con más mujeres directivas habría más vida personal », dice González.

En los tribunales, la «colonización» femenina no afecta a la aplicación de las leyes, defiende la juez Natalia Velilla. Solo -concede como posibilidad-, una mayor empatía a la hora de tratar materias como la violencia de género. Su mayor aportación, opina, es la de normalizar la presencia de la mujer en la vida pública, mientras que médicas y criminólogas destacan la humanización como otra de las grandes aportaciones que la mujer ha llevado como novedad a viejos terrenos.

«Muchos detenidos se sienten decepcionados al ver a una juez»

Termina el juicio y el abogado se despide de los tres magistrados de la audiencia provincial. A dos de los jueces les llama «señoría». Al tercero, que es mujer, la llama « princesa ». Es una de las anécdotas que cuenta la magistrada Natalia Velilla, en este caso protagonizada por una compañera, pero a la que no le faltan ejemplos pese a que desde hace un lustro, ellas ya son mayoría en la judicatura. En concreto, son el 52,7% de los jueces en activo. Y si se selecciona a los magistrados menores de 50 años, ese porcentaje asciende al 64%.

«Muchas juezas de guardia se encuentran con detenidos decepcionados porque la juez sea una mujer», cuenta Velilla, miembro de la Asociación de Jueces y Magistrados Francisco de Vitoria. No obstante, reconoce que entre los compañeros de profesión, el respeto es generalizado y «la carrera judicial ha pegado un gran cambio». Ellas son, desde hace una década, las que más oposiciones aprueban. La explicación, para Velilla, radica en que son más estudiosas y ven en la oposición un trabajo «muy independiente, con bastante capacidad de cambiar la realidad, con reconocimiento social y en el que se puede conciliar».

Un cambio que no afecta a la aplicación de las leyes, defiende. «No hay diferencia. Es un trabajo muy técnico: hay unos hechos, una ley y se aplica. Hablar de diferentes formas de interpretar las leyes... pues depende. Si hablamos de violencia contra la mujer, quizá puede haber una manera de ver las cosas más empática. Pero conozco magníficos hombres que en violencia de género imparten justicia igual que sus compañeras».

Si bien la magistrada no ha sentido una brecha de género en el acceso a la judicatura, el ascenso a los puestos de mayor responsabilidad es otra historia . «Hay un techo de cristal doble. El primero, que las mujeres se postulan en menor medida. El segundo, que una vez lo han hecho, en raras ocasiones se las designa». Al final, dice, «el mundo de las relaciones profesionales es masculino» y ellas, al salir del juzgado, se encargan de la familia y no del «networking».

«Dirijo un hospital, pero asumen que soy enfermera»

Raquel Neira

Los chicos ya no quieren ser médicos . Ya no compensa ni el prestigio social de la profesión ni mucho menos el salario. Han cambiado la Medicina por carreras con más proyección y profesiones mejor pagadas como la Economía, las Ingenierías o cualquiera de Tecnología. Pero las mujeres llevan años compensado esa pérdida de vocaciones masculinas. Siete de cada diez nuevos estudiantes de Medicina son mujeres y la tendencia es al alza. El cambio ya es visible en los hospitales, aunque aún no ha llegado a los puestos de dirección de los centros sanitarios ni a los órganos colegiales que las representan. Raquel Neira aún es una rareza . Médico de Familia es la actual gerente del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo en Madrid. «Dirijo un hospital, pero en la calle cuando se enteran que trabajo en sanidad asumen que soy enfermera», cuenta.

La sociedad sigue sin normalizar el cambio. La directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez-Gil, es nefróloga y dirige una de las instituciones médicas con más prestigio de España . Pero en las reuniones de trabajo mientras que al resto de sus colegas se llaman doctores y por su apellido, ella es solo Beatriz. «No sé si ocurre por machismo o porque soy una persona cercana». Salvo estos gestos, que duelen, Domínguez-Gil se considera una «privilegiada». Se especializó en Nefrología en el Hospital 12 de Octubre y cogió al vuelo la primera oportunidad para trabajar en la ONT. Allí se hizo imprescindible y tras once años hoy dirige uno de los tesoros de la sanidad pública española. «Que se feminice la medicina con buenas profesionales solo puede ser positivo. La sanidad se humanizará más», augura.

En Medicina, lo primero es establecer un buen juicio clínico . «Eso lo puede hacer igual un hombre que una mujer, pero después lo más importante es el juicio ético, el que te permite colocarte en lugar del paciente, y ahí ganamos nosotras», asegura María Castellano, una médico veterana que se convirtió en la primera española en acceder a una cátedra en Medicina.

«Te tenías que armar de valor para hacerte valer»

Elsa González ERNESTO AGUDO

Las mujeres eran «una nota de color» en las redacciones hace cerca de cuatro décadas, recuerda la presidenta de la FAPE, Elsa González. Pero en cuestión de cinco o seis años, empezaron a «ser legión». «Hubo un cambio en cómo se trataba a las mujeres, pero te tenías que armar de valor y hacer valer tu condición de igualdad», dice.

En las facultades, las mujeres son mayoría. Solo el curso pasado se matricularon 11.735 mujeres frente a 7.361 hombres. Sin embargo, en las redacciones, su presencia baja al 48% y en los consejos de administración de los mismos medios, no llega al 20%. «Somos legión en la redacción, pero somos muy escasas en la dirección de los medios, igual que en los consejos de administración. Y si en ellos la mujer apenas está, la información se hace a imagen y semejanza del hombre». Puestos en los que las mujeres tienen mucho que aportar: desde un mayor protagonismo a la conciliación hasta la aproximación de los temas, explica.

«Un hombre de aspecto varonil tiene más posibilidad de dirigir una cárcel que la mujer más cualificada»

Esther Montero

La criminología es un ámbito que se ha asociado generalmente al hombre, pero desde hace algunos años el número de mujeres que se desempeñan profesionalmente en este sector no para de crecer. Esther Montero es un ejemplo de ello. Desde 2010, esta criminóloga formada en Suiza compatibiliza su trabajo como jurista en Instituciones Penintenciarias con el de profesora en la Universidad Loyola Andalucía.

Montero considera «lógico» que las mujeres opten por esta carrera debido a que tienen como característica biológica «una mayor sensibilidad», lo que viene muy bien en el trato con los infractores. « Mostrar empatía y humanidad ayuda al proceso de reinserción de los internos. Por eso es bueno que haya aumentado la población femenina trabajando en prisión», señala. La mayor dificultad, sin embargo, sigue siendo llegar a los cargos directivos. Según afirma, «un hombre de aspecto varonil tiene más posiblidades de dirigir una cárcel que la mujer más cualificada».

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