Por qué la gripe es una enfermedad que se suele banalizar

Se obvia su potencial gravedad, sobre todo en personas de riesgo, bien por edad (niños muy pequeños y ancianos), o por la coexistencia de enfermedades crónicas; todavía más si coexisten ambas circunstancias

VALERIO MERINO

JOSÉ MANUEL LÓPEZ*

Hasta el momento (mediados de febrero de 2018) la campaña de gripe está siendo virulenta. Si a mediados de enero se consideraba moderada, similar a la de 2014-2015, los registros más recientes la comparan con la pandemia de gripe A del año 2009.

[Recordemos que la catalogación genotípica del virus de la gripe (influenza) se basa en los subtipos de dos proteínas de su cápside (envoltura proteica del ácido nucleico vírico). Helas aquí: H (hemaglutinina) y N (neuraminidasa)].

La cepa H3N2 es la más peligrosa de las cuatro que suelen causar la gripe estacional. Una gripe estacional típica asocia una de las dos cepas del tipo A (H1N1 o H3N2) y dos cepas tipo B (Victoria o Yamagata). Las cepas (serotipos o variantes genéticas) B de la gripe causan infecciones banales, dado que el hombre es portador «natural» de este tipo de virus influenza (se ha adaptado a lo largo de la evolución). Las infecciones por los tipos B del virus de la gripe suelen aparecer al final de un brote típico por las variantes genéticas del virus A de la gripe.

A comienzos de enero (2018), el 78% de todas las muestras del virus de la gripe cuyo genoma se ha secuenciado correspondían al serotipo H3N2. Esta cepa (o serotipo) emergió en Hong Kong en el año 1968, causando la muerte ese año de alrededor de un millón de personas en todo el mundo. A partir de entonces el serotipo H3N2 ha estado en circulación, experimentando pequeñas mutaciones. La inmunidad parcial frente a este serotipo es amplia porque muchas personas han padecido la gripe (inmunidad natural); y, además, ha formado parte de todas las vacunas estacionales preparadas desde entonces (inmunidad adquirida). Recordemos que la vacuna anual se elabora en base a los serotipos más frecuentes en la campaña de gripe del invierno del año anterior. Su composición se determina antes del verano por la Organización Mundial de la Salud.

A modo de resumen, las pandemias de gripe más notorias y los determinantes genotípicos asociados han sido los siguientes:

«Gripe española» (1918-1919): H1N1

Gripe asiática (1957): H2N2

Gripe de Hong-Kong (1968): H3N2

Gripe aviar (2004): H5N1

Gripe porcina (2009): H1N1 (el mismo serotipo de la denominada «gripe española»).

Gripe porcina (2011-2012): H1N1

Incidencia de gripe

Dado que la gripe no es una enfermedad de declaración obligatoria, las estimaciones de su incidencia se obtienen mediante la extrapolación de encuestas realizadas entre médicos, centros de salud y dispensarios.

La incidencia anual de gripe durante las últimas campañas ha rondado el 6% de la población, con la excepción del año 2011-2012, cuando la denominada «gripe porcina» (H1N1) fue predominante. La incidencia de esta «gripe porcina» fue más baja de lo usual, alrededor del 2%, y su máxima prevalencia se produjo en octubre, una situación también atípica, excepto durante las pandemias. [Recuérdese que pandemia no significa un número espectacular de casos, sino una extensión mundial, si bien ambas circunstancias pueden presentarse a la vez].

La gripe puede afectar a cualquier persona, pero los riesgos dependen de la edad y el estado de salud general. Las personas con más riesgo son los ancianos (personas de 65 o más años), niños de menos de 5 años, y embarazadas. Determinadas patologías crónicas incrementan la probabilidad de complicaciones que requieran hospitalización, tales como asma, enfermedades pulmonares, diabetes mellitus e incluso obesidad.

El principal riesgo de la gripe deriva de sus posibles complicaciones, fundamentalmente neumonía, meningitis y sepsis. Éstas pueden afectar a personas sanas, pero son más comunes en niños muy pequeños y ancianos.

Australia, donde la gripe aparece cada año antes que en el resto del mundo ha sufrido una gripe catalogada de «grave», con «elevada» mortandad. Aun cuando la campaña de la gripe todavía está inconclusa, la cobertura lograda por la vacuna se prevé que no supere el 30%, significativamente por encima de las primeras estimaciones, que la situaban en un 10%. No obstante, las directrices sanitarias australianas difieren de las de los países occidentales. Mientras en éstos la vacuna se recomienda a personas consideradas «de riesgo», con independencia de su estado de salud, en Australia solo se administra a personas con patologías crónicas y que, por lo tanto, son especialmente vulnerables. Por esta razón las estimaciones de mortalidad y protección lograda con la vacuna no se deberían extrapolar a otros países.

No obstante la «escasa» cobertura lograda por la vacuna actual contra la gripe, la recomendación continúa siendo la vacunación anual. A pesar de sus deficiencias, la vacuna contra la gripe estacional disminuye drásticamente la posibilidad de graves complicaciones, potencialmente mortales, tales como las antes mencionadas neumonía, meningitis, sepsis.

Además de la vacuna, existen medicamentos de probada eficacia si se administran en los estadios iniciales del proceso infeccioso. Helos aquí: Oseltamivir (Tamiflu®), Zanamivir (Relenza®) y Peramivir (Rapivab®). Este último se administra por vía intravenosa, restringido al medio hospitalario.

La gripe es una enfermedad que se suele banalizar, obviando su potencial gravedad, sobre todo en personas de riesgo, bien por edad (niños muy pequeños y ancianos), o por la coexistencia de enfermedades crónicas; todavía más si coexisten ambas circunstancias.

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José Manuel López Tricas, farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria. Farmacia Las Fuentes, de Zaragoza

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