La garrapata más antigua del mundo es de Cantabria

Hallan en el yacimiento de ámbar de la cueva El Soplao un ejemplar de 105 millones de años

ABC

R. F. ORTIZ

Se desconoce su nombre, pero se sabe su edad. Tiene 105...millones de años y es la garrapata más antigua del mundo. De Cantabria, para más señas. Científicos españoles han descubierto en la cueva de El Soplao un ejemplar, macho, dentro de una piedra de ámbar del yacimiento de este mineral que hay cerca de la gruta. Fosilizado en el Cretácico, el insecto es seis millones más viejo que los hallados recientemente en Myanmar (antigua Birmania), bautizados como ‘garrapatas de Drácula’.

Esta nueva especie, hasta hace unas semanas considerada la más veterana y en la que se constataron evidencias de que era parásita de los dinosaurios coetáneos, que existieron hace cien millones de años, sería según los expertos de la misma familia de la garrapata encontrada en la cavidad cántabra, dado que ambas presentan características similares. A la espera de los resultados de la investigación con escáner que se va a realizar y que ofrecerá más información, la de El Soplao no contiene sangre en su interior.

El animal fosilizado, que probablemente se cayó de su «huésped» de un árbol, ha sido descubierto en una pieza de ámbar excepcional, de un tamaño bastante grande y que contiene más de cuarenta insectos -como avispas, mosquitos, ácaros, escarabajos y pequeños colémbolos- además de restos vegetales, atrapados todos ellos en la resina de este yacimiento, el más importante del Cretácico en Europa. Se originó hace 110 millones de años por un paleoincendio, lo que explica la inusual abundancia de piedras encontradas así como el color azul-púrpura que presentan la mayoría.

El último hallazgo, el de la que es ya -y por ahora- la garrapata más antigua del mundo, fue dado a conocer recientemente, coincidiendo con la presentación de la exposición ‘Amberia: el ámbar de Iberia’ que se exhibirá en el Museo Geominero de Madrid hasta el próximo 25 de septiembre. Precisamente, en la muestra tiene especial protagonismo del ámbar de Cantabria, gracias a los estudios y descubrimientos realizados en este lugar. Se encargaron del anuncio los investigadores Xavier Delclos, de la Universidad de Barcelona; Antonio Arillo, de la Complutense de Madrid; y Enrique Peñalver, del Instituto Geológico (IGME).

Este doctor del IGME lideró también una investigación realizada por un equipo de científicos de varias universidades y entidades de España, Reino Unido y Nueva York, publicada en la revista ‘Nature Communications’ y que desembocó en el hallazgo de las conocidas como ‘garrapatas de Drácula’ (Deinocroton draculi) del país asiático que limita con China y Tailandia. Son ligeramente más jóvenes -seis millones de años- que el ejemplar macho encontrado en el filón cántabro, sobre el que se publicará un estudio final dentro de unos meses, con más detalles, entre ellos su nombre.

«Es un ejemplar muy pequeño que no está dando muchos problemas para su estudio. Hemos conseguido ver algunas partes de la superficie de la garrapata y comprender parte de su anatomía», detalló Enrique Peñalver, que explicó que los palpos de la nueva familia de Birmania son «muy extraños», y coincidirían además con los del macho hallado en Cantabria. Según indicó, la investigación abierta se dirigirá a partir de ahora a buscar nuevos ejemplares que estén «perfectamente encapsulados» para que «no haya ninguna otra fuente de hierro que no sea el de la hemoglobina de la sangre que chupaban» a los animales en los que parasitaban.

Por otro lado, de El Soplao, este experto valoró que la cueva cántabra «está dando muchos golpes de suerte» con numerosos hallazgos importantes desde su apertura al público en 2005 y el posterior descubrimiento del yacimiento de ámbar, hace una década. Situada entre los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en la sierra de Arnero a 450 metros sobre el nivel del mar, la cavidad se ha convertido en una «fuente inagotable de conocimientos» para los científicos, gracias precisamente al filón ubicado a escasos tres kilómetros de distancia de la entrada a la gruta. «Nos ayuda a comprender mejor nuestro pasado y a reconstruir la evolución de los ecosistemas terrestres.

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