En diciembre de 1968, durante la VIII Asamblea Plenaria de la CEE, todos los obispos accedieron a posar para el fotógrafo de Blanco y Negro en una fotografía inédita
En diciembre de 1968, durante la VIII Asamblea Plenaria de la CEE, todos los obispos accedieron a posar para el fotógrafo de Blanco y Negro en una fotografía inédita - ABC
50 ANIVERSARIO

Los entresijos de la Conferencia Episcopal Española en sus 50 años de historia

Un libro recoge por primera vez los trabajos y los principales hitos de esta institución, que ha sido una pieza clave en la democracia

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Desde su creación en 1966, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha contribuido decididamente a la construcción y consolidación de la democracia. Así lo recoge el libro «Cincuenta años de la Conferencia Episcopal Española. Historia de un ejercicio de colegialidad» (Encuentro) realizado por José Francisco Serrano Oceja, colaborador de ABC y profesor titular acreditado de la Universidad CEU-San Pablo, y Pablo Martín de Santa Olalla, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Madrid.

La publicación recopila por primera vez los trabajos y los principales hitos de esta institución, que ha acompañado la compleja realidad política y social del último medio siglo. Para sus autores, la CEE ha sido «el paraguas de grandes valores, que se derivan de la dignidad de la persona humana y sin cuya presencia hubiera sido más complicado la defensa de algunos derechos fundamentales». «Hay una característica durante todos los periodos de la CEE y es la libertad de los obispos a la hora de dialogar sobre las grandes cuestiones que preocupan a la Iglesia pero también al ciudadano.

No hay ámbito social hoy que los integrantes de los distintos organismos de la CEE no hayan tratado con una enorme libertad interior y exterior», apunta Serrano Oceja.

El libro, publicado con motivo de 50 aniversario, recopila gran cantidad de datos sobre los distintos periodos por los que ha pasado la CEE, como el papel clave del cardenal Tarancón durante la Transición, el proceso de negociación de los Acuerdos Iglesia-Estado, el avance hacia un Estado aconfesional, la defensa de la libertad de enseñanza que lideró Gabino Díaz Merchán durante el Gobierno de Felipe González, etc. Pero la publicación ofrece sobre todo un interesante análisis del contexto en el que se produjeron algunos de sus documentos más relevantes, como la Instrucción Pastoral «Valoración moral del terrorismo en España» de 2002 aprobada durante la presidencia del cardenal Rouco Varela y que marcó un antes y un después en la relación de la Iglesia con la sociedad. El extracto del libro que aquí adelantamos lo demuestra.

Misa del Espíritu Santo en los Jérónimos el 27 de noviembre de 1975
Misa del Espíritu Santo en los Jérónimos el 27 de noviembre de 1975 - ABC

Apoyo al Rey Juan Carlos

Los obispos hicieron público desde el primer momento su apoyo al Rey Juan Carlos en la jefatura del Estado tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975. «Mientras, en el comunicado que ese mismo día se hizo llegar al Palacio de la Zarzuela, había un claro posicionamiento de la Conferencia Episcopal en relación al nuevo Jefe del Estado. Los obispos españoles apostaban por Don Juan Carlos como el hombre que debía llevar a cabo el cambio político en España, frente a líderes políticos, como Santiago Carrillo (secretario general del PCE), que consideraban que Don Juan Carlos no era más que una mera criatura de Franco y que, por tanto, facilitar su permanencia al frente de la jefatura del Estado, no suponía más que permitir una pervivencia en el tiempo del franquismo: de ahí que no tuviera el más mínimo rubor en llamarle «Juan Carlos el Breve». Pero los obispos españoles no pensaban así, y, por ello, en su comunicado, pedían a Dios para que «iluminara» a Don Juan Carlos en lo que ellos llamaban «el cumplimiento de la altísima misión en el servicio de la Patria».

El profesor De Santa Olalla asegura que «Tarancón se adelantó a los acontecimientos y cuando Juan Carlos era cuestionado a nivel nacional e internacional le ofreció una misa en Los Jerónimos que será la misa de bienvenida por la cual la CEE saluda el nuevo tiempo que se inicia en España y que cree que debe encabezar como sucesor en la jefatura del Estado a título de Rey».

Derechos recogidos en la Constitución

En el documento «Los planteamientos actuales de la enseñanza» de noviembre de 1976 –cuando aún faltaba un año para la definitiva aprobación de la Constitución–, «la Comisión Permanente de la CEE pareció adelantarse a los tiempos y reivindicó una serie de derechos fundamentales que finalmente serían reconocidos en la Carta Magna de 1978, como serían el derecho a recibir una formación religiosa en el ámbito escolar; el derecho de los padres de familia a elegir el tipo de educación que desearan para sus hijos, sin discriminaciones de carácter económico; y el derecho de los miembros de la sociedad o de los grupos sociales a crear centros de enseñanza al servicio de todos».

Sobre este punto, el profesor De Santa Olalla explica que «no vamos a negar que la fuerte presencia de la corriente democristiana en el Gobierno de Suárez tuvo su influencia en la Constitución pero fue mucho menor de lo que se piensa». «Lo que sí podemos afirmar es que la Iglesia no impuso condiciones a la Constitución española. Principios como la libertad de elección de centro de los padres eran principios democráticos, no era una cuestión de la Iglesia. No tenemos constancia documental sobre una influencia directa de la CEE en la redacción de la Constitución más allá del documento público «Los valores morales y religiosos en la Constitución» de noviembre de 1977», añade.

El cardenal Tarancón (centro) y Gabino Díaz Merchán en noviembre de 1982 junto a Felipe González
El cardenal Tarancón (centro) y Gabino Díaz Merchán en noviembre de 1982 junto a Felipe González - Manuel Sanz Bermejo

«Guerra de los catecismos»

En la primavera de 1983 estalló un conflicto que sería conocido como la «guerra de los catecismos» y cuya consecuencia sería la ruptura casi total del diálogo durante más de un año entre la Conferencia Episcopal dirigida entonces por el arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán y el gobierno socialista de Felipe González. «El problema de los catecismos se encontraba en relación directa con la inminente despenalización del aborto, ya que era precisamente este hecho, el de la “interrupción voluntaria del embarazo”, el que se atacaba abiertamente en los catecismos. La Conferencia Episcopal tenía previsto publicar una nueva edición de estos textos pero necesitaba que obtuvieran la preceptiva autorización del ministerio de Educación y Ciencia. Pero el ministro Maravall y sus colaboradores no habían tardado en advertir dónde se encontraban los puntos más polémicos. (…) Ante esta situación de abierto enfrentamiento, el propio Felipe González decidiría intervenir personalmente (...) El conflicto se salvaría con una solución consensuada entre Alfonso Guerra y Fernando Sebastián: añadir en los catecismos unos criterios pedagógicos a través de los cuales los docentes pudieran liberar al Gobierno socialista de cualquier posible acusación de criminalidad. De esta manera los catecismos podrían salir a la calle y el Gobierno, a su vez, quedaría en una posición honorable ante la población española».

El cardenal Rouco Varela en la manifestación contra el matrimonio homosexual
El cardenal Rouco Varela en la manifestación contra el matrimonio homosexual - Chema Barroso

Condena pública del terrorismo

La Instrucción pastoral titulada «Valoración moral del terrorismo en España», aprobada bajo la presidencia del cardenal Antonio María Rouco Varela en noviembre de 2002 marcó un antes y un después en la relación con la Iglesia y la sociedad en la relación de la Iglesia con la sociedad. «Esta Instrucción Pastoral, cuya elaboración y discusión en el interior de la Conferencia Episcopal no fue fácil, entre otras razones porque no se quiso que se filtrara a la prensa, provocó que un grupo de obispos, principalmente los que vivían en el País Vasco y Cataluña, se opusieran a ella e incluso alguno la considerara no vinculante en su Iglesia. Comenzó así un lento proceso de separación y de pérdida de liderazgo de Rouco dentro de la Conferencia Episcopal». Para Serrano Oceja, el documento fue «una condena al terrorismo que trascendió el interior de la Iglesia y apareció en la opinión pública. Allí se planteó el gran salto de las condenas a la opinión pública. A partir de este documento nadie sostiene púbicamente que la Iglesia no haya condenado el terrorismo de ETA». «Allí está la gran aportación del cardenal Rouco Varela», añade De Santa Olalla.

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