La encíclica de la píldora

El documento pontificio más vilipendiado ha sido el más profético y el que más nos ilustra sobre la idiosincrasia de nuestro tiempo

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Hace pocos días hemos celebrado el cincuenta aniversario de la encíclica de Pablo VI «Humanae Vitae», la denominada «encíclica de la píldora», el texto pontifico de la época contemporánea más controvertido tanto dentro como fuera de la Iglesia. El cardenal Ratzinger la calificó, en su día, de «signo de contradicción». De hecho, después de esta Encíclica, en los diez años que vivió Pablo VI no volvió a hacer público ningún documento con esta cualificación doctrinal. ¿Es cierto, como dice el cardenal Carlo María Martini en el libro «Coloquios nocturnos en Jerusalén», que «lo más triste es que la encíclica es en parte culpable de que muchos ya no tomen en serio a la Iglesia como interlocutora o maestra»?

El documento pontificio más vilipendiado ha sido el más profético y el que más nos ilustra sobre la idiosincrasia de nuestro tiempo. Una lectura integral de la encíclica apuntaba que la difusión de la anticoncepción no reduciría el número de abortos; o que la liberación sexual de la mujer, en términos absolutos, no la haría más libre y más feliz. ¿Es así? Si entonces se deslegitimaba ese texto con el argumento de la superpoblación, hoy el problema es el contrario, la falta de natalidad y la soledad. Por cierto, las Iglesias que se han plegado a la revolución sexual se han derrumbado desde dentro, como sentenciaba el titular de «The Guardian» en 2016 refiriéndose a la confesión anglicana.

El Papa Francisco, en reiteradas ocasiones, ha señalado que, con la «Humanae Vitae», el Papa Pablo VI fue un pastor valiente, profético y misericordioso que no se dejó llevar por el clima de opinión dominante y propuso la alternativa de un Evangelio de la vida como don de Dios. Esa encíclica puso en el centro de su propuesta el amor en la pareja, cooperadora libre y responsable del Dios creador e invitó a la necesidad de ejercer una paternidad responsable. Pese a que la recepción de la «Humanae Vitae» no ha sido pacífica, ni dentro ni fuera de la Iglesia, es momento de recuperar el mensaje esencial de ese texto.

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