«Con el documental queremos que el Papa haga santa Rafaela Ybarra»

Los hermanos Sepúlveda, José y Javier, han bautizado a Rafaela Ybarra como la «Batman» de mediados del siglo XIX. ¿Por qué? «Porque también salía por la noche con su chófer a rescatar a las mujeres que llegaban a Bilbao en busca de trabajo y se veían metidas en redes de prostitución». Esta mujer, adinerada y esposa de José Villalonga, uno de los empresarios de los Altos Hornos de Vizcaya, es la primera ciudadana vasca beatificada, por Juan Pablo II en 1984. Fue su tataranieto, Alberto Fernández Tejada, quien compartió con su amigo José Taltavull Sepúlveda la necesidad de «lanzar» el proceso para hacerla santa. La mejor manera, infirieron, era «un documental» basado en testimonios sobre la vida de la fundadora de la Congregación de los Santos Angeles Custodios.

«El propósito es que el Papa Francisco vea la cinta», dice el director.

La tataratanieta, Almudena Villalonga, vestida de ocasión, es quien da vida a Rafaela Ybarra «en una sociedad que tiene a la mujer como un cero a la izquierda», dice Taltavull a ABC.

Para los responsables de la cinta, que ayer se estrenó en el Cine Palafox de Madrid y que Goya Proyecciones hará llegar a más salas, rodar con ella fue un desafío porque es la viva imagen de su familiar. José Taltavull reconoce que al principio la idea les pareció «un tostón», porque se define como una persona «poco practicante» del catolicismo, así como dedicado a campañas publicitarias de marcas como Christian Dior o Adidas, «en las antípodas de recrear la vida de una beata». «Nos acercamos a la figura de la beata al principio como si fuese una candidatura olímpica», concede Taltavull.

Pero la personalidad de Rafaela les cautivó. Se acercan a ella a través de planos cinematográficos, testimoniales (del escritor José Luis Olaizola, autor de una biografía de la santa, familiares, el obispo de Bilbao y el presidente de la Conferencia Episcopal, entre otros) y hasta «publicitarios».

«Es una persona que se siente con el deber de ayudar de alguna manera, una labor humanitaria que se acrecienta al perder a varios hijos, cuando renunció a todo», comenta el director. Y, al mismo tiempo, tiene una dimensión muy actual: «Rafaela se dedica a defender la integridad de la mujer. Cuida bebés y monta colegios». La película ha sido rodada en la casa que tenía Rafaela y su esposo en La Cava de Bilbao y que hoy es sede de la fundación que tiene 40 escuelas y actúa en 10 países.